La detención de un adolescente de 16 años que el fin de semana fue apresado dos veces por la policía y en ambos casos recuperó la libertad por orden judicial dejó expuesta, una vez más, una histórica controversia entre las fuerzas de seguridad y el Poder Judicial sobre el tratamiento de casos que involucran a menores de edad. El chico fue apresado luego de un incidente en el que fue baleado un policía y al día siguiente volvieron a detenerlo por el intento de robo a un panadero. En medio de reclamos de corte punitivista de algunos sectores de la sociedad, el suceso cobró notoriedad y hasta se difundieron fotos personales del muchacho con los ojos tapados. Pero en las dos ocasiones una jueza de Menores consideró que ninguna evidencia avalaba los arrestos. Por eso el chico volvió a su casa y no fue imputado de delito alguno.
La discusión no es nueva y suele reactivarse con especial énfasis cuando involucra a menores de 18 años. En esta ocasión se disparó tras un hecho en el que fue baleado un policía que cubría servicios de vigilancia adicional en la punta de línea del 146, en una estación de servicio de Fisherton. Fue el sábado a la tarde en Génova y Acevedo, cuando un muchacho que se acercó en bicicleta apuntó al efectivo al grito de “tirate al piso” y le provocó una herida de bala con orificio de entrada y salida en la rodilla izquierda.
Según el parte policial que difundió el Ministerio de Seguridad, “gracias a trabajos de inteligencia la policía identificó al autor en Juan B. Justo y García del Cossio”. En ese lugar se invocó una persecución hasta una casa del pasaje Carobera al 1200 donde fue detenido Mariano V., de 16 años. De acuerdo con el relato policial, a las 2.05 de la madrugada la jueza de Menores Dolores Aguirre Guarrochena dispuso que fuera “entregado a su progenitora, quedando en curso la averiguación de otro posible hecho”.
El reporte oficial continúa diciendo que a las 9.11 de la mañana siguiente, “el personal que se encontraba realizando tareas de prevención en la zona fue alertado por los vecinos sobre un intento de robo a un panadero cerca de pasaje Carobera al 1200”. La víctima les dijo a los policías que había sido abordado por un menor que “vive en la zona”, que intentó robarle y ante su resistencia “le efectuó un disparo al vehículo y se dio a la fuga”.
Los policías concluyeron en base a “testimonios” que se trataba una vez más de Mariano y cerca de las 15 del domingo lo detuvieron cuando iba en una moto con “el cuadro limado y la suma de 3.700” pesos en Urquiza y Felipe Moré. La consulta al juzgado de Menores Nº 4 arrojó el mismo resultado: se dispuso que regresara a su casa y se elevaran copias de las actuaciones.
Prensa y difusión
El mismo domingo el parte policial fue difundido por el Ministerio de Seguridad mientras comenzaban a circular fotos del chico que no fueron ordenadas por el juzgado ni son las clásicas tomas de espaldas de los procedimientos policiales: en la primera se lo ve con el rostro en primer plano y los ojos cubiertos por un rectángulo negro; en otra está de pie con un arma en la mano y acompañado por una chica, y en la tercera posa sobre una moto con una gorrita.
La noticia del joven detenido que reincidió a horas de salir comenzó a circular y el mismo domingo a la tarde el ministro de Seguridad provincial, Marcelo Saín, publicó en su cuenta personal de Twitter una nota de un portal de la ciudad de Santa Fe con una foto pixelada del chico. “Si este pibe sigue en libertad —tuiteó el ministro— va a matar a alguien o lo van a matar, sin dudas. No digo, como lo hacían otros, que todo el problema es de la Justicia, haciéndome el «oso» acerca de los problemas del sistema de seguridad deplorable que existe en Santa Fe. Señalo que hay fiscales y jueces que deben esforzarse en realizar sus labores con responsabilidad”.
La difusión del caso siguió ayer y disparó el clásico concepto de la “puerta giratoria” y reclamos punitivistas de los comentarios de los portales pero también declaraciones como las del penalista Víctor Corvalán, quien dijo en una entrevista con La Ocho: “La solución no se encuentra en el castigo, sobre todo con los menores. Hay que profundizar las políticas que ataquen a las causas”. O las de una mujer que trabaja en la iglesia del Buen Samaritano, dijo conocer a Mariano “de chiquito” y expresó por radio que el chico tuvo una infancia atravesada por la pobreza y una adolescencia marcada por el consumo problemático de drogas. Contó que vive con una familia trabajadora, que su papá hace changas y cirujea y que se alimentan en el comedor de la parroquia.
Extrañas maniobras
Lo que también se conoció ayer fueron los fundamentos de la decisión judicial de liberar dos veces al adolescente. Según fuentes del caso, en ambos hechos obedeció a que la policía no ofreció prueba alguna de que el chico detenido estuviera conectado a los delitos que le endilgaban. La primera consulta al juzgado de Menores llegó a la madrugada del sábado desde la comisaría 17ª —cuando al parecer llevaba allí varias horas— con un relato extraño: se lo señalaba como sospechoso del disparo sólo por su apodo y alegando que no había otras pruebas porque “una vecina había salido a barrer la pólvora”.
Al advertir que el personal policial había ingresado a detener al menor a un domicilio sin orden judicial ni pruebas, la jueza dispuso que fuera entregado a los padres y se remitieran las actuaciones. La consulta posterior del domingo, según las fuentes, aludía a un muchacho que fue detenido porque realizó “una maniobra extraña con la moto”, cuyos guarismos fueron chequeados y no tenía ninguna restricción para circular.
En esa entrevista los efectivos dijeron que, según un acta policial pero sin citar testigos, el adolescente era el mismo que había baleado al policía un día antes. Además se le achacaba una imputación por el intento de robo a un panadero en base a que había sido cometido por “un muchacho morocho de pelo negro, con gorrita azul de visera blanca”.
La jueza Aguirre Guarrochena no advirtió pruebas que justificaran su detención y ordenó una constatación de domicilio. Comprobó que si bien en el barrio el joven es tildado de problemático sólo tiene una causa por un delito leve del año pasado, con intervención de la Secretaría Social del juzgado.
Cautela
Las actuaciones van a ser evaluadas en el juzgado pero ante la falta de elementos el muchacho no fue imputado de delito alguno. En tanto, ante la circulación de su nombre y sus fotos, la jueza se reunió ayer con el jefe de la Unidad Regional II, Danilo Villán, y el titular de Orden Público para solicitar una mayor cautela en la difusión de casos en los que no existen elementos de convicción para un arresto. Y les pidió un especial cuidado con la circulación de fotos personales de menores. El planteo, según trascendió, será trasladado a un área de control institucional de la policía para evitar relatos que generen tensión social en perjuicio de sectores vulnerables.