Hace diez años que María G. vive en barrio Cristalería, compró un terreno usurpado sin saberlo. Es una mujer de carácter que ronda los 55 años y es oriunda del conurbano bonaerense. En su segundo matrimonio tuvo tres hijas y un hijo. Dice que tuvo encontronazos con la tercera hija, Tania Rostro, de 24 años. “No me llevo bien con ella”. Tania está presa en la cárcel de mujeres de Rosario imputada de liderar una banda dedicada principalmente al narcomenudeo. María cuenta que ella y sus hijas son perseguidas por otras familias del barrio y que “algunos policías” le atribuyen a la familia “cosas de las que no somos culpables”.
“Mari”, como la llaman, vive en una casa amplia a la que se entra por un garaje. En ese amplio salón enseña danzas otra de sus hijas y además se guardan los dos remises que tiene la familia. La casa suma tres o cuatro dormitorios y una cocina comedor inmensa. En un costado se impone una cama de dos plazas que interrumpe el amplio espacio. Allí se recuesta David Godoy, su hijo, que se mueve en silla de ruedas y que solo se expresa por gestos y sonidos apagados y guturales.
David tuvo un incidente en la Unidad Penitenciaria Nº 3 el 24 de mayo de 2007 cuando fue apuñalado en el pecho mientras cumplía una condena por robo. Tenía 21 años y se encontraba en un pabellón común al que había sido trasladado media hora antes, luego de haber estado en un pabellón evangélico. Tras ganar el juicio que responsabilizó a la provincia por la seguridad de David, en 2012 la familia recibió 2,5 millones de pesos, cifra que según Mari llegó, ajuste mediante, a “casi cinco millones que nos pagaron en cuotas”.
De ese dinero “legal”, como aclara, así como de sus múltiples trabajos, Mari dice haber logrado el sustento económico los últimos ocho años. “Compramos la casa, dos remises e hice otras inversiones. Esta plata la gané limpiamente”.
De izquierda y revolucionaria
María se define como una mujer “revolucionaria y de izquierda”. Colaboró con el gobierno del Frente Progresista y destaca que tuvo comedores y copa de leche desde el 2000.
En julio pasado Mari fue imputada junto con su hija Tania, una amiga, su cuñado y una empleada municipal de integrar con distintos roles una organización narco en los barrios Parque Casas, Nuevo Alberdi y Cristalería. Tania fue imputada de asociación ilícita e instigar dos balaceras y una usurpación. La fiscal Valeria Haurigot indicó que Tania daba las órdenes bajo el padrinazgo —según los investigadores— de la banda Los Monos.
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"La Justicia se equivocó conmigo y con otra mujer a quien sólo vi cuatro veces”, dice sobre la empleada municipal Carol A., que quedó ligada en la causa. “Yo tenía un comedor y Carol me llamó un día, me dijo que había una movida en el barrio. Yo entendí que era por un asunto del comedor pero para la fiscal Valeria Haurigot esa comunicación implicaba que ella me avisaba que iban a allanar varias casas. Pero no era eso lo que me dijo Carol”, asegura Mari.
“La Justicia se confunde. Tania no vivía en mi casa y es una mujer independiente que está separada. Hay personas de otro barrio que nos difaman. Dicen que ella mandó a matar al Ema Pimpi, pero ese crimen lo hicieron otros con mucho poder y contrataron a cuatro sicarios. Tania no tiene ni la plata para pagar esa muerte. Le mataron a Daiana, una amiga de ella y dicen que Tania mandó a matar a otra chica. Por esa causa me sacaron los comedores que tenía en casa y en otro lugar desde que Tania era chiquita. Porque no son una tapadera para negocios ilícitos, como dicen desde la Justicia”.
Para la mujer la persecución a su familia se acentuó porque quieren que deje su casa. “Se la compré a una familia del barrio La Esperanza y es un lugar en el que antes no sé qué funcionaba, es un punto estratégico que une tres barrios: Cristalería, Nuevo Alberdi y la Zona Cero. Pero me van a sacar muerta de esta casa, me costó mucho comprarla”.
En la casa
Mari cuenta que fue una activa militante del gobierno del Frente Progresista. “Trabajé con planes de copa de leche, en cooperativas policiales, vendí pan, rosquitas y hasta fui a buscar comida a merenderos para darle de comer a mis hijos. Y después trabajé en la política. Ahora tengo dos remises con los que hago viajes a Coronda y a Piñero para llevar a familias. Vivo de eso y mi plata es limpia”, aseguró.
Mari está en prisión domiciliaria porque, entre otras cosas, debe ocuparse de su hijo. Las condiciones de libertad de Mari incluyen el pago de fianzas y cauciones, la firma semanal y la prohibición de contacto entre imputados y testigos y víctimas en las causas en su contra.
La mujer sabe mucho y cuenta lo que quiere contar. Su familia no ha pasado buenos momentos y según asegura “somos perseguidos por apellido. Pero Tania es una cosa y sus hermanas y yo no tenemos nada que ver con sus conflictos con familias del barrio”. Días atrás un yerno de Mari que denunció apremios ilegales fue liberado luego de cuatro meses de prisión preventiva; otro de sus yernos afronta un probable juicio por homicidio y “a todos les achacan ser parientes de Tania”.
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“La Justicia se confunde, imputan cosas que no son. Solo quiero que se aclare todo y que los inocentes no tengan problemas”, reclama con voz firme.