"Mi hijo era mi vida, esto es la muerte en vida". Esas fueron las palabras de la madre de Carlos Miguel Ledesma, el repartidor de lácteos asesinado el pasado 31 de julio en barrio Ludueña. Familiares, amigos y vecinos de la víctima fatal participaron de una manifestación en Cándido Carballo e Ingeniero Thedy en la que pidieron justicia por el hombre de 34 años.
"No queremos que esto quede en la nada", pidió la mamá de Carlos Miguel en diálogo con Telefé Noticias, mientras los manifestantes reclamaban "justicia" a viva voz. La mujer recordó la última vez que se vieron, antes del ataque a balazos que acabó con su vida: "Me dio un beso en la frente, se fue y me dijo que en un rato volvía. Nunca más volvió. No me puedo recuperar y sé que no me voy a recuperar".
Su hermana Cintia remarcó que todavía faltan peritajes de teléfonos celulares y cámaras de videovigilancia, pero dijo que serían de mucha ayuda para la causa "testigos, cámaras y alguien que haya visto algo".
"A mi hermano no me lo van a devolver pero quiero que se haga justicia", sentenció.
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El principal sospechoso, Abel Alberto V., de 28 años, era buscado por la policía cuando se entregó. El juez Nicolás Vico Gimena le dictó la prisión preventiva por 90 días.
Carlos Miguel Ledesma fue atacado el mediodía del 31 de julio pasado, al detenerse con el vehículo que usaba para repartir productos de productos lácteos La Paulina. Su amigo, dueño del Fiat Uno, iba al volante del auto y Ledesma estaba en el asiento del acompañante cuando, en el semáforo de Gutemberg y Santa Fe, recibió un balazo en el cráneo proveniente de un Citroën Berlingo que se había estacionado a la par.
El principal testigo fue el conductor del Fiat Uno que vio agonizar a su amigo. Contó que él aportaba el auto y Ledesma se ocupaba del reparto de quesos y fiambres. "Hicimos media cuadra cuando Miguel me dijo: «Ahí está el Abel»", contó, y afirmó que vio "un utilitario blanco" detrás. "Le pregunté a Miguel si pasaba algo, si había algún problema, porque sabía que había problemas entre ellos", contó, a lo que Ledesma le respondió: "Quedate tranquilo que no pasa nada".
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A los cien metros el auto se detuvo en el semáforo de Santa Fe. "Miré por el espejo y lo vi que estaba atrás. Ahí vi al conductor y reconocí que era Abel. Mientras estaba el semáforo en rojo se puso del lado del acompañante. Vi que Abel tenía un arma en la mano y efectuó un disparo", relató el conductor del Fiat.
Ledesma murió horas más tarde en el Hospital Centenario, a donde había sido trasladado tras el ataque.