"Los policías me dijeron que si me hacía cargo iba a salir en pocos días porque no tenía antecedentes. Además, si iba a la cárcel, las presas me iban a violar, a pegar y a robar. Entonces, para que a mi mamá que estaba conmigo en Jefatura no la dejaran presa, le dije (a un agente) que iba a hacer lo que me digan". Las palabras surgieron ayer a media mañana de la boca de Rocío Ayelén Quiroz, una chica de 22 años que proclamó su inocencia en el inicio de las audiencias orales y públicas a las que llegó imputada de haber asesinado a balazos a dos jóvenes, en agosto de 2011 y a la salida de un boliche bailable de la zona sudoeste de la ciudad. Esa versión fue contradicha por uno de los investigadores del doble homicidio, quien sostuvo al declarar que en Jefatura, y antes de despedirse de su hija, la madre de Rocío le dijo: "Contá todo", y así fue que ella desgranó lo ocurrido "sin presiones" (ver aparte).
A las 8.30 de ayer, la figura menuda de Rocío apareció en la sala de audiencias de los Tribunales provinciales. Estaba vestida con un pantalón y una camisa de jean. También la cubría un chaleco antibalas. Se sentó junto a su defensora oficial, Graciela San Miguel, y con tranquilidad se dispuso a escuchar la imputación de parte de la fiscal Lucía Aráoz, quien sostuvo que las víctimas fatales del ataque "fueron un blanco fácil e indefenso".
En la calle. El hecho que le achacan a Rocío ocurrió a las 5.40 del 27 de agosto de 2011 cuando Eliana Judith Zalazar, de 19 años, y Carolina Jessica Soledad Aranda, de 20, salieron del boliche Mogambo que funcionaba en Avellaneda y Rueda tras pasar una noche a pura cumbia. Las pibas caminaron hasta un carribar de 27 de Febrero al 4100, a sólo 200 metros del boliche, y compraron dos panchos. Después se sentaron frente a una casa para comer tranquilas antes de irse a dormir, como lo tenían planeado, en la casa del padre de Eliana.
Pero a la hora indicada una moto tipo enduro se detuvo frente a ellas. Manejaba un muchacho y como acompañante iba una joven que, sin bajar del rodado, empuñó una pistola calibre 9 milímetros y les disparó. A Carolina un tiro le perforó el corazón y a Eliana la alcanzaron cuatro proyectiles. Ambas murieron en el acto.
Dos semanas después Rocío Quiroz fue detenida en la casa de un familiar, en la zona norte de la ciudad. Fue procesada en mayo de 2012 por el entonces juez de Instrucción Nº11, Hernán Postma, por el delito de homicidio agravado por el empleo de arma de fuego y portación de arma de guerra sin la debida autorización. La misma medida procesal recibió Marcelo Nicolás Suárez como partícipe primario de ese delito por conducir la moto. Pero tres camaristas revocaron la imputación sobre el joven.
Enemistad. Ayer, al presentar su alegato ante el tribunal integrado por Rubén Darío Jukic, Daniel Fernando Acosta y Adelqui Luis María Costa, la fiscal Lucía Aráoz afirmó que las chicas asesinadas "no provocaron" a Rocío mientras estuvieron dentro del boliche, como se dijo en un primer momento, pero reconoció que "había una relación de enemistad con Carolina, con la que tuvo peleas menores" por un muchacho.
Asimismo, la representante de la acusación ponderó que la declaración de la joven es un indicio que debe tenerse en cuenta en el juicio. "Quiroz se mostró arrepentida y confesó en sede policial, pero en la declaración indagatoria negó la autoría del hecho y dijo que su testimonio fue inducido por la policía". No obstante, esa declaración "fue espontánea y clara".
A su turno, la defensora oficial Graciela San Miguel se comprometió ante el tribunal a "demostrar la ajenidad de Rocío" con el hecho. "La acusación no está apoyada en una prueba sólida y la supuesta confesión fue hecha sin la asistencia de un abogado", manifestó la letrada. Y para sostener que la chica no fue quien disparó los balazos mortales señaló que Rocío "se retiró de Mogambo a las 4 de ese día, porque tenía que llegar antes de las 5 para cuidar a los hijos de una tía en la zona norte de la ciudad". Ante eso, adelantó que pedirá la absolución de su pupila.
Paso a paso. Luego fue el turno de la propia Rocío, quien con voz clara y suave brindó una declaración detallada de lo que ocurrió ese día y explicó pormenores de su detención. "Fui a Mogambo con mi cuñada. A las 4.30 me fui caminando. En Avellaneda y 27 de Febrero me encontré con una chica que me llevó en su auto a la casa de mi tía, en Blas Parera y Machaín", dijo la acusada sobre lo hecho la madrugada del doble homicidio.
El 9 de septiembre a la mañana una comitiva policial llegó a la casa de la zona norte donde estaba para detenerla. "Me levanté asustada cuando mi tío me dijo que había llegado la policía. Me dijeron que estaba acusada de un doble homicidio, pero no entendía nada. Una mujer policía me preguntó si tenía una campera blanca. Le dije que sí y me la sacó", relató Rocío. Una prenda de ese color, dijeron testigos y dos policías del Comando Radioeléctrico que acudieron a la escena del doble crimen, usaba la mujer que mató a Eliana y Carolina. Al respecto, ayer Rocío sostuvo que aquella noche fue a Mogambo "con una campera negra".
Rocío recordó que tras ser detenida fue conducida a la Jefatura en un auto particular. "Me encerraron en una pieza con cuatro policías y me decían que había sido yo. Que me dejara ayudar y que tenían filmaciones y fotos mías. Después de tres horas me llevaron a otra pieza donde una mujer policía me hizo desnudar. Más tarde me llevaron a un lugar donde estaban mi mamá y un policía. Ella me preguntó llorando si yo tenía algo que ver (con los crímenes) y si era así que me hiciera cargo. ¿Por qué me voy a hacer cargo si yo no fui?, le contesté".
Y en su relato, firme, Rocío dijo: "El policía me dijo que en pocos días quedaría en libertad si confesaba. Entonces le respondí «está bien». Voy a hacer lo que digan. También me pidieron que señalara en unas fotos a un pibe como el que me habría dado el arma, pero yo no lo conocía. Firmé la hoja con la declaración y me llevaron a la alcaidía de Mujeres, donde estuve tres días incomunicada" y aún sigue presa.
Luego de que la acusada leyera en silencio su declaración policial de aquel día, el fiscal Carlos Covani le preguntó si conocía a Carolina Aranda. "La conocí a través de Claudio y Cristian, dos chicos que eran del barrio de ella. Pero no es cierto que tuviera problemas con Carolina". Después, Aníbal Horacio Rodríguez, el abogado querellante que representa a los padres de las víctimas le preguntó: "¿Conoce a un muchacho al que le dicen Perita?", como apodan al joven acusado de conducir la moto aquella fatídica noche. "No", respondió la muchacha acusada, poniendo punto final a la audiencia.
Una foto, un pedido y una campera blanca
El subcomisario Ernesto Chamorro, quien al momento del doble crimen era jefe de Homicidios e investigó el hecho, indicó que en el perfil de Facebook correspondiente a “Aye R Canalla” una testigo identificó a la joven imputada por su foto. Y que al ser llevada a Jefatura Rocío aceptó la autoría de los crímenes ante el entonces subjefe del área, Carlos Martínez, y después de que la madre se lo pidiera. “La madre antes de despedirse de la hija le dijo «contá todo» y entonces la chica hizo un relato de lo que había ocurrido”.
A su vez, dos policías del Comando Radioeléctrico que la noche del hecho se dirigían hacia la seccional 13ª a bordo de un móvil dijeron que estaban a unos 200 metros de la escena del hecho cuando escucharon “unas detonaciones” y al dirigirse al lugar del doble crimen se cruzaron “con una moto de contramano en la que iban un hombre y una mujer”. El sargento Alejandro Z., que trabaja en el Comando Radioléctrico, describió a la mujer que iba de acompañante en esa moto como aguien de “estatura mediana y delgada”. ¿Cómo estaba vestida?, le preguntó la fiscal Aráoz. “Tenía uja prenda de color blanco”, respondió el policía en coincidencia con su par Juan N., quien declaró poco después.