Los fiscales que intervienen en tres causas contra Diego “Panadero” Ochoa dieron pelea ayer para que esos casos lleguen a instancia de juicio y quede sin efecto el sobreseimiento que favoreció al ex jefe de la barra brava de Newell’s Old Boys. Se trata de un ataque a tiros al que sobrevivió su ex ladero Matías Pera, de otro atentado a balazos contra Maximiliano “Quemadito” Rodríguez y del asesinato de este mismo muchacho, el 5 de febrero de 2013 en Corrientes y Pellegrini. Tres hechos con autores materiales ya definidos y que, para la acusación, tienen detrás de escena a Ochoa como instigador. Enérgicos, sus abogados respondieron que todo se trata de “una construcción de hechos, un cuento” sin base ni pruebas. Pero la definición recién será en febrero.
Diego Ochoa presenció de espaldas al público las dos horas de audiencia. La fiscal de Cámaras María Eugenia Iribarren, acompañada por el fiscal Luis Schiappa Pietra, expuso los motivos y nuevas pruebas por las cuales la acusación pretende que se revierta el sobreseimiento dictado a Ochoa en octubre por el juez Juan Andrés Donnola (ver edición de ayer). Tras el debate la camarista penal Carina Lurati dispuso un cuarto intermedio y aclaró que por ser tres hechos “muy complejos” la resolución estará en febrero de 2016.
Ochoa ya no está en prisión por esas causas, sino que lleva 2 años y 4 meses tras las rejas como instigador del crimen de su antecesor en la hinchada, Roberto “Pimpi” Camino. Por ese caso, en el que tres hombres ya fueron condenados como autores materiales, él irá a juicio oral.
Casos articulados. Lo que se discutió ayer es el sobreseimiento de Ochoa en tres ataques cometidos contra dos ex laderos suyos cuando era jefe de la hinchada rojinerga. Con respaldo en un cuadro que sintetiza esos y otros atentados ligados a la barra, exhibido en una pantalla gigante, la fiscal articuló esos casos que para la acusación tienen un denominador común: revelan, según planteó, que Ochoa ordenó ataques contra personas que hacían peligrar su lugar en la hinchada para retener el control de la misma. Por eso pidió analizar pruebas y hechos en forma conjunta con la convicción de que así ganan peso y aislados se diluyen.
Así, ubicó el crimen de Pimpi del 19 de marzo de 2010 como un ataque ordenado por Ochoa tras el intento de copamiento del Coloso del Parque por el grupo de Camino en un intento de reposicionarse. Recordó que luego fue atacado Ochoa, a quien sus ex hombres de confianza bajaron a golpes del paravalanchas con la intención de desplazarlo del mando el 8 de septiembre de 2010, entre ellos Pera y Maxi Rodríguez.
En esa secuencia, definió como una represalia el ataque que sufrió Matías Pera un mes más tarde, el 21 de noviembre, al recibir cinco tiros por la espalda en Isola al 100 bis. Según Pera, el agresor le dijo “esto te lo manda el Panadero por traidor”, un ataque por el cual fue condenado en noviembre Jonatan “Cachorra” Creciente. El mismo trasfondo atribuyó al atentado a tiros que sufrió a poco de salir de prisión, el 27 de enero de 2013, Maximiliano “Quemadito” Rodríguez. Y su asesinato una semana después en la esquina de Corrientes y Pellegrini.
Intentos en vano. La fiscal recordó que entre ambos ataques Quemadito intentó comunicarse con Ochoa pero éste no contestó: “Sin duda sabía que corría riesgo su vida e intentó hablar con quien le había puesto precio a su cabeza”. Todos esos hechos, para la acusación, reconocen “un único punto en común: Ochoa. Había un enfrentamiento palpable, una cuestión de disputa en la barra. La pretensión de Ochoa de eliminar a todo el que pudiera disputarle el control”. Por eso consideró que los otros implicados “fueron ejecutores de la voluntad de él”.
También expuso pruebas más recientes que apuntan a demostrar que existía una relación de conocimiento previo entre Ochoa y los dos procesados como ejecutores de los ataques a Quemadito: Héctor David “Porteño” Rodríguez y Sergio “Chuno” Acosta, a quienes el líder rojinegro decía no conocer. “Ochoa mintió al afirmar que no los conocía. Formaban parte de su círculo íntimo”, dijo la fiscal. Para probarlo señaló que en 2012 Ochoa intercambió 15 mensajes con Chuno y aludió a una foto, tomada en un boliche, en la que aparecen juntos el Panadero, El Porteño y Carlos “Betito” Godoy, allegado a Ochoa con condena firme por el crimen de Pimpi.
“No hay ningún elemento fuerte y contundente para cambiar la situación de Ochoa”, replicó el defensor Ignacio Carbone, junto a Juan Ubiedo. El abogado dijo que en ningún momento se reprochó de manera concreta en qué consistieron los actos de instigación. Recordó que los tres casos ya fueron analizados por la Cámara Penal, que un año atrás desligó a Ochoa, y remarcó que los nuevos elementos aludidos por la fiscalía “no son suficientes para justificar tamaña acusación” a la que tildó de “una construcción novelada, un cuento”.