El miércoles pasado Claudio Ismael López, de 29 años, había comenzado a trabajar como agente de seguridad privada en el predio de una empresa de transporte de grúas y carretones ubicada en Espinosa (prolongación de Centeno) y la colectora este de la avenida de Circunvalación llamada Juan Pablo II. Sus compañeros relataron que trabajaba 12 o más horas por jornada. Y su hora de trabajo estaba cotizada en 17 pesos. Como la mayoría de sus compañeros, estaba en negro, según ellos mismos denunciaron indignados. Ayer, pasadas las 4.30 de la mañana, López salió de su casa ubicada en el barrio Toba de la zona suroeste y caminó alrededor de 11 cuadras para llegar hasta su trabajo. Pero cuando le faltaban sólo 100 metros para arribar, un balazo calibre 22 lo hirió por la espalda. Quien lo baleó le quitó su mochila, en la que llevaba algo de comida, un par de pesos y un celular, y lo dejó morir sobre el pavimento.
Explotados. "Todos estamos muy enojados, porque la persona para la que trabajamos no se quiere hacer cargo de nada de lo que le pasó a Claudio. Se supone que el seguro te cubre una hora antes y una hora después de tu jornada de trabajo, pero Claudio, como la mayoría de nosotros estaba en negro. Nosotros trabajamos al menos 12 horas como custodias. Y le digo 12 horas porque si el relevo no viene te tenés que quedar. No tenemos francos y todo por 17 pesos la hora. A Claudio lo mataron cuando venía a trabajar por 17 pesos la hora", dijo indignado uno de los 20 compañeros del obrero asesinado para robarle la mochila.
Esos mismos trabajadores hicieron foco sobre los dueños de la empresa de seguridad que figura a nombre de una mujer llamada Bernardina y que es la esposa de Ramón A., el hombre con quien se contactaban los empleados.
Los guardias indicaron que López trabajaba en el predio que una empresa de transporte de grúas y carretones tiene en Espinosa entre Juna Pablo II y Calle 1818, en el suroeste de Rosario. "Nosotros vamos a tomar servicio ahí una hora antes de nuestro turno y después Ramón A. nos lleva en una camioneta a los objetivos (por los lugares en los que custodian), que son más de 20. La empresa no tiene un nombre. Primero se llamó como él, después como el hijo y ahora como la esposa. Es es una empresa fantasma. De los 20 que trabajamos, en blanco debe haber 5 ó 6", explicó uno de los trabajadores, quien pidió la reserva de su identidad porque teme por su suerte ya que Ramón A. es un gendarme retirado.
En barrio Toba. Claudio López vivía junto a su familia en las inmediaciones de Aborígenes Argentinos y Rouillón, en el barrio Toba de la zona suroeste. "Nosotros vivimos acá desde que se inauguró el barrio y se dieron las casitas (1991)", explicó cordialmente Claudio Ernesto, el hermano mayor de la víctima. "Mi hermano era un muchacho tranquilo, familiero. No salía nunca y lo único que quería era trabajar para ayudar a la casa, porque con el sueldo de mi papá no les alcanza", explicó. "Era la segunda vez que mi hermano trabajaba para Ramón. La anterior fue el año pasado y estuvo una semana", indicó.
"Mi hermano salió de la casa a las 4.30 porque tenía que estar a las 5 en el objetivo", explicó Claudio. Entre los trabajadores, al predio de Espinosa y Juan Pablo II lo llaman "el lugar donde están los fierros". Allí no existe ningún cartel que visibilice la firma o quien es su propietario. Sólo una advertencia de que se trata de una propiedad privada.
López caminó por Aborígenes Argentinos hacia el oeste seis cuadras y llegó a la colectora. Luego encaró por Juan Pablo II hasta Espinosa, en los confines del barrios Manantial. Vestía ropa de trabajo y llevaba una pequeña mochila.
El predio donde trabajó hasta ayer tiene dos portones. Uno por la colectora y otra en el cruce de Espinosa y Provincias Unidas. Allí debía anunciarse mediante un handy para que su compañero le abriera. Pero no pudo llegar. En la esquina de Espinosa y la colectora, frente al portón de ingreso de la empresa de comercialización de camiones y ómnibus VW Devol, López fue atacado. Un balazo calibre 22 le impactó en la espalda, por debajo del omóplato izquierdo. "Mi compañero me contó que él no escuchó nada. Solo vio el cuerpo tirado después de las 5.30 y llamó al 911", explicó un empleado de seguridad de la firma Devol.
La familia López se enteró de lo sucedido poco después. "A mi hermano le robaron la mochila en la que llevaba algo para comer y unos pocos pesos. Como no vivimos lejos, al mediodía yo le llevaba comida", recordó el hermano de la víctima.
Ayer a media mañana en el predio que debía custodiar Claudio López, repleto de maquinaria obsoleta, había tres perros y una moto. Ningún empleado se asomó ante los reiterados llamados del cronista. El crimen de Claudio López es investigado por el fiscal de la unidad de homicidios Miguel Moreno y efectivos de la comisaría 32ª y la Policía de Investigaciones (PDI).
Recapturan a condenada por asesinar al marido
Una joven que había sido condenada a 12 años de prisión por haber asesinado a su pareja hace dos años y que no había regresado a prisión tras salir con un permiso transitorio, fue recapturada el viernes y ya está nuevamente tras las rejas cumpliendo la pena impuesta.
Se trata de la joven identificada como Débora Natalie Vespucio, de 24 años, quien fue sentenciada a cumplir 12 años de cárcel por matar a su concubino, Facundo Medrano, la madrugada del 5 de septiembre de 2013 en una vivienda de la zona sur de la ciudad y en el marco de una presunta pelea de pareja que, según algunos testigos, eran habituales.
El arresto, dijeron fuentes oficiales, estuvo a cargo del personal de la Sección Operativa de Capturas dependiente de la Región IV (Nodo Rosario) de la policía provincial, que actuó por orden del Juzgado de Ejecución Penal y llevó adelante tres allanamientos. A la joven la encontraron en una casa de avenida Grandoli al 3800 y la buscada no opuso resistencia. Otros dos allanamientos realizados en casillas de una villa cercana en forma simultánea por disposición de la Justicia dieron resultados negativos.
El hecho. La madrugada del jueves 5 de septiembre de 2013 Medrano y Vespucio mantuvieron una dura discusión en el departamento de pasillo que compartían en Biedma al 110 bis, en el corazón de barrio Tablada.
En ese marco la joven agarró un cuchillo de cocina con el que apuñaló a su concubino en el tórax y éste rápidamente se desvaneció. Con una profunda herida en el pecho y perdiendo mucha sangre, Débora lo cargó en el auto de un vecino y lo llevó a la guardia del hospital Roque Sáenz Peña, donde el hombre falleció pocas horas más tarde.
En un primer momento´y buscando despegarse de la situación, la mujer contó a la policía apostada en el hospital que su pareja había salido de la casa para comprar algunas cosas en un quiosco cercano y que a los pocos minutos regresó malherido. Entonces le habría dicho: "Me la pegaron negrita, me la pegaron", mostrando una profunda herida de puñal en el pecho y simulando que había sido atacado en un robo.
Sin embargo, los pesquisas pusieron muchos reparos a ese testimonio y se hicieron de la carpeta de antecedentes penales de la víctima. Pero todo cambió cuando la tarde siguiente al crimen se presentó espontáneamente en la seccional 16ª un hombre que fue identificado como José y declaró que estaba en la vivienda con Medrano y su pareja en el momento del homicidio. Ese testigo inculpó directamente a Débora Vespucio. "Discutieron fuerte y ella agarró un cuchillo y lo apuñaló", dijo el hombre que así cambió el eje de la investigación.