Sergio Romero tiene 21 años, carece de antecedentes penales y es padre de una niña de 6 años. Desde hace un tiempo convive con Mariela, con quien no tuvo hijos. El viernes a la madrugada se hallaba con su amigo Maximiliano en Garibaldi al 6100, límite entre los barrios Policial y Toba. Tomaban unas cervezas cuando a las 3.15 llegó, según dice la familia Romero, un móvil de la policía. Los uniformados les dijeron a los jóvenes que ellos habían sido quienes, minutos antes, habían disparado contra el móvil. Los muchachos lo negaron. Nunca llevan armas, son changarines y trabajan cerca de Tribunales lavando autos. Los pusieron de rodillas y los balearon. A Romero dos impactos le perforaron el abdomen; a Maximiliano uno le dio en un pie. Luego, a los empujones, los llevaron a la seccional 19ª. Y recién a las 6 de la mañana del viernes Romero fue derivado al Hospital de Emergencias, donde hoy será operado por cuarta vez.
Los hechos podrían ser confusos. Pero en la voz de Soledad, tía de Romero; y de Mercedes, madre del chico, toman un sentido de impotencia. Dijo Soledad: "Pusimos un abogado porque queremos saber qué pasó, por qué lo quisieron matar. Sergio es un chico tranquilo, tuvo una hija a los 14 años y eso le hizo abandonar el colegio. Toma con sus amigos y a veces se pasan, pero nada más". Y agregó: "El viernes a la madrugada estaban en la casa de Maxi, salieron a comprar cervezas y de pronto vieron un móvil policial. Les dieron la voz de alto y ellos se quedaron mudos, con la manos levantadas y con miedo".
Según esta mujer, los jóvenes no iban armados porque no usan armas para nada. Romero no tiene antecedentes y, según aseguró, Maximiliano tiene algunas anotaciones menores. "Los policías se bajaron del auto y les gritaron. Les dijeron que no los miraran y les preguntaron si a ellos les gustaba tirar tiros. Los chicos les contestaron que no, que no tiraban. Los hicieron arrodillarse y Sergio les dijo algo. Entonces uno de los policías, así no más, le dijo que no lo mirara y le disparó dos veces", dijo Soledad.
Malherido. La situación se tornó irrespirable. Maximiliano estaba mudo y EM_DASHsegún SoledadEM_DASH los policías le dijeron que corriera. El no corrió, pensó que le iban a tirar por la espalda y lo matarían, y entonces para presionarlo le balearon un pie. "El chico, cunado vio que Sergio estaba en el piso malherido, empezó a preguntarle si estaba bien, que no se durmiera, y a los gritos llamó a su madre, «mamá, ayudame, me van a matar»", dijo varias veces. Su madre salio a la vereda y vio como "un policía le pisaba la espalda a Maximiliano. Un ratito después y cuando la calle estaba llena de móviles y hasta una camioneta de Gendarmería, un policía levantó a los chicos y los tiró en la caja de una chata para llevarlos a la 19ª", cuenta Soledad.
Mercedes, la madre de Sergio, toma cada frase, la desmenuza, la escupe. "En la comisaría fue un desastre. A Sergio lo metieron en una oficina y a Maxi en un calabozo. Los desnudaron. A mi hijo lo dejaron en calzoncillos y a Maxi también. Sergio tenía dos tiros en el cuerpo y perdía mucha sangre. Maximiliano nos contó que él, aunque lo dejaron en un calabozo alejado de Sergio, le hablaba. Le preguntaba cómo se sentía y mi hijo le decía que dolorido pero bien. Hasta que la policía les empezó a pegar, más a Maximiliano que a Sergio".
Sin miedos. Las mujeres, que no tienen miedo, dijeron que a Maximiliano, aún herido, le querían hacer firmar una declaración en la que aceptaba que ellos le habían disparado al patrullero. "Pero el chico les dijo que no, que sólo si iba un juez declaraba. Se comió varias piñas mientras Sergio se desangraba, pero no firmó nada".
Maximiliano seguía gritándole a Sergio, pidiéndole que no se desmayara y los presos de la 19ª escucharon eso. Entonces comenzaron a pedir a los policías que trasladaran al muchacho al hospital. El muchacho se moría y los detenidos empezaron a hacer "escándalo y ruido" para que lo atendieran. Alguien decidió trasladarlo al Heca y allí llegó a las 6 del viernes, o al menos ese fue el horario de entrada que le dio la médica de guardia a la familia: tres horas después de su detención.
Una vez en el Heca los médicos prácticamente lo rehicieron. Su tía, contó casi en un lenguaje médico: "Perdió mucha sangre. Uno de los tiros le ingresó por la espalda, le hizo daño y salió por el tórax. El otro comprometió el hígado, el pulmón y la aorta. Tres veces lo quisieron operar entre el viernes y el domingo, pero no podían porque no se estabilizaba su presión arterial. Ahora ya le hicieron tres crujías y tiene el abdomen abierto. Está en terapia y por ahora le limpiaron la zona y aunque sigue con respirador, evoluciona. Es crítico el estado, pero evoluciona", contó con optimismo.
Por su parte, en la seccional sucedieron dos hechos al menos curiosos. A Mariela, la pareja de Sergio, le dijeron que le habían dado la libertad el mismo viernes por la mañana; pero el joven se encontraba grave en el Heca. A Maximiliano, en tanto, lo liberaron el mismo viernes.
El caso lo tomó el abogado Rafael Tamous, quien ayer expresó que "Maximiliano está aterrorizado y Sergio aún peleá por su vida. Es claro que esto es, por el momento, un abuso de autoridad. Pero creo que recién comienza", sentenció.