El martes a la tarde Damián, un relacionista público de 25 años, fue víctima de un inquietante y surrealista tour cuando tres delincuentes armados abordaron su Suzuki Fun en Cochabamba y Dorrego. Estuvo retenido durante media hora, sentado en el asiento de atrás de su auto y apuntado con una pistola 9 milímetros. El paseo, que incluyó calles muy transitadas, lo llevó a cruzar buena parte de la ciudad hasta que lo dejaron abandonado debajo del puente a Victoria. El auto, en tanto, apareció más tarde en Empalme Graneros.
En esa media hora, Damián vivió la experiencia del delito como una rutina casi normal. Pudo charlar con los maleantes y conocer sus modos de vida, siempre apuntado con una pistola. "En un momento le pregunté a uno de ellos: «¿A qué se dedican?». Y me respondió: «Choreamos autos y pedimos rescate. Tenemos un patrón que nos da los fierros (las armas) y nosotros choreamos autos»", rememoró ayer la mañana Damián.
"Antes de bajarme del auto uno de ellos me mostró mi celular y me dijo: «Yo me quedo con este número. Vos me llamas y yo te voy a decir cuánta guita me tenés que dar para recuperar el auto»", recordó la víctima.
Una vez liberado, a Damián le tocó acceder a otro costado normal del delito. "Estuve tres horas para que me tomaran la denuncia. Después, cuando encontraron el auto, me llamó la policía para pedirme que apure los trámites con la grúa del seguro para sacar el auto del lugar donde lo abandonaron porque los efectivos del Comando Radioeléctrico estaban en una zona complicada", explicó el joven.
Media hora en el limbo. El martes por la tarde Damián circulaba en su Suzuki Fun gris plata con vidrios polarizados realizando trámites en el macrocentro. Aproximadamente a las 20 fue hacia Cochabamba y Dorrego para encontrarse con un amigo. Cuando estaba por llegar le sonó el celular y entonces estacionó para atender el llamado. Tenía la ventanilla a medio bajar.
"Estaba hablando cuando vi venir a tres muchachos muy acelerados. Uno de ellos vino de mi lado y me dijo: «Quedate tranquilo y abrile la puerta a mis amigos». Le hice caso y le dije: «Si querés el auto, llevátelo. Yo me bajo». Me dijo que no. «Vos anda para atrás que yo me llevo todo»", recordó Damián. Y así la víctima fue a parar al asiento trasero mientras uno de los maleantes se sentó al volante, otro como acompañante y el tercero sentado sobre su falda.
Largo tour. Así comenzó para Damián un tour desde el macrocentro a la zona noroeste de la ciudad que tuvo pinceladas inquietantes. "Eran muchachos jóvenes, de unos 20 años. El que iba al volante manejaba de manera prepotente, hacía muchas señas de luces y apuraba a los otros autos. Para nada pasaba desapercibido. Después agarró por calles muy transitadas. Eran las 20, no estaba oscuro y agarró por Pellegrini, Oroño, todo el bajo hasta Avellaneda y llegamos a La Florida", explicó.
"Era imposible por la forma de manejar de este pibe que pasáramos desapercibidos. Cuando paramos en el semáforo de Pellegrini y Oroño se nos puso al lado una moto. El motociclista se dio vuelta varias veces a mirar el auto y no es posible que no haya visto que me apuntaban con una pistola. Yo le hice un gesto de que me tenían retenido, pero el motociclista nunca reportó a la policía. La verdad que no lo entiendo", dijo Damián.
Y el Suzuki Fun siguió viaje a fondo. "Iban a unos 80 o 100 kilómetros por hora, que es muy rápido como está el tránsito a esa hora", indicó la víctima. "El que me apuntaba tenía la pistola lista para disparar y el auto se debatía entre aceleradas y frenadas. En un momento uno de ellos me dijo: «Vos quedate tranquilo» y le respondí: «No te preocupes que no me voy a hacer matar por un auto»", explicó.
Las cuadras siguieron pasando. "Me quedó la sensación que no conocían mucho la zona norte. En un momento me dijeron: «Dame la billetera que te vas a bajar». Después pararon el auto frente al destacamento policial de La Florida y uno de ellos dijo: «Acá no que está la cana»", recordó Damián.
Y otra vez en movimiento. "Tras pasar La Florida casi se come la rotonda de la bajada Escauriza y ahí le pedí que me dejara en la colectora de la Circunvalación, a unos 150 metros de Rondeau. Ahí me bajaron y se fueron para el lado de Granadero Baigorria", recalcó Damián.
Pero eso fue sólo una parte. Después fue el tiempo de la denuncia policial, de intentar brindar detalles que nadie escuchó y tener que apurar a la grúa cuando a la 1.15 de la madrugada de ayer el Suzuki Fun apareció abandonado en Cabal al 1300 bis, donde Empalme tiene la fisonomía de un asentamiento.
"Los que me pasearon a mí dejaron el auto en la villa. Después otros lo barretearon y ratearon algunas cosas del interior", comentó Damián. "Lo que me cuesta entender es por qué nadie llamó a la policía. Hubo un montón de indicios que dieron estos pibes con la conducción y no hubo una sóla llamada a la policía. ¿Por qué pasa eso? ¿A nadie le importa?", se preguntó finalmente el muchacho.