María Teresa De Rossi tenía 54 años y desde hace poco más de seis meses vivía sóla en Mendoza al 1700. En ese mismo lugar, en la parte delantera de la vivienda, tenía su drugstore llamado "De todo un poco". Ayer, antes de las 7 de la mañana, una de sus empleadas la encontró muerta sobre su cama. Tenía un severo golpe en la cabeza que le provocó fractura de cráneo. En el domicilio no había signos de violencia, tampoco cerraduras forzadas y menos aún señas que llevaran a inducir que la mujer trató de defenderse ante la fatal agresión. "Tengo entendido que falto algo de dinero en la caja del negocio, pero no puedo precisar la cantidad. No se secuestró ningún elemento de la escena del crimen que lleve a pensar que pudo ser el usado para golpear a la víctima en la cabeza", explicó el fiscal Pablo Pinto, de la Unidad Especializada en Homicidios, abonando la hipótesis del robo como contexto del crimen.
De Rossi conocía a la persona que la asesinó, dijeron los pesquisas. Ella le franqueó el ingreso primero al maxiquiosco y luego al interior de su domicilio, ubicado detrás del negocio. Ninguna de las cerraduras de la casa estaban violentadas y ninguno de sus dos pequeños perros ladró alterado por la presencia de algún intruso. Con esa persona, María Teresa se sentó a compartir una copa y una charla. Y como evidencia de esa secuencia quedaron dos vasos servidos, uno con un aperitivo y el otro con gaseosa, sobre una mesa ubicada en una sala de estar.
Tras ello, reconstruyeron los investigadores, la mujer se recostó en su cama a fumar un cigarrillo que se terminó consumiendo en un cenicero. Si no hubiera sido por el fuerte golpe que terminó con la vida de la mujer "entre las 2 y las 3 de la madrugada", según explicó el fiscal Pinto tras recibir el dato preliminar del médico policial, la empleada que la encontró pudo haber imaginado que, vencida por el cansancio, De Rossi se durmió sin desvestirse. Pero estaba muerta.
Buscando cámaras. Apenas se conoció el crimen, sobre Mendoza al 1700 se desató una hoguera de versiones y conjeturas más ligadas con la vida privada de la víctima que con datos sobre su asesinato. En lo concreto, De Rossi se instaló en Mendoza 1776 a principios de año luego de que la dueña de la vivienda, en la que supo funcionar una mercería y mimbrería, falleciera. Entonces la mujer montó allí "De todo un poco", una mezcla de drugstore con granjita y fotocopiadora que era atendido por ella y dos empleadas. El local no tiene cámaras de video vigilancia y tampoco hay conexión con la vivienda de la planta alta.
A poco metros del local de De Rossi, y sobre la misma vereda, está la Asociación Unión Islámica de Rosario y la aseguradora de riesgos de trabajo Asociart. Cruzando la calle hay una serie de comercios que van desde la venta de ropa de bebé a un pequeño mercado con carnicería y rotisería. También hay un estacionamiento. De todos ellos, sólo la ART y la cochera tienen cámaras de video vigilancia, aunque los peritos estaban en duda si el ángulo de inclinación de las filmadoras tomaban la puerta del maxiquiosco para ver a quien ingresó con la mujer o salió tras el crimen. Otra duda era si las cámaras filmaban.
Horarios discontinuos. "No hace mucho que está en el barrio. La verdad es que yo no le compraba habitualmente porque a ella le robaron hace dos meses y desde entonces atendía mayoritariamente a través de las rejas. Y no estaba bueno esperar sobre la vereda", contó una doña de la cuadra. "Era una mujer grandota e imponente. Yo le compraba, pero no teníamos muchas más conversación que hablar de precios y mercaderías. ¿Si algo me llamó la atención? Era difícil seguirle los horarios. Por ahí cerraba en horarios pico un par de horas o quedaba abierto de corrido, por ahí tenía abierto hasta las 3 de la mañana, por ahí cerraba a las 21. No mucho más", añadió otra comerciante de la zona. "Yo vivo en el pasillo de al lado del negocio y no escuché nada raro a la madrugada. La mujer tenía unos perritos pequeños que ladraban mucho, pero durante la madrugada no escuché nada extraño", explicó un vecino.
De acuerdo a lo que pudieron reconstruir los investigadores, a las 20 del lunes la empleada de la tarde se fue del negocio y De Rossi siguió atendiendo. Ninguno de los pesquisas se atrevía, al cierre de esta edición, a aventurar hasta que hora estuvo abierto el negocio. Lo concreto es que la empleada que llegó para abrir el local ayer a la mañana se topó con las luces encendidas, dos vasos sobre una mesa y a su patrona asesinada en la cama. En la caja registradora faltó una suma de dinero no precisada y que estaba separada para pagar proveedores. La persona que asesinó a De Rossi cerró la casa y el drugstore con los tiempos de quien conoce la mecánica del lugar.
Poco después de las 8 de la mañana de ayer a la escena del crimen llegaron los dos hijos de la mujer, quienes junto a sus familias residen en la localidad de Bombal, a 90 kilómetros de Rosario. Con ellos se aprestaban a hablar los pesquisas de la sección Homicidios y efectivos de la comisaría 2ª, quienes conducidos por el fiscal Pablo Pinto investigan el hecho.