La entradera parece ser el delito de moda y la violencia la ha potenciado hasta transformarla en una verdadera ruleta rusa donde un disparo puede transformar a una víctima en victimario, o viceversa. El jueves a la noche, en una vivienda de Brasil al 1000 del barrio Belgrano, cuatro ladrones armados aprovecharon que un vecino guardaba el auto en su casa para ingresar a la propiedad. Pero los maleantes desconocían un detalle que terminó siendo fatal para uno de ellos. En la misma casa vive un cabo de la Policía Federal, de 43 años, que alertado por los gritos se levantó de la cama arma en mano. Entonces uno de los ladrones apuntó con un revólver al policía que, tras identificarse, hizo tres disparos y mató al intruso mientras sus cómplices huian.
A metros de la puerta de la vivienda asaltada quedó un Renault Clío azul cuya llave estaba en poder del ladrón muerto. El auto había sido robado horas antes en jurisdicción de la seccional 10ª, en la zona norte de la ciudad. Además, entre sus ropas, el maleante tenía dinero dinero y alhajas que la familia asaltada reconoció como propias.
El ladrón muerto fue identificado por la pesquisa, en manos del fiscal Miguel Moreno, como Gustavo Rodríguez, de 32 años y con domicilio en el barrio La Cerámica, a metros de la cruz ubicada en el ingreso a Rosario por avenida de Los Granaderos. Tenía impactos en la mano derecha, el antebrazo izquierdo y en la parte dorsal del tórax.
Aprovechar el momento. En Brasil al 1000 abundan los depósitos y galpones por sobre las viviendas de clase media trabajadora. A metros del galpón donde estacionan los trolebuses de la empresa Semtur reside, en una casa de dos plantas con garaje, el cabo de la Policía Federal G.P., de 43 años. Junto a su esposa, sus hijos y su suegra, que padece la enfermedad de Alzheimer, viven en la planta baja. Y en la parte superior reside su cuñado con su esposa embarazada y un hijo pequeño. Este hombre es quien guarda en el garaje de la casa su flamante Volkswagen Voyage color gris.
La hipótesis de los investigadores es que los ladrones llegaron a la vivienda para robar el Voyage, aunque no sabían si siguieron al auto o pasaron por la cuadra y lo vieron ingresar a la cochera. Esto último sucedió a las 22.42. El cuñado del policía llegaba junto a su esposa embarazada y su pequeño hijo. Para los pesquisas los ladrones llegaron en dos autos, uno de ellos el Clío que habían robado en la zona norte de Rosario. Estacionaron y cuando el dueño del Voyage estaba por cerrar el portón del garaje los ladrones se le ablanzaron y una vez adentro de la casa se desplegaron buscando objetos de valor.
“Nene, ¿vos quien sos?”, le preguntó la anciana presa del Alzheimer a uno de los ladrones. Esa pregunta y los gritos de las víctimas hicieron saltar de la cama al cabo G.P., quien se levantó arma en mano y se topó con uno de los ladrones en la cocina de la casa. Entonces sucedió la secuencia final, de la que sólo se conoce la versión del policía. El agente federal relató que el ladrón lo apuntó con un revólver, que él se identificó y que hizo un disparo. Que el maleante volvió a apuntarle y él hizo dos disparos más “al bulto”. Los tres balazos sellaron no sólo la vida del ladrón sino que pusieron en retirada a sus cómplices. Uno de ellos, según los pesquisas, levantó el revólver de su cómplice y huyó. En la vereda, a metros del auto en el que escaparon los maleantes, quedó una mochila con una notebook y en el Voyage gris algunos electrodomésticos que habían acopiado.
Filmados. El ingreso de los ladrones fue captado por cámaras de videovigilancia de depósitos que hay en la cuadra y en las que se puede apreciar la manera en la que fueron a cazar a sus víctimas. En la escena quedaron las tres vainas servidas calibre 9 milímetros del arma del policía que se corresponden con los impactos que tiene el muerto en su cuerpo.
El cabo G.P. fue demorado, se le retiró el arma reglamentaria para peritarla y recuperó la libertad hasta la audiencia imputativa. Si bien el fiscal Miguel Moreno se mostró cauteloso “en principio” y sobre la base de los testimonios reunidos y las pruebas que se recogieron en la escena del crimen, el policía sería imputado por homicidio en legítima defensa. El policía, en tanto, solicitó que se le pusiera momentáneamente custodia policial, hecho que fue avalado por el fiscal.