A las 18.30 de ayer los vecinos de Cerrito y Riccheri, en pleno barrio Parque, escucharon al menos una decena de disparos que alteraron la calma. El destinatario de los tiros fue Diego Fabio Mujica, un joven de 24 años que quedó sin vida dentro de su viejo Volkswagen Gol Country con una pistola calibre 22 milímetros en el regazo y una vaina servida de ese arma a sus pies, lo que indicaría que pudo repeler el ataque sufrido. En tanto, desde afuera, un disparo calibre 9 milímetros perforó la ventanilla y al menos cuatro atravesaron la puerta del conductor.
El muchacho, según sus allegados, vivía desde hace un par de semanas en una casa de Riccheri al 2100, a sólo 70 metros de donde lo ejecutaron. Y esas mismas personas sugirieron que había recibido amenazas de parte de un ex convicto. De allí que los pesquisas entienden que el de Mujica fue un crimen mafioso.
El auto de Diego estaba estacionado. El joven recién se había sentado en su interior cuando, de acuerdo a los vecinos, llegó otro vehículo que se le puso a la par y evitó que arrancara. De ese rodado, que algunos dicen era un compacto blanco, bajó un hombre que se acercó a la ventanilla donde estaba Mujica e intercambió algunas palabras con él. Tras ello disparó sin piedad. Diez vainas servidas quedaron esparcidas en la calle. Después huyó con la misma velocidad y en el mismo rodado en el que había llegado.
En minutos, alertados por la gente del barrio, los familiares de Diego salieron de sus viviendas y fueron hacia el auto para auxiliar al joven. Pero era tarde. Y al llegar la policía el cuerpo quedó allí, sentado en la butaca del conductor.
Lo buscaron
Diego Mujica vivía con su esposa y un hijo de 3 años en la casa que fue de su abuela. Se habían mudado allí hace un par de semanas desde la zona de Laprida y Amenábar, en barrio Tablada. Sus padres también viven en el barrio, a unas dos cuadras de donde residía la víctima.
Según dijo el papá de Diego, obubilado y pidiendo ante los medios que se hiciera presente la fiscal, su hijo habría tenido algunos problemas de adicciones; y admitió que él “le recomendaba siempre que se cuidara, que anduviera por el buen camino”, según relató el hermano de Diego a este diario. Y comentó que el muchacho no tenía un trabajo fijo y se movía en el ambiente de la noche. Tocaba música trap y había grabado videos para redes sociales.
“¿Es posible que se la agarren con la familia?, por ahí quieran matarnos o algo así”, se preguntaba el hermano de Deigo a la vez que su entorno arriesgaba distintas hipótesis: “Lo venían siguiendo, lo mataron con una metralleta, fue una muerte salvaje”.
Mientras los minutos se sucedían, las conjeturas comenzaron a tomar otra forma a partir de testimonios de allegados y familiares de Mujica. “Él se reunía con gente de Villa Gobernador Gálvez, esa era su banda de amigos. Pero hace un tiempo recibió una llamada de un ex amigo de otra banda y que estuvo preso en Coronda. No sabemos que problema tuvo con este pibe, pero él le decía que no hiciera puterío porque tenía miedo que lo mataran al hijo y a él. No sabemos qué pasó después”, dijo un amigo.
En tanto, otro fue un poco más allá y agregó: “Me parece que el pibe que estuvo preso lo amenazó y le dijo que cuando saliera de Coronda la iba a pasar mal, y parece que salió de la cárcel hace una semana”. Todos datos a ser corroboradas por la investigación policial y judicial.
En el barrio funciona una alarma comunitaria y sobre una pared de una casa de Riccheri y Cerrito hay dos cámaras de seguridad que apuntan a la calle, aunque lejos del lugar en el que estaba el auto de Mujica. No obstante, sus registros podrían haber captado el paso y la fuga del vehículo de los asesinos.
La causa del crimen quedó en manos de la fiscal de la Unidad de Homicidios Dolosos Marisol Fabbro y los agentes de la División Homicidios de la Agencia de Investigación Criminal que anoche relevaban la escena criminal.