Siete estruendos sacudieron la noche del viernes en Empalme Graneros. Los vecinos que habitan las inmediaciones de La República y Virgilio Ottone creyeron que se trataba de la pirotecnia por las fiestas de fin de año. Pero eran detonaciones de una pistola calibre 380 que impactaron de lleno en la humanidad de Germán Ibarra, de 39 años. El hombre recibió proyectiles en el cráneo y la espalda, todos efectuados desde muy corta distancia. En ese momento Ibarra estaba junto a seis amigos tomando algo a metros de una imponente pintada de Newell's Old Boys, "el escudo mas famoso de Empalme", según lo calificó la víctima en su muro de Facebook un día antes de ser asesinado.
"Que boludo ese Germán. Teniendo su trabajo vendía esa porquería y seguramente lo mató algún que otro transero", reflexionó sin agregar una palabra de más, una doña que vive a pocos metros de la casa paterna de Germán, en Barra al 1200 bis, a ocho cuadras de la escena del crimen. "Acá, en esta esquina, todas las noches se juntan esos pibes. Y se juntan acá porque se vende droga. Lo que pasa es que ¿quién lo va a decir?, ¿quién lo va a denunciar si por acá pasan los patrulleros y nadie hace nada?", explicó una vecina en la esquina de la escuela 456 "Carlos Pellegrini". Y ese testimonio relegó la versión de que el ataque podría tener un trasfondo de rivalidad futbolística, una versión que corrió a primera hora de la mañana. "¿Un tiroteo por fútbol? Eso en este barrio eso no pasa", relató una vecina.
El caso quedó en manos de la fiscal de la unidad de homicidios Marisol Fabbro, quien ordenó una serie de medidas en torno a la escena del crimen, de donde se secuestraron siete vainas servidas calibre 380.
Últimas palabras. "Bueno, día tranquilo. Ahora a fumar un buen fasito, un toque de tele y a dormir. Un beso para mi único amor: hija te amo. Y un abrazo para todos los cumpas del escudo mas famoso de Empalme. Aguante La Lepra". A las 4.54 del viernes Germán Ibarra hizo su último posteó en Facebook, cuyo perfil está ilustrado por la foto de una mochila de Newell's rodeada de billetes, algunas pastillas y envoltorios de algo similar a la marihuana. Unas 17 horas después de ese mensaje su cuerpo era cargado en la mortera municipal.
Según se pudo reconstruir, a las 22.30 del viernes Ibarra y seis amigos tomaban algo en un minimarket de Ottone y La República, a escasos 150 metros de la vecinal de Empalme Graneros y a 250 de la comisaría 20ª. En diagonal está la escuela "Carlos Pellegrini" y enfrente una imponente pintada en rojo y negro firmada por una docena de nombres y apodos. Uno de ellos, en lo más alto, es el de Germán.
Punto de reunión. "Los pibes se juntan en esa esquina a la tardecita. Es raro que se hayan quedado hasta tan tarde porque son todos grandes y todos del barrio. Yo escuche los disparos, pero pensé que eran cuetes. Lo que pasa es que a esa hora por acá no anda nadie", explicó una vecina. Ayer por la mañana los vecinos de Empalme, a la altura de Virgilio Ottone al 700 bis, mostraban su esputor al conocer la noticia. "¿Qué pasó? ¿Mataron a un pibe? Viste, esos eran los estruendos que escuchamos anoche al salir de la iglesia", le dijo una vecina a otra haciendo referencia a un templo situado sobre Ottone al 900.
La fiscal Fabbro trabajaba ayer para determinar la dinámica del ataque. Algunos vecinos dijeron escuchar el motor de una moto tras los balazos. Otro detalle es si el tirador abrió fuego contra el grupo o sólo se concentró, como hace inferir la precisión de los disparos, sobre la humanidad de Ibarra. Lo concreto es que los siete tiros dieron en el cuerpo de la víctima, que todos fueron ejecutados por la espalda y a quemarropa, desde muy corta distancia. El dibujo de los rastros de las vainas marcados sobre el pavimento hacen inferir que los agresores llegaron desde Juan José Paso.
En Barra al 1200 bis, donde residía Ibarra en una casa de pasillo, a metros de la vivienda de su padre, los vecinos también se mostraron cautos a la hora de hablar del asesinado. "Mirá, todo bien, pero yo no me quiero comprometer al pedo", explicó un hombre de la cuadra. El padre del muchacho, que es viudo, fue quien lo reconoció mientras su cuerpo estaba tirado sobre la vereda. La fiscal Fabbro designó a la Policía de Investigaciones para que trabaje sobre el terreno.
Desidia
Como se ha vuelto una ingrata costumbre, en la escena del crimen de Germán Ibarra quedaron tirados una decena de guantes de látex y un manchón de sangre que sirvió de centro de disputa para los perros hambrientos. Esos elementos, sumados a la basura acumulada en la zona de Ottone entre La República y José Ingenieros, le dieron un tono truculento a la muerte de Ibarra.