"Tenemos muchas sospechas pero no vamos a aventurarnos a decir nada fuera de lugar. En este momento sólo queremos que nos respeten el dolor que sentimos, que no se digan cosas fuera de lugar y que se espere el avance de la investigación para que el crimen se aclare". La frase corresponde a Marcio Morán, un amigo íntimo del profesor de gimnasia Marcos Guenchul, asesinado con un certero disparo en la cabeza la noche del martes cuando salía del gimnasio que tenía con un socio en el corazón del barrio Azcuénaga, en Mendoza al 4900.Las palabras, entrecortadas por la angustia, se escucharon en medio de la marcha que la tarde de ayer reunió a la familia de la víctima, vecinos, amigos y asistentes a "Progress Fitnes", el gimnasio que abrió hace dos años.
En diálogo con La Capital, Marcio sostuvo que Marcos "era para mí como un hermano", y contó que su amigo "tenía una nena de dos años de una relación que duró muy poco tiempo y a la que no veía casi nunca, algo que de verdad le hacía mal". También descartó que el ataque sufrido por Marcos haya "sido un intento de robo. Tenía la billetera y el celular cuando lo encontraron, no le sacaron nada. El tema creemos que viene por otro lado", aseguró.
En ese sentido, extraoficialmente fuentes de la investigación comentaron que "la pericia al teléfono de la víctima y a una computadora puede ser clave para destrabar el caso".
Por lo que se sabe hasta el momento, Marcos salió de dar clases pocos minutos antes de las 22 del martes, como lo hacía todos los días, y caminó hasta la esquina de Mendoza y Sucre para esperar un coche de la línea K. Su pareja le había enviado un mensaje para avisarle que lo esperaba a cenar. Sin embargo algo pasó en esa breve caminata, el profesor fue emboscado y obligado a desviarse por calle Sucre hacia San Juan, donde se perpetró el ataque mortal.
"No se escucharon ni gritos ni golpes. Sólo dos tiros y un auto que se alejó. Cuando lo vimos, el chico aún se movía y tenía la capucha de un buzo de gimnasia puesta. La policía llegó al instante y también la ambulancia que lo llevó al hospital", dijo un vecino.
"No sabemos si recibió algún llamado que lo obligó a ir hacia otro lado. Él iba a lo de la novia y sin embargo lo agarraron, no sabemos bien quién ni cómo, y lo mataron", agregó Marcio. Al ser consultado sobre si su amigo había sufrido alguna amenaza previa o había tenido algún problema personal, Marcio sostuvo: "No tenía problemas con otras personas pero tenemos algunas sospechas, aunque eso lo van a decir los investigadores o los fiscales. Nosotros pedimos que se esclarezca lo más rápido posible".
En ese orden, algunos pesquisas comentaron a este diario que una de las líneas de investigación está dirigida a conocer la relación que Marcos tenía con la madre de su hija y la nueva pareja de esta mujer. "No descartamos nada, es sólo una de las pistas que seguimos y queremos despejar", aclaró el funcionario que habló con La Capital la tarde de ayer. "Puede ser que el muchacho haya recibido alguna amenaza, que haya alguna cuestión interpersonal o bien un problema al que él no le dio la importancia necesaria, pero eso no lo sabremos hasta recabar todos los testimonios y tener las pericias".
Los investigadores agregaron que se solicitaron los registros de cámaras de vigilancia públicas y privadas de la zona para determinar con precisión las características del auto en el que se movían él o los asesinos. "Hasta ahora sólo tenemos claro que es un Peugeot, pero las imágenes no son claras para definir el modelo y la patente", dijeron. Por eso es que están haciendo un rastreo más amplio de cámaras y domos municipales tras saber que el vehículo escapó por Mendoza hacia el oeste.
Sueños truncos
Marcos tenía 32 años, daba clases de gimnasia funcional y era entrenador personal. "Tenía miles de proyectos. Entre ellos, ser un entrenador reconocido. Buscaba una salida a su situación económica, que era un poco complicada, pero siempre le buscaba la vuelta a los problemas con soluciones creativas", manifestó Federico Rivero, otro de sus amigos, que recordó que Marcos tenía la ilusión de viajar para trabajar en Palma de Mallorca.
Tras recibir el balazo fatal y entrar al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez la noche del martes con muerte cerebral, sus familiares decidieron donar sus órganos que terminaron salvando cuatro vidas en Buenos Aires. Aquí, en tanto, sus allegados seguirán pidiendo justicia y reclamando que el caso se esclarezca para que no vuelva a pasar algo igual. "Lo que pasó es gravísimo pero en Rosario pasa seguido. Aquí ya no sos dueño de tu vida", concluyó Marcio. La causa está en manos del fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Adrián Spelta.