Durante doce horas, entre las 17 del miércoles y las 5 de la mañana del jueves, un rectángulo de territorio de 6 cuadras por 3 en el límite entre los barrios Empalme Graneros y Larrea se convirtió en un campo de batalla. El frente de dos granjitas y una modesta casa fueron baleados y una precaria vivienda de chapas fue, según los vecinos, consumida por el fuego generando daño en al menos dos casas más. Los vecinos de la casa quemada afirmaron que la dueña había recibido tiempo atrás una misiva para que dejara la vivienda. “Lo que dicen los vecinos es que los que nos pasó está enmarcado en una muestra de poder de uno de los grupos que puja por esta zona. Fue para demostrar que ellos pueden pegar donde quieran. ¿Quiénes son? La verdad es que no lo sé”, explicó una de las comerciantes agredidas. En ninguno de los casos se registraron heridos. “No sabemos qué pasó”, fue la frase más repetida en tres de los cuatro hechos. En una de las viviendas no había nadie.
Buena parte de los barrios Empalme Graneros y Larrea quedaron en medio de una contienda por el control de la calle, en el marco de la narcocriminalidad organizada, que tiene a las principales cabezas de los grupos en disputa resguardados en las prisiones provinciales o muertos. Es difícil definir quienes son hoy los que mandan en que sector de este territorio. Lo que si está claro es que los barrios se transformaron en tableros de ajedrez en donde las partidas se definen a balazos. Por el momento pueden caer peones, alfiles, torres o caballos y hasta alguna reina. Es cuestión de tiempo hasta que la sangre llegue a los reyes.
Los nombres y apodos que se mencionan como posibles gestores de los ataques están ligados a grupos en una puja territorial de vieja data: el “Gordo Brian” González; Sixto “Chaqueño” Pérez; Francisco Ezequiel “Fran” Riquelme; Julio Andrés Rodríguez Granthon, apodado “Peruano”; Gustavo “El Tuerto” Cárdenas y hasta se ha mencionado a Gustavo “El Toro” Martinotti. A este grupo hay que sumarle los herederos de Carlos Alejandro "Negro Caly" Paz, asesinado en julio de 2016 en la chatarrería que tenía en Schweitzer al 6800, entre Bolivia y Colombia.
Por orden cronológico los lugares atacados fueron una modesta casa en la esquina del pasaje Mburucuyá y Juan B. Justo (al 6700), a las 17 horas; cinco minutos más tarde un kiosco y granjita ubicado en Mamboretá al 1200 bis (altura de Juan B. Justo al 6900); a las 21.30, un kiosco y almacén ubicado en la esquina de Campbell y La República (al 6300); y sobre las 5 de la mañana, un incendio en una vivienda de pasillo en Cullen al 900 bis, sobre uno de los laterales de la escuela número 1319 “José Ortolani”. Los tiratiros pasaron, dispararon y dejaron una estela de miedo y terror entre el vecindario.
Balas a toda hora
Eran aproximadamente las 17 del miércoles cuando dos hombres en moto pararon frente a una vivienda ubicada en Juan B. Justo al 6700, en la esquina con el pasaje Mburucuyá, y dispararon entre 10 y 11 balazos calibre 9 milímetros. Los vecinos comentaron que en la vivienda reside una familia con cinco integrantes, que al momento del ataque no estaban en el lugar. “Después de lo que pasó se fueron”, indicó un vecino de la familia atacada. “Acá los disparos se escuchan a toda hora. No hay un día más tranquilo que otro. Te puede tocar o no estar cuando hay balazos. Pero esta zona es un desastre”, indicó otro morador.
Sobre Juan B. Justo, por donde circula ida y vuelta el la línea de colectivo 110, la policía secuestro al menos 11 vainas de 9 milímetros. La vivienda en cuestión, situada en una calle sin salida como es Mburucuyá al 1100 bis, está ubicada a 350 metros de la esquina de Bolivia y Urdinarrain (al 6900) donde el jueves 27 de mayo fue perseguido y asesinado el repartidor de comidas Nelson Edgardo Serrano, de 32 años y padre de tres hijos. Su cuerpo tenía entre 10 y 15 perforaciones. No le robaron nada y su moto, una Honda Titán CG 150, quedó a las puertas de la rotisería en la que trabajaba.
“Pero esto no terminó acá. Los tiradores siguieron en la moto y balearon una granjita acá a dos cuadras”, explicó otro residente del barrio. Y así fue. En Mamboretá al 1200 bis (Juan B. Justo al 6900) el negocio baleado era el de Susana, un mujer nacida y criada en barrio Larrea. “Yo había salido a hacer una compras para reponer en el negocio. Llegué y me topé con que habían baleado una casa a dos cuadras de acá. Como buena chusma me fui a ver. Y cuando llegué a mi casa me di cuenta que también me balearon el negocio. Te digo la verdad. No tengo idea de por donde viene todo esto. Yo no tengo problemas con nadie. Y hoy abrí porque sino no como”, indicó la comerciante.
Sobre el frente del local quedaron los impactos de alrededor de 8 impactos. Tres de ellos ganaron el interior e impactaron en un enfriador de botellas, una puerta y una pared. “Los mismos que balearon en el pasaje Mburucuyá siguieron y vinieron para la granjita. Primero pasaron una vez y dispararon, pero se les trabó el arma. Dieron la vuelta y dispararon otra vez. Fue como cuando se confundieron y balearon la casa de enfrente del suegro de Esteban Alvarado”, explicó un residente trayendo al recuerdo el ataque a balazos ocurrido el lunes 30 de noviembre de 2020 contra una vivienda de pasaje Pirayú 1200 bis (Juan B. Justo al 7100). En una imagen de cámara de video vigilancia pudo verse como dos tiratiros dudan sobre el objetivo y balean la casa de un vecino.
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Noche violenta
Pero con la noche, lejos estuvo de llegar la calma. Alrededor de las 21.30 la violencia armada se corrió alrededor de 10 cuadras, hasta un quiosco con almacén ubicado en la esquina de La República y Campbell, el viejo zanjón de Empalme. Allí, en un territorio que supo ser del asesinado “Tuerto Boli” (Roberto del Valle Padilla Echagüe, acribillado en diciembre de 2012) y de los encarcelados Gustavo “Tuerto” Cárdenas y el “Gordo Brian” González, dos hombres en moto que llevaban pasamontañas dispararon una docena de veces contra el comercio. “No entendemos nada. No tenemos problemas con nadie. Estábamos terminando de cenar y escuchamos los disparos. Pensamos que no era acá. Cuando salimos nos topamos que la camioneta de mi hijo tenía un impacto de bala y el frente entre seis u ochos balazos. Uno de los balazos perforó toda la ropa que tenía tendida en el tender”, indicó Betty, la dueña del local. En la escena del crimen los uniformados recolectaron vainas servidas de calibres 9 milímetros y 11.25 (45).
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Casa incendiada en Cullen al 900 bis.
Foto: Leonardo Vincenti.
La República al 6300 es una cuadra acostumbrada a las balaceras a partir del homicidio de Mauro González, hermano del “Gordo Brian”, en abril de 2018 en Cullen al 1600 bis. Esto motivó una serie de venganzas contra los parientes de “Tuerto Boli” que quedaban en el barrio. El último ataque registrado por las crónicas policiales tuvo lugar en febrero de 2020. Tras el asesinato a balazos Juan Sosa, el hombre de 32 años apodado “Choro Juan”, pariente de “Tuerto Boli” y sindicado como el asesino de Mauro González, varios domicilios sobre La República al 6300 fueron atacados a balazos.
La madrugada del jueves fue una noche larga. A las 5 de la mañana una humilde casa de chapas ubicada en uno de los pasillos de Cullen al 900 bis fue consumida por el fuego alcanzando con sus llamas a otras dos precarias viviendas. “Acá vive una vecina que va y viene. Es una vecina vieja del barrio. Hace un tiempo la habían amenazado para que dejara la casa, pero ella iba y venía. Lo que se dice en el vecindario es que se la prendieron fuego”, explicó una vecina de la cuadra. Fuentes judiciales indicaron que se investigará si el incendio fue intencional y existen denuncias radicadas sobre notas extorsivas que pudiera haber recibido la dueña de la casa. “Yo estaba durmiendo con mis tres hijos _de 9, 5 y 1 año_ es una habitación contigua a la casa de la señora y si no me sacan los vecinos muero quemada con mis hijos. Perdimos casi todo”, explicó Belén, vecina de la casa quemada. Quién pueda y quiera ayudarla, puede comunicarse al 341-3091925.