Una clínica geriátrica del macrocentro de la ciudad fue asaltada ayer a la mañana por tres hombres encapuchados que, en pocos minutos y sin disparar un sólo tiro ni ejercer violencia física sobre los responsables del lugar, se llevaron 41 mil pesos que estaban guardados en una caja escondida. A partir de la denuncia y la declaración de las víctimas sobre la forma en que los delincuentes accedieron y se desplazaron por la clínica, los pesquisas suponen que tenían datos precisos de todos los movimientos del lugar.
En el geriátrico de Buenos Aires 1466, donde viven 32 personas mayores, el movimiento era el habitual a las 11 de la mañana de ayer. Pablo Rocci, de 30 años, y Emilio Rocci, su padre, de 67, se encontraban analizando cuestiones del centro asistencial en una oficina que da a la calle cuando, por un espejo que refleja la puerta de ingreso, el muchacho vio a tres hombres que lograban abrir la puerta después de dos intentos fallidos.
"Lo que vieron es que entraban, como si tuvieran la llave de la puerta. Eran tres tipos con capuchas que directamente se dirigieron a la oficina en la cual ellos estaban", dijo Graciela Galiano, la otra socia del geriátrico, a quien las víctimas le relataron los hechos pormenorizadamente.
Al entra los delincuentes, don Emilio salió de la oficina en donde estaba con su hijo y se desplazó por el salón central del geriátrico con la intención de buscar ayuda. Pero los intrusos notaron la maniobra y se abalanzaron sobre la puerta de la oficina. "En ese momento Pablo se tiró contra la puerta y la trabó con su cuerpo del lado de adentro, pero eran tres tipos haciendo fuerza del otro lado y lograron abrirla un poco. En ese instante uno de ellos le dijo a Pablo que si no le franqueaba la entrada mataba a su padre", contó Graciela a este diario.
Maniatados. Una vez adentro de la oficina, los maleantes empujaron a Emilio a un costado y lo dejaron en el suelo: "Lo maniataron con precintos y ni preguntaron dónde estaba la plata. Ellos ya lo sabían", dijo Graciela sin dudar.
Mientras uno de los ladrones vigilaba a Emilio, el otro también le ató las manos a Pablo con precintos plásticos y lo obligó a sentarse en el rincón opuesto al que estaba su padre en la pequeña oficina de la gerencia. "Nosotros tenemos varias cosas en los archiveros, pero en uno solo tenemos plata. Ahí fueron directamente, ni preguntaron", acotó Graciela, que en ese momento estaba tomando un café con la esposa de Emilio en un bar de las proximidades.
Los hombres no revisaron demasiado, al levantar una carpeta encontraron un paquete con 41 mil pesos que los maleantes inmediatamente guardaron entre sus ropas. "También agarraron la billetera de Pablo, pero dejaron los teléfonos celulares y otras pertenencias nuestras, evidentemente no les interesaban", dijo la mujer, y argumentó que lo robado era parte del dinero para el pago de los sueldos del personal y a proveedores.
Lo llamativo del atraco es que a la hora en que ocurrió, las 11 de la mañana, en la cuadra de Buenos Aires entre 9 de Julio y Zeballos el movimiento era constante. Un sinnúmero de negocios se encuentran en ambas veredas y, lo más increíble, es que en el frente del local del Iapos que está al lado del geriátrico suele haber siempre apostado un policía. "Así y todo nos robaron, no sé si estaba el policía, no está siempre", admitió Graciela.
Una vez que consiguieron el botín, los tres delincuentes salieron por la misma puerta por la cual habían ingresado y se perdieron entre la gente. Las víctimas no alcanzaron a verlos bien aunque, según dijo Graciela, "eran tres muchachos de entre 30 y 35 años, bien vestidos, de cutis trigueño y se los veía muy seguros. No estaban drogados ni se los notaba nerviosos", agregó la mujer en referencia a lo relatado por las víctimas directas del robo.
Una de las ancianas alojada en el instituto, a la que conocen como La gallega, se percató de lo que sucedía y avisó a las enfermeras que dos hombres habían entrado al edificio. Pero cuando las profesionales llegaron a la oficina de la gerencia los maleantes ya habían huido. "El robo no tardó mas de cinco minutos", dijeron las enfermeras.
Según fuentes policiales, todo hace pensar que los ladrones han tenido la llave de acceso al geriátrico o, al menos, la información como para saber dónde estaba el dinero y es allí donde seguramente comenzarán la línea investigativa.