El 27 de septiembre Iván Cabrera, a quien su madre Natalia llamaba "Manu", salió de su casa sin decir adónde iba. "Serían cerca de las ocho y media; yo pensé que estaba en el baño. Ni los tiros que lo mataron escuché. Una vecina me tocó a la puerta y me dijo que estaba en la esquina, boca abajo, que le habían disparado", contó su madre.
Iván tenía 20 años y estuvo casi cuatro preso, una parte en el Instituto de Recuperación Adolescente Rosario (Irar) de Saavedra y Cullen, y unos meses, luego de cumplir la mayoría de edad, en la cárcel Nº 3 de Riccheri y Zeballos. En la última etapa de su condena era el encargado de la biblioteca y le prestaba a su padrastro los libros de Harry Potter. Iván escribía poemas y rapeaba; quería ser músico y dar talleres en la cárcel después de terminar la secundaria que cursaba en una escuela nocturna.
Todavía no se sabe por qué lo mataron de cinco balazos a media cuadra de su casa dos hombres en moto que "ni discutieron con él", según contaron vecinos del barrio Las Flores donde el chico vivió con su familia los últimos cinco años.
Fue el viernes 27 de septiembre, alrededor de las 20.30, en Platón y el terraplén, en el límite sur de Las Flores. Hacía un tiempo que había salido de "La Redonda", como se conoce a la cárcel Nº 3. Su madre contó que "fue por un tema de un chico que él conocía y lo mataron, pero no tenía nada que ver con eso. En la Redonda y en el Irar lo re querían".
Chapas, madera y pan
Platón, a la altura del 1900 y donde vivía Iván con su familia, es una callejuela estrecha con casas a ambos lados y perros, desperdicios, pedazos de chapas de autos y zanjas de aguas turbias en ambas veredas. La casa es un rejunte de maderas y chapas en la puerta, pero la cocina y las habitaciones son de cemento.
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El lugar donde fue asesinado Mirko Iván Cabrera, quien recibió al menos cinco disparos.
Diego, el padrastro de Iván, conoció a Natalia a partir de la amistad que él mismo tenía con el adolescente. "Compartíamos charlas y cosas nuestras. Era un gran amigo, lo extraño mucho; sus chistes, su música, sus cuentos y su rap de "la cocina", cómo él lo cantaba mientras amasábamos pan. Por él conocí a Natalia y después tuvimos a Luna", contó en alusión a la hija de dos años de la pareja.
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La familia vive de amasar y vender pan con chicharrón, tortas fritas y pirulines de pasta que venden en Las Flores. "No nos íbamos a otros barrios", aseguró Diego y contó que "mientras Iván estaba en el Irar lo íbamos a ver todos los domingos. Y cuando yo veía que no tenía nada para llevarle trabajaba doble y al otro domingo le llevaba alguna platita. Esos fines de semana lo iba a ver la madre", contó Diego.
Conjeturas
La investigación del crimen está en manos del fiscal Luis Schiappa Pietra. Entre las medidas de rigor que pidió, además de levantar rastros, está la de relevar imágenes de cámaras de videovigilancia en la zona. Sin embargo en este sector del extremo sur rosarino no hay cámaras.
No obstante el fiscal avanzó en una investigación sinuosa, en lugares en donde "nadie habla" como este barrio. "Estamos trabajando con testimonios y conjeturas que dan sus resultados. Hubo avances complejos y estamos investigando el entorno", sostuvo el fiscal al ser consultado días atrás.
En esas cuadras en las que, según dicen los familiares de Iván, "cualquiera habla sin saber ni lo que pudo pasar", se dijo que "el crimen puede haber sido el resultado de una venganza o viejos rencores con gente de otro barrio", y destacan que "dicen que tenía puesta la ropa de otro pibe, tal vez lo confundieron".
"Si él hubiera estado vendiendo drogas nosotros tendríamos algo de plata, no estaríamos vendiendo pan. No sabemos quién lo mató, la gente habla pavadas", sostuvo Diego sobre las versiones que circulan. "El día que lo mataron la ambulancia no llegó nunca a buscarlo, ni siquiera entra al barrio", acotó Natalia.
Cuentos y poemas
Entre las cosas que Iván dejó en los cajones de su dormitorio hay poemas, canciones y cuentos cortos. Como escritor participó de una antología de poemas junto a sus compañeros de cárcel Elías, Alan, Gabriel y otros doce internos.
"Sólo soy yo y mis pensamientos que me invaden/Sólo soy yo y mi cuaderno y mi birome/Sólo soy yo y esa voz que me aconseja seguir/Sólo soy yo entre cuatro paredes y rejas. Esperándote", se lee en "Sólo soy yo", un poema suyo que titula la antología.
Iván escribía y cantaba Rap, su madre muestra el libro que publicaron con algunos de los textos de Ivan.
La familia extraña a Iván hasta lo imposible. "Te contagiaba alegría, felicidad. A veces yo le decía que se callara, porque con sus rap nos hacía reír. En la casa se escuchaba la música que el quería en la casa. Ahora hay silencio, parece que no hay nadie", graficó su padrastro.
"A él también lo ayudó mucho el plan social ese, el Nueva Oportunidad. Aprendió a hacer cosas. Pero con la venta de pan se las arreglaba, ganaría unos 300 pesos por día con eso", explicó Diego.
Mucha potencia
Stefanía, miembro de la organización social "La Bemba del Sur", tomó contacto con Iván cuando el pibe ingresó a La Redonda. "Los medios se quedan con una mirada sesgada sobre chicos como Iván. En él descubrimos que tenía mucha potencia. Que si se lograba accesos a lo cultural y lo social se lograba que él, como era, pudiera armar proyectos de todo tipo. El formaba parte del taller de rap de la cárcel y quería dar esos talleres con pibes de otros barrios y hasta en la misma unidad", dijo sobre el chico al que seguían viendo aún después de que saliera de la cárcel en noviembre de 2018.
"En La Bemba —agregó Stefanía— trabajamos sobre accesos a lo cultural con la premisa de que nadie está fuera de la sociedad, ni aunque esté preso. Discutimos la sociedad de consumo, las imposiciones y sabemos que no hay políticas públicas de inclusión que atiendan casos como los de Iván. Hay que rever las posibilidades que tienen quienes salen de prisión y cómo se implementan las políticas post carcelarias", argumentó.
Tal vez la muerte de Iván nunca se aclare. En el barrio nadie sabe que pasó, ni siquiera su familia. Por si fuera poco, Natalia y Diego suman a todo ese dolor el miedo a que alguien los confunda, que crea que dijeron algo que ni siquiera saben, que amenacen o lastimen a ellos o a sus otros hijos. Miedo, aunque tampoco saben a quién temerle ni por qué.