Fueron con la idea de dar un gran golpe en el supermercado de Alberdi al 100
bis, pero nada les salió como pensaban. Cuatro hombres redujeron ayer a las 6 de la mañana al turno
de empleados que ingresaba a esa sucursal de La Gallega y los redujeron en forma violenta. Luego
buscaron la caja fuerte, pero no tuvieron en cuenta un detalle: el cofre se abre con una llave y la
encargada que la tenía no estaba entre los empleados retenidos. A partir de eso todo se
desbarrancó.
Al lugar llegó una patrulla de la seccional 8ª y hubo un
tiroteo en el que uno de los maleantes, un joven de 16 años, resultó herido con una bala policial y
murió en el hospital Centenario. Otro tomó a una empleada como rehén y tras una breve negociación
se entregó. Los demás están prófugos.
"No me mires". La agresividad expuesta por los asaltantes quedó
reflejada en las cabezas de tres de los empleados, quienes sufrieron cortes por culatazos. "Me
pusieron la nueve (por la pistola) en la cabeza y me pidieron que cerrara los ojos. Después
gritaron «no me mires, no me mires» y me pegaron con el arma. La verdad es que no sé cuánto tiempo
estuvieron adentro, pero cada minuto parecía un siglo", explicó Héctor, uno de los empleados de
seguridad del súper con la cabeza totalmente vendada.
El pibe muerto vivía en Empalme Graneros, tenía
antecedentes con dos apellidos diferentes y era sobrino del único detenido. Su tío, quien tiene 21
años y fue el que tomó a la empleada como rehén, quedó en libertad hace una semana al ser absuelto
por un homicidio (ver aparte).
De fábrica a súper. Desde 1927 la avenida Alberdi a la altura del 100 bis
tiene un toque tradicional. Es que hasta finales del siglo pasado en esa zona de barrio Arroyito
funcionaba en esa cuadra la planta de la cervecería Quilmes.
A partir de noviembre de 2003 en ese predio delimitado por
Alberdi, avenida de las Tres Vías, Mar del Plata y pasaje Nelson está enclavada una de las
sucursales de La Gallega, que además cuenta con estacionamiento, una heladería y un patio de
comidas. Sólo el supermercado tiene una superficie de 3.100 metros cuadrados.
Hasta ese lugar llegaron ayer cerca de las 5.30, bajo una
llovizna constante, cuatro hombres jóvenes en dos motos Honda 125 CG Titán. Una bordó y la otra
azul francia. Se estacionaron sobre el pasaje Nelson, a la vuelta del súper. Desde la cortada
tenían una visión privilegiada de la puerta de ingreso al enorme predio.
De acuerdo a lo que se pudo reconstruir los maleantes se
repartieron y se mantuvieron en contacto con mensajes de texto por sus celulares. Así hasta que a
las 6, dos horas antes de que el negocio abriera al público, comenzó a llegar la primera tanda de
empleados.
"A esa hora entran los empleados que se encargan de
preparar todo antes de que se abra el supermercado. Son un encargado, un panadero, un verdulero, la
chica de limpieza y los empleados de seguridad", relató ya sobre el mediodía Sabino Alvarez,
propietario de la cadena de supermercados. Eran cinco empleados, dos de ellos de seguridad. Cuando
abrieron la puerta sobre la avenida fueron encañonados por los ladrones y conducidos al
interior.
Ahí los asaltantes hicieron un movimiento de pinzas y
mientras dos se manejaban con los empleados, los otros saltaron las rejas desde la cortada Nelson e
invadieron el predio.
"Todos adentro", fue la orden que dieron antes de repartir
algunos culatazos para marcar el territorio. Pero alguien los vio. Y mientras metían a las víctimas
en el interior del espacioso negocio, llamó a la central del Comando Radioeléctrico. Los ladrones
no lo sabían, pero había comenzado el final del golpe.
De acuerdo con fuentes de la investigación, una vez adentro
los delincuentes fueron por la caja fuerte donde intuían que estaba la recaudación del fin de
semana. Este cofre, del tamaño de una heladera hogareña, está en una pequeña oficina a la que sólo
se puede acceder tras colocar una clave numérica en una cerradura electrónica.
A patadas. Los maleantes no se dejaron intimidar por la cerradura digital y
rompieron la puerta placa a patadas. Pero una vez adentro se dieron cuenta de que la caja fuerte se
abría con llave y ninguno de los empleados manipulaba el cofre. En pocas palabras: nadie tenía esa
llave. Pensaron en esperar la llegada de la encargada. Mientras tanto llenaron un par de mochilas
con mercaderías que luego quedaron tiradas en el interior del negocio, y cuando estaban en eso se
dieron cuenta de que la policía estaba en camino.
"Cuando el móvil 2798 de la 8ª llegó quedó estacionado frente al portón.
Uno de los empleados fue por el frente y el otro corrió por calle Nelson. Este se parapetó del lado
de las rejas, bien frente al ingreso al súper", contó un vocero policial. "Después llegaron móviles
de la 9ª y del Comando", agregó.
La versión aportada por fuentes policiales indicó que
cuando los vigilantes llegaron fueron agredidos a balazos. "Cuando la dotación llegó encontró que
uno de los delincuentes, el menor de 16 años, estaba sobre la calle interna del estacionamiento. Al
ver al policía que entraba por Alberdi le disparó, pero no vio al que estaba por calle Nelson. Así
fue que recibió un disparo en la zona inguinal", confió la fuente.
El muchacho, malherido, se arrastró unos diez metros hasta
el ingreso al local mientras dos de sus cómplices huían. Ahí le entregó su arma a otro de los
delincuentes que salía del súper con Andrea, una empleada de limpieza de 23 años, tomándola por el
cuello. "Bajá el arma y dejala ir", gritó uno de los vigilantes. "No jodas porque te la mato", le
respondió el hampón.
El final. La negociación fue corta y ocurrió ante los otros cuatro empleados. El maleante,
identificado como Mariano Emanuel Farré, de 21 años, bajó las dos pistolas 9 milímetros en su poder
y se entregó. A su lado agonizaba el hijo de su hermana identificado como Leonardo José Lazzaro, o
Lazzar, de 16 años. Fue trasladado al hospital Centenario donde una hora después murió.
Su apellido exacto no estaba determinado porque tenía
antecedentes registrados con dos apellidos diferentes. Los tres empleados heridos, dos de ellos de
seguridad contratada por el negocio, debieron ser asistidos por cortes en la cabeza.
En el lugar se secuestraron al menos seis vainas servidas, dos pistolas
calibre 9 milímetros con su numeración limada, un par de celulares y las dos motos de los
maleantes, que dos de ellos dejaron abandonadas al escapar a pie. Los asaltantes no alcanzaron a
llevarse nada. El hecho es investigado por la división Judiciales de la policía.
Antecedente
"Lo importante es que los empleados están bien. No es la primera vez que nos
asaltan. El 13 de diciembre pasado nos robaron con la misma mecánica, pero sin tiroteo. Se llevaron
unos cuantos tickets que después quisieron pasar en la sucursal de Villa Gobernador Gálvez y creo
que entonces agarraron a uno", comentó Sabino Alvarez, el dueño de La Gallega.