La ostensible disminución de denuncias sobre secuestros virtuales en los últimos cuatro meses parece tener un correlato directo con la detención, en junio pasado, de una megabanda de miembros de la comunidad gitana que está acusada de extorsión y asociación ilícita que tenía como principales víctimas a personas que viven solas, preferentemente mujeres y ancianos.
Aunque no se puede hablar de la extinción de los hechos, la merma de denuncias que se registraron en el servicio del 911y el monitoreo del Ministerio Público de la Acusación (MPA) surgen como un indicio claro que la persecución penal sobre esos hechos logró resultados positivos.
Basta con echar una mirada sobre la curva estadística de los ciudadanos que pidieron auxilio al ser víctimas de este tipo de estafas. Mientras que el año arrancó con 225 llamadas en enero, febrero registró 228, marzo 179, abril 86, mayo 137, y junio 109. Pero el 21 de junio se produjo un quiebre con los allanamientos que terminaron con la caída de la banda. Y entonces se notó en la reducción de llamados recibidos en el 911. En julio atendió a 11 personas, 35 en agosto, 5 en septiembre y 12 en octubre.
Sin dudas. El fiscal de la Unidad de Investigación y Juicio Nicolás Foppiani, a cargo de la intrincada pesquisa, rescató la tarea hecha y recordó los pasos dados durante más de un año para desbaratar al grupo, casi todos integrantes de la comunidad gitana y con aceitada logística. El funcionario destacó que las estadísticas "son elocuentes y tienen relación directa con las detenciones de los sospechosos. Se trata indudablemente de la banda que concretaban los secuestros".
"La pesquisa demandó una tarea meticulosa con el rastreo de líneas de telefonía celular, apertura de celdas de antenas (determina ubicación), escuchas en vivo y en diferido, y el entrecruzamiento de datos de calle y el trabajo de la PDI".
Otro aspecto que subrayó Foppiani es que gran cantidad de líneas utilizadas en los delitos fueron activadas con chips de venta libre en cualquier comercio. "Salen como caramelos", advirtió sobre la regular ese tipo de transacción.
La ruta del blanqueo del dinero de los falsos secuestradores que trocaban las ganancias por autos cero kilómetro, electrodomésticos, materiales de construcción y bienes muebles obligó a la Unidad de Delitos Económicos y Complejos a iniciar una investigación paralela.
Joyas por billetes. Un capítulo aparte merece el ardid que empleaban para hacerse de billetes. Los delincuentes empeñaban en el Banco Municipal de Rosario muchas de las joyas que las víctimas entregan por los rescates (ver aparte).
Foppiani también admitió que no se le puede dar tregua a la banda. "Algunos siguen activos y han cambiado la modalidad de estafas. Hay que alentar a las ciudadanía a que denuncie cualquier actitud sospechosa", instó.
Y recordó que se se brindó asistencia a víctimas que no denunciaron los hechos. "Los contactamos por el rastreo de llamadas. Hicimos una tarea inversa, se trata de personas que no hicieron las denuncias por temor y se vieron sorprendidas porque los identificamos y logramos darle respuestas".
La investigación llevó a la detención de 17 personas que están imputadas de extorsión, asociación ilícita y portación de armas. Cinco de ellos bajo prisión domiciliaria, tres con prisión efectiva y nueve en libertad.
Las evidencias exhibidas en las audiencias imputativas parecen conectar directamente los hechos con los protagonistas, requisito necesario para llevarlos a juicio.
Cómo lo hacían. Para concretar los secuestros virtuales la banda realizaba hasta 200 llamadas por noche en las que simulaban tener cautivo al familiar de la víctima y bajo amenazas de matarlo obtenían un botín por el rescate ficticio.
El 21 de junio se concretaron las detenciones en 15 allanamientos en la zona de bulevar Oroño y Lamadrid. Allí se secuestraron 21 vehículos (algunos cero kilómetro y sin patentar), electrodomésticos, joyas, cheques, electrónicos, 20.000 dólares, 56 celulares y armas de fuego.
Se estima que la rentabilidad que logró la banda ascendió a 3 millones de pesos que licuaban con la compra de vehículos, electrónica, muebles y el empeño de las joyas.
Joyas por dinero en el banco
Muchas de las joyas que la banda recibió de sus víctimas fueron halladas en el tesoro del Banco Municipal, donde los maleantes las empeñaban a cambio de dinero. “A través de un cruce de información se determinó que usaban ese mecanismo”, explicó el fiscal Foppiani. Incluso algunas víctimas identificaron como propios esos objetos durante medidas de reconocimiento. “La reglamentación para esa operación indica que no es necesario presentar documentación, simplemente se efectiviza al portador”, indicó el fiscal sobre cómo obtenía la banda dinero en efectivo.