Durante un par de minutos, ayer al mediodía, Italia entre 27 de Febrero y Ocampo fue escenario de un descomunal tiroteo que finalizó con dos heridos. Uno de ellos es un nene de 10 años, Tomás, que recibió el roce de un proyectil. El otro un gendarme que, según confiaron los vecinos, realizaba vestido de civil un servicio de custodia personal en un supermercado de Ocampo al 1700 y se enfrentó con un ladrón que había robado una ferretería. El custodio recibió dos balazos en sus piernas. Tras ese enfrentamiento, el delincuente huyó en un taxi. Sería finalmente detenido en Biedma y Moreno, previo intercambio de disparos con efectivos de la brigada Motorizada. El maleante resultó herido en una mano.
El ladrón se identificó como Martín Marcelo S., de 33 años. La policía reportó que hace un mes había salido de la cárcel con un beneficio legal. Le secuestraron una pistola Browning calibre 9 milímetros con su numeración limada y una mochila en la que llevaba dos cargadores, 2800 pesos, una campera azul con el escudo de Rosario Central y una gorra negra. La ropa es similar la que utilizó al momento de robar la ferretería Aladana, en 27 de Febrero y España.
El nene de 10 años quedó internado en el Sanatorio de Niños de Alvear al 900. Resultó herido por el roce de un proyectil en la cabeza y su estado no era grave. En tanto, el cabo primero de Gendarmería Gustavo V., de 34 años, quien presta servicios en la Unidad Móvil 2, quedó internado fuera de peligro en el hospital Español.
Sembrado de balas. Ayer a las 12.45, Italia entre 27 y Ocampo tenía la fisonomía de un set de filmación de una serie policial. Dieciocho marcas de casquillos 9 milímetros sobre el pavimento exponían la ferocidad del tiroteo. Una mancha de sangre a las puertas de una obra en construcción marcaba el punto exacto donde el gendarme cayó herido.
Una veintena de vecinos contaban lo que habían visto o les habían comentado sobre el robo y posterior tiroteo. Tampoco dejaban de mencionar una y otra vez el asesinato de Diego Gurruchaga, el dueño de la heladería La Gata Alegría, baleado hace un año en 27 de Febrero entre Dorrego y Moreno.
Todo comenzó a la hora señalada en la ferretería Aladana, frente al bar Willow. "Estaba con mi esposa comprando cuando entró al lugar un muchacho y, tras empujarme, me puso el arma en las costillas. «Metete adentro que esto es un robo. Dame el celular y la plata»", rememoró Leonel, una de las víctimas del atraco.
"Dale la guita". Por el relato de la víctima, en el lugar había al menos cuatro personas, entre ellas un empleado del lugar reticente a entregar nada. "Yo le dije al empleado, «dale la guita que nos van a matar a todos»", recalcó Leonel. "Para mí, el ladrón estaba bien cuerdo. No estaba alterado ni mucho menos", indicó el muchacho. Con el botín en la mochila, el ladrón se escurrió y comenzó una de película. "Justo que el choro salió corriendo pasaban por el lugar dos policías caminantes (efectivos de la Brigada de Orden Urbano que realizan patrullaje a pie) y lo empezaron a correr", comentó una doña de la cuadra.
Así empezó una carrera que tuvo como circuito improvisado las veredas de las calles España, Ocampo e Italia. El ladrón llevaba la delantera y por detrás se encolumnaron los dos vigilantes del BOU -un hombre y una mujer- y el empleado de la ferretería que, loco de indignación, se sumó a la persecución a pie y a los gritos. Pero eso no fue todo. Un Chevrolet Corsa color gris, que sería de un testigo ocasional del hecho, siguió a los corredores en contramano por las calles mencionadas.
Primer tiroteo. Al pasar frente al supermercado Modena, de Ocampo al 1700, el cabo primero de Gendarmería Gustavo V., de 34 años, quien estaba vestido de civil, se sumó a la carrera. El malón dobló por Italia y a mitad de cuadra se dio el cuadro final de esa escena. A punto de ser atrapado, el ladrón se cubrió a los tiros con su Browning 9 milímetros y el cabo de la Gendarmería repelió el ataque con su Beretta del mismo calibre. Los vecinos dijeron que se escucharon al menos una docena de disparos. Sobre la calle quedaron 18 vainas servidas.
El cabo de Gendarmería cayó sobre la vereda con dos balazos en sus piernas. A los pocos metros se escuchó el grito desgarrador de un hombre: "Hirieron a mi hijo. Hirieron a mi hijo". Inmediatamente el hombre se subió a un furgón Renault Trafic blanco que estaba estacionada a la altura del 2517 de Italia y salió llevando a su hijo Tomás, de diez años, hacia el Sanatorio de Niños (ver aparte).
"Para nosotros fue muy raro porque primero vimos el robo a la ferretería. El ladrón llevaba una mochila y lo corrían. Después escuchamos los tiros y vimos a la distancia como el choro cruzaba 27 de Febrero", contó una testigo.
Segundo tiroteo. Dejando atrás la escena del tiroteo, el ladrón corrió hasta Gálvez e Italia donde se subió a un taxi. Pero los estampidos de la balacera sirvieron como alarma y un testigo registró el número RA del taxi. Fue cuestión de minutos hasta que ese número llegó a manos de la policía y desde el 911 se comenzó a trabajar triangulando las coordenadas que emitía el GPS de la unidad. Una dotación de la brigada de Motorizada interceptó el rodado en Seguí y Dorrego, pero el maleante ya se había bajado del taxi.
Los uniformados patrullaron el área y vieron a un hombre cuya descripción se ajustaba al del fugado que ingresaba a un pasillo de Biedma casi esquina Moreno. "Cuando la dotación le dio la voz de alto, el sospechoso abrió fuego dos veces. Esa agresión fue repelida y el delincuente resultó baleado en una de sus manos", indicó una fuente allegada a la pesquisa.
Tras ser asistido, Martín Marcelo S. fue trasladado a la seccional 5ª y quedó a disposición del juez Luis María Caterina, acusado de robo calificado, resistencia a la autoridad y lesiones. Había salido hace un mes de la cárcel de Riccheri y Zeballos donde estuvo por delitos de robo a mano armada.