El drama de vivir sin agua ni conexión eléctrica en un suburbio de Rosario le acarreó demasiados problemas a Alexis Franco R. En el verano de 2019 se mudó con su familia a una casa detrás del Mercado de Concentración de Fisherton. Entonces empezaron las discusiones con su vecino “Chope”, quien lo culpaba de los bajones de tensión en su casa lindera por estar enganchado a la luz. Hasta que el 21 de octubre del año pasado todo se desmadró. Alexis estaba con su pareja y su hijo de 2 años en un kiosco cuando apareció Chope en bicicleta, le descargó cinco tiros en la cara y la espalda y corrió a esconderse detrás de un volquete. Después se fue del barrio.
Poco se supo de él hasta que días atrás se entregó en una comisaría. Dijo que no soportaba más vivir escondido y quedó preso por el homicidio fallido de su vecino de 23 años, que sobrevivió a los disparos pero quedó con serias secuelas: dificultades en la movilidad de los brazos, fracturas en el maxilar y la pérdida de la visión de un ojo. En el mismo incidente fue herido un conocido de los dueños del kiosco que miraba televisión en la casa pegada al local cuando sintió el ardor de un balazo descarriado que le pegó en un hombro.
Chope preso
La fiscal Marisol Fabbro le imputó toda esa descarga de plomo a Dalmacio Herminio C., un albañil analfabeto de 44 años conocido por sus vecinos como “Chope”. Quedó preso por esos disparos que parecen salidos de un arrebato de furia. Es que después de vaciar un revólver calibre 38 corto a media mañana de un lunes dejó la bicicleta en el lugar y se fue corriendo. No regresó a su casa ni a la empresa constructora donde trabajaba. Su rastro se perdió hasta que a las 11.30 del lunes pasado, nueve meses y trece días después, se presentó en una comisaría.
Así quedó consignado entre las evidencias que la fiscal leyó para imputarlo como autor de una tentativa de homicidio agravado, lesiones leves culposas y la portación ilegal de un arma de guerra. El defensor público Martín Riccardi pidió que no quedara preso. Pero la jueza Eleonora Verón le dictó la prisión preventiva hasta la audiencia preliminar al juicio -tal como pidió en la audiencia un familiar de la víctima- con la posibilidad de revisar la medida dentro de 45 días. La fiscal afirmó que los vecinos dicen estar “más tranquilos” desde que Dalmacio se fue.
El barrio se conoce como La Antenita o La Chanchería y queda al oeste de Wilde, donde Mendoza se convierte en la avenida San José de Calasanz. En un pasillo cerca de la primera entrada al caserío, en Nochetto al 1100, está el kiosco donde Franco R., de 23 años, compraba dos yogures para sus hijos la mañana el 21 de octubre de 2019. Era cerca de las 10 y media. Estaba acompañado de su pareja, quien llevaba en brazos a su hijo menor de 2 años.
“¡Qué hacés!”
“Estaba atendiendo el negocio. Llegó este muchacho con su señora y su bebé. Ellos fueron a comprar dos yogures y en eso llega Chope. Preguntó por mi marido. Le dije que estaba a media cuadra conversando con una vecina y lo perdí de vista. No alcanzo a buscar los yogures que siento el primer disparo”, contó la dueña del kiosco que atendía desde una ventana a la calle. Al asomarse vio al cliente tirado en el piso y a Chope con un arma en la mano que le seguía tirando.
“¡Qué hacés, Chope!”, gritó la mujer, pero los tiros siguieron: “El se corrió un poquito y le volvió a tirar varias veces más. Le tiró hasta descargar el arma y se fue corriendo para su casa, que queda a una cuadra al fondo del pasillo”. El agresor abandonó la bicicleta junto a un árbol, se ocultó detrás de un contenedor, corrió a su casa y luego se fue en el Renault 12 azul de un familiar.
La quiosquera contó que los problemas entre los vecinos habían empezado ocho meses antes. Entonces Alexis se mudó con su familia al lado de la casa de Chope, quien vivía allí desde hacía siete años. Enseguida comenzaron las discusiones “por la luz y el agua”. La pareja de la víctima indicó que por ese motivo tenía discusiones frecuentes con la mujer del su vecino: “Estaba molesta por el tema de la luz. Como les baja la tensión me echan la culpa por estar enganchados a su corriente. Pero compramos la casa en ese estado. No tenemos agua. Vamos a buscar a la casa de un vecino y para eso pasamos delante de la casa de ellos. Cada vez que pasábamos nos gritaban cosas. Como que éramos una basura y no teníamos que vivir ahí”.
Tres meses internado
Con heridas de bala en la mandíbula, la sien derecha, un hombro y dos por la espalda a la altura del pulmón derecho, R. estuvo tres meses internado en el Heca. Los disparos le fracturaron tres vértebras, varias costillas y la mandíbula; le perforaron un pulmón, perdió la visión del ojo izquierdo y quedó con alteraciones neurológicas en los brazos. “Sin decirme nada me disparó directamente a la cabeza. No llegué ni a cubrirme. Nunca dejó de dispararme. Dejó de disparar cuando se quedó sin balas. Desde ese día no se lo vio más en el barrio”.
La búsqueda incluyó intervenciones telefónicas donde los familiares de C. lamentaban no saber nada de él y capturas de chats de Facebook en las que aludían a su ausencia. En la empresa constructora donde trabajaba desde octubre de 2018 fue dado de baja por ausentarse de su puesto a partir el día del hecho. Poco después, el 12 de noviembre, se presentó a cobrar los días adeudados. Pero se fue antes de que llegara la policía.
El 3 de agosto pasado se presentó en la comisaría 32ª. Dijo que el 21 de octubre de 2019 en “Nochetto y Mendoza” le había disparado a un joven “de unos 20 años” y se retiró sin saber nada más del hecho. El acta consigna que se entregó “al no aguantar más la situación”.