La última tarde de noviembre Nair Riquelme rindió la materia que le restaba para aprobar primer año en la Escuela de Educación Media para Adultos (Eempa) Nº 1.312 "Bandera Santafesina", ubicada en el barrio Cristalería. Contenta por el logro volvió en la bicicleta de su hermano hasta su casa, a unas 13 cuadras de allí, en la llamada villa Ciudad Oculta de la zona noroeste rosarina. Al llegar le pidió a su mamá que quería comer pizza casera, pero alrededor de las 22 salió imprevistamente de su casa. Una amiga la llamó y se fue. Esa fue la última vez que Analía, su mamá, la vio con vida. Según supo, Nair fue a la casa de una chica a la que cariñosamente llamaba prima, en lo más profundo del barrio Puente Negro, en Washington al 2100. Pasada la medianoche de ese viernes, cuando esperaba en la casa de su amiga que ésta volviera de hacer unos mandados, al menos dos hombres entraron al lugar y la asesinaron con un disparo en la cabeza. En la escena del crimen los peritos recolectaron diez vainas servidas calibre 9 milímetros, pero Nair murió de un único disparo. Su madre asegura que la policía no halló su celular.
"Me enteré que la habían matado después de las 12 de la noche. Vino un amigo de ella y nos avisó que le habían pegado un balazo en la cabeza. No le creí. Le dije que estaba loco. Agarré mi celular y vi que tenía un montón de llamadas perdidas de este pibe. Llamé al celular de Nair y me entró la desesperación. Llame a Sheila (la amiga de Nair en cuya casa fue asesinada) y me contestó una persona que no conozco. Me dijo que mi hija estaba muerta. Ahí me enteré que Sheila no vivía sola, que por ahí pasaban otras personas. El marido de otra de mis hijas me llevó en su auto hasta calle Washington. Cuando llegamos, a Nair ya la tenían en el furgón (la mortera). No me dejaron verla. Nadie me dijo qué había pasado", recordó Analía, la mamá de la muchacha asesinada.
"Después de enterarnos de que la habían matado, mi papá me confesó que Nair había hablado con él para mudarse a su casa del barrio La Florida. Ese mismo sábado Nair se iba a vivir con su abuelo. Eso yo no lo sabía", relató la madre de la joven asesinada.
Nair tenía 20 años y era la segunda de diez hermanos. Vivía en una humilde piecita, al costado de la casa de su mamá, quien habita uno de las últimos domicilios que conforman la villa Ciudad Oculta, en la zona noroeste. Con las pocas herramientas que tenía a su alcance, esta muchacha de ojos grises tenía un objetivo. Terminar la escuela secundaria para hacer un curso de peluquería. Y desde ese mojón laboral poder estudiar para llegar a recibirse de radióloga. Se ganaba la vida haciendo pequeñas changas de peluquería o repostería. También era voluntaria de la ONG Manos Solidarias, que trabaja asistiendo a personas marginadas o excluidas del tejido social en barrios periféricos.
"Yo la vivía retando cuando ella se iba ayudar a alguna villa. Y siempre me decía: «Mami no tenés que ser así, hay un Dios que todo lo ve». Yo se lo decía por miedo. Siempre en esos barrios pasan cosas. Como han pasado en este barrio, que antes era una villa muy fea. Acá hubo muchas muertes de pibes jóvenes y Nair ha ido a los velorios. Tenía ese corazón que hacía que todo lo que pasaba a su alrededor la pusiera mal, pero siempre trataba de ayudar para cambiar las cosas", recordó Analía.
Antes de comenzar la charla con La Capital, Analía explicó que no podía hablar sobre las motivaciones y móviles del crimen por pedido del fiscal a cargo de la investigación, Ademar Bianchini. "Hay cosas que por orden del fiscal no te puedo contar. Pero ya va a llegar ese momento. Sólo quiero que pongan preso al hombre que mató a mi hija", dijo la mujer. Analía cumplió a rajatabla el pedido de la Fiscalía. Por eso, los detalles contados por vecinos del lugar del crimen sobre el presunto móvil del asesinato y sus ejecutores también se preservan para no entorpecer la investigación judicial.
El crimen
El viernes 30 de noviembre, al filo de la medianoche, Nair estaba en la casa de Sheila, una chica de su misma edad y madre de dos pequeños. La vivienda queda a unas 30 cuadras de la casa de los Riquelme, al final de un pasillo ubicado a mitad de cuadra sobre Washington entre Cavia y Calvo, en la zona del barrio Parque Casas que los vecinos reconocen como Puente Negro. Según distintos testimonios, alrededor de la 0.25 del sábado 1º de diciembre, un Volkswagen Bora gris y un Volkswagen Fox negro se estacionaron frente a la boca del pasillo. Dos hombres armados entraron resueltamente por el sendero hasta el lugar donde estaba Nair Riquelme. Minutos antes Sheila, su amiga, había salido de la casa para hacer un mandado. Nair estaba sola. Los hombres entraron disparando y accedieron a la vivienda precaria derribando una puerta. La versión oficial indicó que a Nair la asesinaron de un balazo en la cabeza en el interior del domicilio. En la escena del crimen quedaron esparcidas, a lo largo de los 30 metros de pasillo y el interior de la casilla, diez vainas servidas de calibre 9 milímetros.
"No me cierran muchas cosas que se dijeron. Dicen que a ella la mataron dentro de la casa de Sheila. Pero para mí a Nair la mataron afuera de la casa, quizás en el mismo ingreso al pasillo, y la tiraron adentro de la vivienda de Sheila. Otra cosa. Dicen que la sorprendieron comiendo, pero Sheila contó que cuando ella salió Nair se quedó bañándose. ¿Cómo es: estaba comiendo adentro del baño? Nair adoraba a Sheila, pero yo no le creo nada de lo que contó", explicó Analía.
"Nair tenía adoración con uno de los hijos de Sheila, Mateo. Siempre que ella salía dejaba el nene al cuidado de Nair. Pero esta vez no, se lo llevó. Además el celular de Nair no aparece. Sheila me dijo que lo tiene la policía. Pregunté y la policía dice que ellos no lo tienen. El teléfono estuvo prendido hasta el lunes porque alguien leyó los mensajes que yo envié. Lo quiero recuperar porque ahí están los recuerdos de Nair. Hay fotos y audios. Ella era una chica de sacarse muchas fotos”, contó Analía.
“No me cierra nada”
El lugar donde mataron a Nair es una vivienda desvencijada en una cuadra donde los vecinos reiteradamente han denunciado públicamente que existe al menos un quiosco de venta de drogas. Horas después del crimen, a unos 10 metros del ingreso al pasillo donde mataron a la muchacha, podían verse marcas de balazos en el portón de una casa y en el tronco de un árbol. Los vecinos contaron que eran las marcas de un ataque a tiros ejecutado la semana previa a la muerte de Nair.
“Lo que nos contaron personas del barrio (Puente Negro) fue que llegaron dos autos, que bajaron cuatro o cinco tipos y que algunos se subieron por los techos, que es algo que no me cierra. Que empezaron a los tiros y que ella recibió un sólo disparo en la cabeza que la mató instantáneamente. Eso me calmó un poco porque me desgarraba llorando pensando en su agonía. Pero para mi, de todo lo que cuentan no me cierra nada”, dijo Analía.
“Sheila no es prima de Nair. Era una amiga por la que ella tenía adoración y por eso decían que eran primas. Nair quería sacar a Sheila de la mala vida. Por eso cada vez que la llamaba ella iba y la contenía”, recordó Analía. “Sheila vivió una semana en la piecita que tenía Nair. Pero después se fue. No hace mucho Nair se fue a vivir una semana a lo de Sheila. Pero hubo una balacera a metros de la casa y Sheila le pidió a Nair que se fuera. Eso me contó mi hija, pero no le creí. No creo que Sheila le haya dicho que se fuera. Creo que hubo algo que a Nair no le cerró y se vino”, indicó la mamá de la chica asesinada.
“Nair siempre quería ayudarla. Cuando yo le hacía algún planteo ella me decía: «Me da lastima mami, porque ella sufre mucho»”, contó la mujer.
"Por ellas y por las que faltan. Hoy más que nunca a luchar para que dejen de matarnos", posteó Nair dos días antes de morir"
“Ella (Sheila) no me atendió las primeras llamadas telefónicas que le hice. Después me mandó mensajes de audio, como que estaba llorando. Pero nadie le creyó en casa porque era evidente que no lloraba. Me pidió que le dijera dónde está enterrada mi hija y yo no se lo negué porque Nair la adoraba. No sé por qué Sheila se comporta así. Quizás esté amenazada por algo. Yo no creo lo que contó sobre el crimen de Nair. Muchos amigos de mi hija están muy enojados con ella”, contó Analía.
Señales sin temor
La tarde del 28 de noviembre, dos días antes de ser asesinada, Nair compartió una consigna en su muro de Facebook. “Por ellas y por las que faltan. Hoy más que nunca a luchar para que dejen de matarnos”. Y redondeó su idea con preguntas: “¿Por qué comparto ésto? ¿Lo puedo detener? ¿Puedo vivir tranquila? Sabiendo que soy mujer, ¿puedo caminar por la calle?”.
Existiendo la posibilidad de que Nair pudiera haber sido víctima de un hecho de violencia de género, hipótesis que no es descartada por los agentes de la PDI, la pregunta a Analía fue si Nair alguna vez le había confesado si tenía miedo a que algo le sucediera.
“Nair era una chica que no tenía miedo. Siempre fue una mujer que bancaba a los otros. Si Sheila le decía que estaba sola o que tenía miedo, Nair iba. Si veía que un tipo le pegaba a una mujer, ella se metía. Así una vez le rompieron la cabeza. No demostraba miedo. El viernes temprano hablamos de eso que había puesto en Facebook. Coincidíamos en que las mujeres no tienen que hacerse cargo de la mente degenerada del hombre. Que se tienen que vestir o andar como quieran. Nunca vi a Nair con miedo. Siempre era de ir para adelante pensando en el futuro. Así era Nair. Quiero que haya Justicia por ella para que pueda descansar en paz”, dijo Analía, mamá de la joven asesinada en un episodio que por ahora oculta una oscura trama.