Antonela Leguizamón había presentado una restricción de acercamiento contra su ex pareja, pero eso no impidió que la muerte los encontrara frente a frente. En junio de 2018 estaba en la casa de su abuela cuando escuchó que Neri Leonardo Cardozo la llamaba desde la calle. Salió a la vereda y en ese mismo lugar, en Bertolé al 7900, él cayó al piso con una letal puñalada en el abdomen. Desde el mediodía del lunes la chica de 25 años afronta un juicio oral por homicidio simple. Un fiscal pidió que la condenen a 8 años de prisión como la autora de la puñalada pero ella asegura que Neri llegó herido desde otro lugar: “Me juzgan por algo que no hice, nunca lo agredí”.
La relación entre Antonela y “Leo” Cardozo había terminado cuatro años antes de que él muriera desangrado el 17 de junio de 2018. Pero eso no puso fin a las denuncias por agresiones, persecución y maltrato de la chica. Ese contexto de violencia de género es parte de lo que se discute en el juicio que se desarrolla por estos días en el Centro de Justicia Penal. Pero no es el nudo del caso. La controversia es si fue ella u otra persona quien apuñaló a Neri aquella noche.
El fiscal Luis Schiappa Pietra la acusa en base al relato de dos testigos presenciales y de una vecina que observó una discusión previa. “Ella asegura que no fue pero hay dos testigos que describen la secuencia de la puñalada”, observó. En su alegato de apertura dijo que Antonela discutió con Neri frente a la casa de su abuela, en Bertolé al 7900; que en un momento entró a buscar un “elemento punzante” y al salir hirió a Cardozo en el abdomen. Por entonces, entre ellos ya no existía un vínculo que agrave el delito. Pidió la pena más baja por homicidio simple.
Ante la demora en llegar de la ambulancia, al herido de 31 años lo trasladaron a un hospital en un auto particular. Falleció a causa de una hemorragia masiva de tórax. Antonela fue detenida cuatro meses más tarde. “Él llegó herido a buscarme y ahí falleció”, contó entonces. Desde ese momento lleva dos años y medio en prisión domiciliaria, una medida que se dispuso en resguardo de los derechos de sus hijos, un nene de 5 años y otro de 1 año que tuvo con parejas posteriores. Fue autorizada a trasladarse por su cuenta hasta la sala de audiencias.
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Cuando Cardozo se desvaneció apuñalado, en los Tribunales descansaban numerosas presentaciones contra él por violencia de género. La joven había tramitado tres denuncias por agresiones, una prohibición de acercamiento y un cese de hostigamiento. “A cada agresión de Cardozo ella respondió de la misma manera: recurriendo a la Justicia. Está presa por un hecho que no cometió y eso lo dijo desde el mismo momento en que la policía le golpeó la puerta de su domicilio”, planteó la defensora pública Adriana Lucero al pedir su absolución en la apertura del juicio.
Luego pidió la palabra Antonela. Contó que esa noche su hijo mayor, de entonces 2 años, tenía broncoespasmos. Como en su casa se había cortado la luz, no lo podía nebulizar. Por eso fue hasta la casa de su abuela, donde estaban su mamá y su hermana. A eso de las once de la noche, cuando ya habían terminado de cenar, escuchó que desde la calle la convocaba Cardozo, a quien había visto tomando en la esquina con unos amigos. “Anto, Anto”, la llamó.
“Pensé que venía a hacer disturbios, como solía hacer, y me asomé por la puerta. El se sacó la mano de la panza y le salía sangre. Estaba alcoholizado, tenía la mano al costado del ombligo. Pensé que era otra autolesión de él”, aseguró la chica en una declaración que se extendió a lo largo de una hora y media. Contó que habían comenzado a salir cuando ella tenía 17 años. La relación duró un año y medio. “Vivíamos en la casa de la madre. Cuando empezamos a salir la relación era buena. Después empezaron los problemas. Cuando él empezó a mostrarme que tomaba. Decía que era de su propiedad, que no podía salir, que no quería que esté con mi familia”, evocó.
“Yo me quedaba callada _siguió_. El amenazaba con hacerle algo a mi familia. Cuando me pegaba era por los amigos, traía cuentos de la calle, decía que si iba a la casa de mi abuela hacía «la vida» y entraban hombres a esa casa. De todas las veces que me pegó hice la denuncia. Me hizo perder un embarazo por los golpes. Era mi primera relación”.
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Luego volvió a recrear el último encuentro, el que la tiene como acusada en el juicio. “No sé de dónde venía Leo lesionado _dijo_. Cuando lo vi estaba ensangrentado en la panza. Se sacó la mano y quedé en shock. No sabía si era una joda, porque él solía autolesionarse. Me juzgan por algo que no hice porque nunca lo agredí”.
La joven acusada reveló que el muchacho _que hacía changas en una panadería, en una obra en construcción y en el taller mecánico de su tío_ ya había sido atacado en 2017 por un vecino que, luego de apuñalarlo por la espalda, prometió que “cuando lo volviera a ver lo mataría”. De esas lesiones previas dio cuenta la médica forense Carlina Nagel, quien realizó la autopsia. Al consultar la historia clínica constató que el 16 de febrero de 2017 Cardozo había sido trasladado por el Sies con una “herida de arma blanca en la zona lumbar izquierda” por la que estuvo internado cinco días. También se confirmó la existencia de autolesiones.
Además de explicar que el muchacho falleció desangrado cuando estaban a punto de operarlo, la forense precisó que la herida “no tenía una magnitud menor a diez centímetros”, penetró en el hígado y le hizo perder el conocimiento a los diez minutos. Se encontraba gravemente alcoholizado, con más de 2 gramos de alcohol por litro de sangre. “Son valores muy altos, estaría en un tercer período de ebriedad” sobre un total de cuatro, explicó.
Entre los primeros testigos que declararon en el juicio, una vecina afirmó que esa noche “discutieron como dos chicos. El le dijo que le de sus cien pesos, ella se enojó y le dijo que la tenía cansada”, asegura haber escuchado desde la vereda de enfrente. “Le pegó una puñalada, lo levantó y volvió a hacerlo. Había un muchacho mirando la situación”, indicó la mujer, quien según Antonela tenía conflictos con su familia. Un amigo de la víctima dijo que presenció la escena frente a la casa de su madre, a unos 50 metros. “Estaban ella y él nomás. El estaba hablando con ella. No vi que lo acuchilló. Cuando ella se acerca él se agarra la panza”. Otro amigo sostuvo que estaban tomando juntos, Leo le dijo que “se iba a llevarle plata a su señora y al rato volvió lastimado”.