Susana García de Giménez tenía 75 años, era viuda y vivía sola en una casa de
dos plantas del barrio Parque a la que ayer, en el horario de la siesta, uno o más delincuentes
ingresaron a robar. Un par de horas más tarde, una amiga de la mujer llegó a la vivienda y encontró
la puerta de calle abierta. Entonces dio el alerta: primero a una vecina y luego al hijo de Susana.
Fueron ellos quienes la encontraron muerta, estrangulada. Estaba sentada junto a la puerta de la
cocina y con un cable de teléfono anudado a su cuello y al picaporte. El resto de las habitaciones
estaban totalmente revueltas y, según las primeras pericias, sólo faltaba una mínima suma de
dinero. Hasta anoche, poco después de las 20, cuando el juez de Instrucción Juan Andrés Donnola se
retiró del escenario del crimen, los investigadores policiales no tenían pistas certeras sobre los
homicidas, aunque no les quedaban dudas de que todo había sido el desenlace de un robo.
Susana era una docente jubilada, madre de dos hijos adultos, y mantenía una
activa vida social, principalmente en el Club Barrio Parque, ubicado a la vuelta de su casa de
Riobamba 3036. En esa institución practicaba gimnasia por las mañanas y concurría a clases de baile
algunas noches, siempre en compañía de un grupo de amigas y vecinas. También solía realizar algunos
viajes cortos con esas mujeres, una de las cuales había quedado en pasarla a buscar a las 17.30
para, precisamente, ir a pagar una seña de 100 pesos para una excursión que iban a realizar en los
próximos días a Buenos Aires. Fue esa mujer la que se topó con la puerta de la casa entreabierta y
la que no escuchó respuestas cuando empezó a llamar a Susana desde la calle.
El horror. Entonces, asustada, fue a buscar a una prima de Susana que vive en la
misma cuadra. Entre ambas decidieron no entrar a la vivienda y alertar a Lelio, el hijo mayor de su
amiga. "Cuando el muchacho llegó se sorprendió con la puerta abierta, entró y enseguida salió
diciendo «me robaron, está todo dado vuelta y mi vieja no está»", recordó a LaCapital un vecino que
sólo quiso identifcarse como A. El hombre dijo que Lelio le pidió que llamara a la policía y que
volvió a ingresar a la casa de su mamá. "Enseguida empezó a gritar desde adentro, «la mataron, la
mataron», y volvió a salir. Yo no quise entrar, preferí contenerlo acá afuera", sostuvo.
Poco después la cuadra se colmó de móviles policiales y algunos pocos vecinos se
arremolinaron frente a la casa de Susana. Pasadas las 19.30 llegó al lugar el juez Juan Andrés
Donnola. Al salir de la vivienda, el magistrado no sólo confirmó lo que había contando la gente del
barrio sino que aportó nuevos elementos para la incipiente investigación. "La casa está totalmente
revuelta, los cajones tirados, la ropa en el piso. Quienes ingresaron revisaron pieza por pieza,
cajón por cajón, placard por placard. No dejaron nada sin ver, sin revisar, y todo eso seguramente
en busca de dinero", aseguró el juez ratificando la hipótesis del robo como la excluyente para
explicar el caso.
Sin embargo, Donnola no pudo precisar con cuánto dinero se alzaron los maleantes
si es que encontraron algo. "En la casa hay dos televisores y varios electrodomésticos que no se
han tocado, además la mujer tenía puestos anillos que los ladrones no le quitaron, así que todo
hace presumir que sólo buscaron dinero y hasta ahora no haya datos que nos permitan suponer que
haya tenido algunos ahorros", dijo el juez. Y remarcó que los pirmeros indicios del examen hecho
por el médico forense sitúan el hecho "entre las 17 y las 17.30". Ese mismo análisis indicó que el
cuerpo de Susana "no presenta lesiones realizadas con armas, ni señas de defensa, ni golpes. Sólo
el cable anudado desde su cuello al picaporte de la puerta de la cocina".
Hipótesis.En este sentido, el magistrado reconoció que "sólo la autopsia podrá
determinar el motivo de la muerte" de Susana. Es que hasta anoche quedaban un par de dudas entre
los pesquisas. "Puede ser que la hayan estrangulado con el cable, pero la mujer no tenía atadas las
manos ni las piernas por lo que hubiese tratado de defenderse y no presenta señas ni lesiones al
respecto. Pero también puede ser que los maleantes la hayan atado a la puerta para inmovilizarla,
para atemorizarla, mientras ellos recorrían la casa y que la mujer se haya infartado y al
deslizarse hacia el piso se estrangulara", reflexionó ante el cronista de este diario un experto
perito policial.
A la hora de las pruebas, el juez Donnola dijo que en una primera recorrida por
la vivienda "sólo se pudo levantar media huella digital que quedó en el vidrio de la ventana de la
cocina, no hay otra cosa". Y recordó que "tanto la ventana del frente de la casa, como la puerta
del garaje que la mujer presuntamente alquilaba a un vecino como las aberturas que dan a un patio,
no presentaban signos de violencia. La puerta principal tampoco estaba forzada, pero quienes
hallaron muerta a la mujer encontraron esa puerta entreabierta".
Acerca de cómo él o los homicidas ingresaron a la casa, el magistrado sospecha
que "pueden haberla soprendido cuando llegaba a la vivienda y la empujaron o la obligaron a entrar
bajo amenazas o, quizás, bajo engaño". En este sentido, varios vecinos coincidieron en afirmar que
Susana era muy desconfiada y que no le abría la puerta a cualquiera, máxime teniendo en cuenta que
en el último año se habían registrado en el barrio un par de hechos tan trágicos como el que ayer
se cobró su vida (ver aparte).
