Mauro Alexander Campos había sido condenado en un juicio oral a 14 años de prisión por matar de 24 puñaladas a un conocido cuando volvían de bailar con otros tres amigos en Capitán Bermúdez. Esa pena, elevada para un homicidio simple, fue reducida a 12 años por un tribunal de apelación. Los jueces tuvieron en cuenta que esa figura prevé un mínimo de 8 años, que el agresor carece de antecedentes penales y que fue provocado por el joven fallecido, quien accedió a una pelea pese a estar tan alcoholizado que casi no podía defenderse.
Campos fue condenado como autor del crimen de Marcial Iván Palavecino, con quien habían salido a bailar la noche del 25 de mayo de 2014. A la salida mantuvieron una discusión que escaló en violencia cuando regresaban en auto con otros tres amigos. La rebaja de la pena fue dispuesta por los camaristas Daniel Acosta y Gegorgina Depetris, mientras que el tercer integrante del tribunal, Alfredo Ivaldi Artacho, se abstuvo.
La revisión de la condena se produjo tras una audiencia de apelación en la cual la defensora pública Priscila Arambarri había pedido una disminución de la pena, que se lo sentenciara por exceso en la legítima defensa o su absolución por falta de pruebas. Planteó que existió una “valoración arbitraria e ilógica de la prueba producida en el juicio”.
Las audiencias se desarrollaron en junio pasado en los Tribunales de San Lorenzo. Fue el segundo debate oral y público realizado allí tras la reforma del sistema penal, en febrero de 2014. La condena a 14 años de prisión fue dictada por un tribunal presidido por la jueza de San Lorenzo Griselda Strólogo, e integrado por Jesús Rizzardi, de Cañada de Gómez, y Rubén Bissio, de Villa Constitución.
“En el juicio se acreditó que fue él quien dio las más de 20 puñaladas y los testigos lo sindicaron. Vieron a la víctima herida y al atacante lleno de sangre. Todos eran conocidos”, dijo entonces el fiscal Juan Carlos Ledesma, quien pretendía encuadrar el crimen como alevoso y explicó que la alta pena estaba justificada por la agonía y el sufrimiento causados a la víctima.
Pelea en la calle. Campos, entonces de 22 años, se entregó en la comisaría 2ª de Capitán Bermúdez el 27 de mayo del año pasado. Dos días antes había ido a bailar con Palavecino, de 29 años y padre de dos hijos. Fueron a boliches de Bermúdez y de Granadero Baigorria. Cerca de las 5 volvían en auto cuando se originó la discusión. Los testigos, dos varones y una chica, contaron que Palavecino estaba alcoholizado y que la discusión subió tanto de tono que en el barrio Copello ambos bajaron del vehículo y empezaron a golpearse.
Como no pudieron separarlos, los otros miembros del grupo decidieron seguir camino y volvieron al auto. El conductor lo puso en marcha y entonces vio que Palavecino se desplomaba. Si bien no advirtieron las puñaladas, los tres dieron cuenta de la pelea. Luego cargaron a Palavecino al auto y lo llevaron agonizando hasta el Hospital Eva Perón pero murió antes de llegar con 24 puñaladas, tres de ellas letales. Según la autopsia, tenía un alto nivel de alcohol en sangre que afectó su sistema motriz y capacidad de reacción.
El arma homicida no se halló y Campos recién declaró en el juicio. Admitió la pelea con Palavecino y dijo que esgrimió un arma blanca para defenderse pero que no fue él quien apuñaló a la víctima.
El fallo de Cámara analizó los testimonios de los amigos de ambos como una prueba decisiva. Los camaristas remarcaron que los testigos sólo contaron lo que vieron, sin ánimo de perjudicar a Campos. “No resulta fácil la sindicación de un crimen violento en épocas donde lo que sobra es la violencia, sin perjuicio de la lógica resistencia ante la proximidad afectiva con el imputado”, evaluaron.
Los jueces aceptaron reducir la pena al constatarse que en el trayecto en el auto Palavecino provocó a Campos al proponerle al resto del grupo “drogar y someter sexualmente” a su ex novia, algo que “si bien no justifica la conducta del agente, sí pone un límite a su culpabilidad”. A esto se sumó su falta de antecedentes, “la impresión causada en la audiencia y la escala penal de un delito que parte de un piso de 8 años”. Pero concluyeron que la cantidad de puñaladas revela que “a todas luces su obrar fue doloso”.