No hubo milagro para Rodrigo De Blasis. Finalmente el muchacho de 23 años baleado en la cabeza el jueves por la noche en Cafferata al 2900 falleció ayer a la madrugada en el hospital Clemente Alvarez. Su muerte sumió a buena parte de barrio San Francisquito en una profunda conmoción. “Que se puede decir. El barrio está hecho pelota. Con mucha tristeza y frustración. Era un buen pibe, de buena familia, bien criado, educado. Y un hijo de puta lo mató y le cagó la vida a una familia de bien”. El comentario visceral en boca de una doña del barrio sirvió de botón de muestra sobre el sentir de un vecindario que sufrió un golpe de nocaut. “Nos veníamos salvando. Hay arrebatos y robos, pero nunca nos habían asesinado un vecino. Y encima este pibe que era un pan de Dios”, agregó otra residente de la zona.
El jueves pasadas las 22, Rodrigo De Blasis llegó manejando su Peugeot 206 color ladrillo y se estacionó frente a la puerta de su casa, por Cafferata a pocos metros de Amenábar. Su padre se bajó del auto. Entró al domicilio y dejó una silla. Casi de inmediato salió y se subió al Peugeot. En paralelo tres personas, una de ellas mujer, circulaban en una moto por Cafferata al sur.
Ladrones. Los vecinos aseguran que eran un trio de ladrones que estaba a la caza y a la pesca, buscando víctimas para asaltar. Según se pudo precisar ayer dialogando con varios vecinos de la cuadra, los ladrones pasaron delante al menos dos vecinos que trataron de esquivarlos. Uno esperó unos minutos para entrar el auto en su casa de Cafferata casi esquina Rueda. Y otro, al verlos puso el auto en marcha y se alejó del lugar.
Una vez que la moto estuvo al lado del auto de Rodrigo, quien llevaba levantada la ventanilla pero no tenía colocado el seguro de la puerta, se le pusieron al costado. Un familiar del muchacho indicó que trataron de abrirle la puerta y que cuando Rodrigo se dio cuenta, puso el auto en movimiento. Su padre, Hugo Antonio, de 49 años, ya estaba sentado a su lado. Fue entonces que se escuchó el disparo calibre 9 milímetros que impactó en el parietal izquierdo del muchacho y le recorrió el cráneo. Como acto reflejo, Rodrigo apretó el acelerador y fue su padre quien giró el volante del auto para que no se metiera en una casa. El auto circuló unos 50 metros por Amenábar hasta que el hombre pudo colocar el freno de mano.
Mientras esto sucedía y Rodrigo yacía agonizante en el asiento del 207, los ladrones no podían poner en marcha la moto en la que se movilizaban y se empujándola en contramano por Cafferata, casi a paso de hombre. Luego se perdieron por calle Rueda. Una vaina calibre 9 milímetros fue hallada en la escena del ataque. Rodrigo De Blasis era el mayor de tres hermanos y su familia, los De Blasis, muy reconocidas en el barrio por ser, los abuelos de muchacho, vecinos de toda la vida. Hugo, el papá, tiene un reparto mayorista de huevos en un deposito ubicado a una cuadra del lugar del crimen. En ese lugar, Cafferata entre Amenábar y Gaboto, la familia guarda sus autos.
Desazón y enojo. El clima que se vivía ayer en Cafferata al 2900 hizo recordar las horas posteriores en barrio Echesortu tras el asesinato de Mariano Bertini, ocurrido la medianoche del viernes 17 de agosto en una fallida entradera en su domicilio de Lima 870. Un hecho en el que los ladrones lograron ingresar al garaje, pero en el que tampoco hubo robo. Pequeños grupos de vecinos se juntaban para hablar de la desgracia que los enlutaba y relatarle a quien quisiera escucharlos, que el barrio ya no era el de antes. “Este es un barrio de gente trabajadora. Pero es un barrio de día y otro, muy áspero y distinto, cuando cae el sol”, explicó uno de los vecinos de la familia De Blasis.
El caso es investigado por el fiscal de Homicidios Ademar Bianchini, quien comenzó a trabajar junto a su brigada operativa y efectivos de la Policía de Investigaciones. Desde la fiscalía fueron cautos a la hora de jugársela por una hipótesis. Y, según fuentes de la pesquisa, si bien valoraban la hipótesis de la tentativa de robo seguida de homicidio, no descartaban el asesinato por venganza.
El viernes, mientras Rodrigo agonizaba, a Hugo, su papá, se le tomó una declaración para orientar la investigación. El hombre estaba shockeado y desde la fiscalía decidieron esperar para entrevistarlo nuevamente. La sensación térmica en el barrio es que se trató un intento de robo que terminó trágicamente.