Se bajó de la moto, le pegó un golpe a la ventanilla del Nissan Sentra estacionado frente al Banco Macro de Plaza Alberdi y gritó "dame la plata". Como no pudo romper el vidrio y concretar el robo se acercó a su compañero en la moto, tomó un revólver 22 y disparó al menos cuatro veces contra el conductor. Pablo Andrés B., un empresario de 48 años que llegaba a hacer un depósito al banco, recibió un balazo en la cara que le arrancó dos dientes. Su esposa, que estaba al lado suyo, resultó ilesa.
Las circunstancias de este hecho ocurrido el mes pasado implican para la fiscal del caso una gravedad merecedora de la mayor sanción prevista. Los supuestos autores fueron identificados la semana pasada y detenidos.
En la audiencia celebrada el domingo quedaron con prisión preventiva. Pero lo más significativo del trámite no son sólo los detalles del hecho sino la interpretación que supuso la dura imputación de la fiscal.
Lo saliente del tema es la fuerte calificación jurídica de la conducta delictiva atribuida a los dos acusados del incidente. Las cartas de incidencia del 911 eran coincidentes en que el ataque había sido cometido por dos jóvenes de barrio La Cerámica que eran mencionados por nombre y apellido. También señalaban que la moto que se había usado en el robo estaba en una casa de calle República de Irak al 1900 de la cual se brindaba dirección específica. Todos los datos referidos condujeron a la detención.
Este hecho pudo ser encuadrado como una tentativa de robo calificado por uso de arma apta con una pena en expectativa de 3 años y cuatro meses. Pero la fiscal Valeria Haurigot tuvo una teoría distinta. Estimó que la conducta de disparar a centímetros contra el empresario implica que como no pudo robarle intentó quitarle la vida. Acusó entonces como una tentativa de homicidio criminis causa, que es el tipo de delito que se comete para asegurar o encubrir otro. Esta figura cuando el ilícito es consumado tiene pena de prisión perpetua. Como en este caso quedó en intento la pena en expectativa es entre diez y quince años.
La violencia del ataque del mediodía del 4 de agosto pasado asombra cuando se observan las imágenes de las cámaras de vigilancia, que exponen el modo en que uno de los asaltantes intenta romper la ventanilla del Nissan de Pablo B. y que luego, frustrado por la imposibilidad, se acerca a la Honda Tornado donde estaba su compañero, toma el arma, apunta y le dispara varias veces. "Sólo los separaba la ventanilla del auto", dijo la fiscal en la audiencia. La bala que hirió a Pablo ingresó por su mejilla derecha, le sacó dos dientes y quedó alojada a la altura de la mandíbula.
Con los datos aportados al 911 y con la acción policial en el barrio empezó a quedar clara la identidad de los dos asaltantes. La fiscal empezó a recibir visitas de abogados que consultaban la idea de la funcionaria al momento de acusar. El jueves a la noche se allanó el domicilio de uno de los sospechosos, en la calle Irala al 4600, y la madre se comprometió a entregarlo. Los dos muchachos tienen una relación de parentesco: Franco M. era para la fiscal el que conducía la moto y Fernando C., su tío, fue el que bajó y efectuó los disparos.
Por los techos
El mismo día del hecho efectivos de la PDI realizaron un patrullaje por La Cerámica a raíz de los llamados al 911. Señalaron que en Los Cocos y Cafulcurá vecinos que no quisieron dar su nombre indicaron que habían dejado una Honda Tornado blanca y roja en una casa de la zona.
En la vivienda luego allanada se encontró la Honda Tornado roja sin patente que resultó haber sido robada en Capitán Bermúdez. La persona que atendió en la casa dijo que la moto la habían dejado allí Franco M. y Fernando C., que se cambiaron de ropa y se retiraron saltando por los techos.
Todo esto fue expuesto en la audiencia. El juez Rafael Coria aceptó la calificación propuesta por la fiscal y sostuvo que la evidencia presentada era muy abundante. Haurigot mostró los llamados al 911 con referencias a los nombres de los autores, una testigo que dio cuenta de lo ocurrido el día cuando los jóvenes llegaron a la casa y que reconoce que son ellos quienes se advierten en el video, el pañuelo con el que se cubrió la cara uno de los imputados, la Honda Tornado usada que fue recuperada y una campera donde se halló la moto que tenía manchas de sangre y ahora será peritada, al igual que los celulares incautados a los imputados.
Ambos jóvenes fueron imputados de coautores aunque es claro que los roles en el episodio fueron muy distintos.
Haurigot señaló que la conducta fue de la mayor gravedad. "El ataque realizado a tan corta distancia, materializado en la cantidad de disparos realizados, con dominio funcional del hecho, se relaciona con la intención de matar, resultado al que no se llegó de milagro. Y ese acto se materializa justamente por no haber podido cumplir el objetivo del robo", indicó en la audiencia.
El juez Coria en esta etapa admitió ese planteo. Dejó a los dos acusados presos por el máximo legal permitido que son dos años.