Un joven de 27 años fue detenido el miércoles a la tarde en la ciudad de Buenos Aires acusado de fingir un secuestro ante su familia para cobrar un rescate de 50 mil pesos. La supuesta desaparición comenzó a investigarse la semana pasada cuando a los padres del joven, de ingresos medios, les llegaron mensajes desde el celular del propio muchacho diciendo que había sido raptado en el parador de colectivos de San Nicolás durante un viaje a Rosario. Los textos exigiendo el dinero iban acompañados de fotos con la víctima desnuda, atada y con los ojos vendados. Pero ciertas inconsistencias de la historia alertaron a los investigadores de la Fiscalía que a los siete días lo encontraron ileso en un departamento del barrio de La Boca con el celular desde el que partían las intimidaciones.
El muchacho quedó detenido en Buenos Aires a la espera de que se complete su traslado a Rosario, donde se le pondrá fecha a la audiencia imputativa a la que llegará privado de su libertad. El fiscal de Flagrancia José Luis Caterina dijo ayer que el joven será acusado de tentativa de extorsión, un delito de acción pública que prevé una pena mínima de 2 años y medio de prisión.
En la audiencia judicial (pública y ante un juez penal) se definirá si el joven sigue el proceso en libertad o en prisión, para lo cual se deben demostrar ciertos requisitos de peligrosidad como el riesgo de fuga. Ayer, la familia del joven aún sufría el duro golpe: “Acabo de entablar comunicación con una hermana de él. Obviamente están procesando toda esta cuestión pero todavía no hay ningún abogado particular designado”, dijo el fiscal.
La denuncia. La investigación se inició el 10 de diciembre con una denuncia presentada por los padres del joven: una pensionada con problemas de salud y un hombre que trabaja en una cooperativa. Contaron que el día anterior habían recibido un mensaje de texto desde el celular de su hijo diciendo que había sido secuestrado durante un viaje a Rosario y que les exigían 50 mil pesos para liberarlo. La denuncia primero fue investigada por las fiscales de Flagrancia Noelia Ricardi y Gabriela Bassagaistegui.
Después el caso paso al fiscal Caterina, quien indicó que la familia vivió una situación de “zozobra y mortificación” ya que el muchacho “envió varias fotografías similares en las que se presenta desnudo, atado, con los ojos vendados, tratando de dar la apariencia de un secuestro y con mensajes amenazantes. Además reclamaba que en ningún momento se diera cuenta a la policía y avisaba que se tomarían graves represalias en contra de él en caso de no cumplir con la entrega de dinero”. Los mensajes se reiteraron hasta el domingo pasado.
Las primeras medidas fueron tomadas en forma conjunta con la fiscal Verónica Caini, quien viajó a San Nicolás para buscar el rastro del joven. Allí se encontró con las primeras inconsistencias en el relato del muchacho, quien antes del supuesto secuestro les había dicho a sus padres que tuvo que descender en San Nicolás a causa de una tormenta. Los testimonios que recogió allí y los informes de las empresas de colectivos y el parador de ómnibus desmentían ese relato. En simultáneo se ordenaron intervenciones telefónicas.
“Hay una serie de inconsistencias en el relato que empiezan a generar sospechas de un posible autosecuestro”, dijo Caterina. En una actuación conjunta, la Brigada local de la Fiscalía NN, la Policía de Investigaciones (PDI) y la Brigada Antisecuestros de la Policía Federal intentaron dar con el paradero del joven en su último domicilio en Buenos Aires, donde vivía desde hacía cinco años.
El contacto del joven era fluido con una parte de su familia. En Buenos Aires estudió una carrera y se dedicaba a la compraventa de telas, aunque se desconoce si ésta era una ocupació estable. Además tuvo una pareja hasta hace un tiempo.
“Se llega a él a partir de antiguos trabajos y conocidos de los que se había desvinculado. La Brigada Antisecuestro es la que puede dar con él, con tarea investigativa de la PDI y la Brigada de NN en la colecta de los teléfonos. En ese momento estaba solo, no hay constancia de que alguien más estuviera viviendo en ese domicilio”, explicó Caterina.
Con el celular. Eso ocurrió el miércoles a la tarde. Al constatarse que el joven estaba ileso y no se encontraba privado de la libertad, la fiscalía local remitió una orden de detención a un Tribunal de Rogatoria bonaerense que tramita requerimientos del interior del país.
Previamente, los resultados de la investigación fueron informados al juez penal rosarino José Luis Suárez, quien avaló las medidas en curso y la orden de detención. Ese trámite se extendió hasta las 2 de la madrugada de ayer. Entonces el joven fue trasladado a una comisaría donde lo cachearon y se detectó que llevaba encima su celular. Pese a que en una primera consulta respondió que lo había perdido en San Nicolás. Los efectivos realizaron un llamado al número del cual provenían los mensajes exigiendo rescate y el artefacto sonó.
El domicilio donde lo hallaron no fue allanado porque se consideró que había prueba suficiente para imputarle el autosecuestro. “Lo buscábamos como una víctima de un secuestro pero había claros indicios de un relato autoincriminante”, dijo Caterina, y explicó que la familia nunca llegó a efectivizar el pago de rescate, aunque sí realizó intentos desesperados por reunir el dinero. Los mensajes llegaron a los padres del joven, sus hermanos y un amigo.
En la pesquisa no se constató que hubiera contraído deudas ni que contara con colaboración en el montaje del hecho, aunque la posible participación de terceros se investiga: “No nos consta algún problema de adicción. Hay algunas referencias muy vagas a una relación con algún tipo de estupefaciente pero no hay constancia de deuda, de adicción o de tráfico de drogas”, explicó el fiscal, y destacó que la fiscalía local realizó las primeras medidas que permitieron aclarar el caso sin entrar a discutir cuestiones de competencia con al Justicia Federal, que investiga los casos de secuestro.