Eran las 3.30 de la madrugada de ayer cuando los integrantes de una familia afincada en José Ingenieros al 8500, en Fisherton Norte, fueron sorprendidos mientras dormían por dos violentos ladrones armados con revólveres calibre 32 y 38. Al menos tres vecinos que escucharon ruidos y golpes llamaron al 911. Entonces, una dotación del Comando Radioeléctrico llegó a la escena del hecho y al ver la puerta de ingreso entreabierta los policías no dudaron en entrar con sus armas en las manos. Así comenzó un pandemónium de balazos cruzados, más de 20 según escucharon los vecinos, que finalizó cuando los dos ladrones cayeron muertos con disparos en el pecho. Antes, un joven de 22 años que vive en la casa había recibido un tiro que le fracturó la clavícula cuando quiso resistirse al atraco.
"Está clara la violencia ejercida y la intención de robo de estos dos hombres. No voy a descartar ninguna hipótesis en la investigación pero queremos colectar toda la prueba necesaria para tomar otras decisiones y así encaminar la pesquisa. En principio, sin adelantar ningún tipo de conjetura, la cosa está bastante clara", explicó en una conferencia de prensa el fiscal de la Unidad de Homicidios Rafael Coria, quien a la vez identificó a los asaltantes muertos como Lucas Matías Segovia y Ezequiel Marcelo Fiori, ambos de 24 años.
El fiscal remarcó que los dos jóvenes tenían pedido de captura por diversos delitos y que ya habían logrado embolsar 9 mil pesos en efectivo de sus víctimas cuando fueron alcanzados por las balas. Asimismo, dijo que al morir, uno llevaba puesta una campera con los colores de Newell's y el otro lucía un tatuaje con el azul y amarillo de Rosario Central.
Por su parte, dos de los integrantes de la familia asaltada (madre e hijo) debieron ser trasladados a centros asistenciales. Algunos vecinos aseguraron que del lugar logró huir al menos una moto con un delincuente que hacia de campana. A esa moto otros vecinos le sumaron un auto.
A las patadas. Todo se desencadenó en una casa de José Ingenieros entre García del Cossio y Acevedo, en los confines de Fisherton Norte y muy cerca de la villa La Bombacha. En medio de viviendas bajas y de clase media laburante, una residencia de dos plantas ubicada frente a un comedero de animales de granja resalta por sobre las demás. "Sabe lo que sucede, es que muchos vecinos preferimos no arreglar nuestras casas para no llamar la atención de los ladrones. Porque vos hacés algún arreglo y te ponés solito en la mira", explicó una doña de la cuadra. Lo cierto es que a esa vistosa residencia ingresaron al menos dos ladrones ayer a las 3.30 tras sortear un portón metálico y romper a patadas una puerta de madera.
"Los dueños de casa declararon que escucharon un fuerte ruido y que fueron sorprendidos por dos personas que con armas de fuego habían ingresado al domicilio y fueron directamente hacia su dormitorio. En esas circunstancias, cuando el hijo de la pareja (Fabricio, de 22 años) salió a enfrentarlos, le efectuaron un disparo que le fracturó la clavícula. En tanto, bajo amenazas les exigieron a todos la entrega de dinero y otros objetos personales", relató el fiscal Coria.
"Nosotros escuchamos golpes, pero no nos animamos a salir, nos cagamos mucho en las patas y por eso nos quedamos adentro. Pero igual llamamos al 911. Lo que escuchamos eran golpes, como que le estaban pateando la puerta. Y los perros estaban enloquecidos". Así explicó un vecino de José Ingenieros al 8500 la forma en que su sueño se vio sobresaltado en plena madrugada de ayer por el alboroto que provenía de la casa lindera.
A todo riesgo. La central del 911 comisionó al lugar a un móvil del Comando Radioeléctrico que patrullaba cerca del lugar. Al llegar, los policías del móvil se toparon con la puerta de acceso a la casa entreabierta, sostenida por un televisor LED que los ladrones habían preparado para llevarse. En ese momento, según declararon más tarde las víctimas, uno de los maleantes recorría la planta baja de la casa buscando elementos de valor mientras el otro custodiaba a los rehenes en la habitación matrimonial ubicada en planta alta donde el padre de familia, médico de profesión, asistía a su hijo herido por el disparo.
"Cuando llegaron los efectivos policiales detectaron que había ruidos en la planta alta. Al empezar a subir la escalera fueron agredidos a balazos por los delincuentes", sostuvo el fiscal Coria. Y ese fuego fue cruzado, ya que uno de los maleantes estaba en el comedor y el otro en la planta alta.
"Nadie te lo va a decir, pero cuando un policía ingresa a una vivienda en esa situación lo hace con el culo entres las manos y rezándole a Dios. Vos te enfrentas a balazos con un delincuente y toda tu vida se cruza ante tus ojos. Y no son niños sonriendo. Son tus hijos abrazando tu cajón. Uno de los muchachos que se enfrentó con los choros muertos va a ser papá dentro de poco. La gente a veces no entiende que las cosas suceden en una fracción de segundo", comentó un experimentado efectivo policial consultado sobre el desenlace de lo ocurrido.
"Cuando los efectivos iban a subir a la planta alta de la vivienda fueron recibidos con disparos de armas de fuego. El personal quedó desguarnecido, se defendió y repelió esa agresión. Eran dos delincuentes. Uno cayó abatido en ese lugar (el comedor de la casa) y el otro alcanzó a esconderse en una habitación. Los efectivos comenzaron a buscarlo mientras se escuchaban los gritos de las víctimas. Fue entonces que entraron en una de las piezas, vieron a las víctimas del robo tiradas en el piso y este delincuente comenzó a disparar contra el personal. Esa agresión fue repelida y el delincuente cayó muerto en el lugar. Con la situación controlada, los agentes le alejaron con el pie el arma de fuego que tenía en la mano", explicó el jefe del Comando Radioeléctrico de Rosario, comisario principal Fabián Díaz.
Pared perforada. Quienes vieron la escena del crimen indicaron que la pared sobre la que se apoya la escalera que va a la planta alta quedó repleta de impactos de bala tanto ascendentes como descendentes.
Sobre los ladrones dijeron que "tenían entre dos y tres impactos en el pecho cada uno, pero eso es preliminar y hay que esperar el resultado de la autopsia", indicó un vocero de la pesquisa. Y agregó que en el lugar se incautaron un revólver calibre 32 largo y otro 38 corto que eran los usados por los delincuentes.
Al respecto, el fiscal ordenó que se le realizara la prueba de dermotest a los jóvenes muertos y que las armas de los policías fueran remitidas para pericias. En los bolsillos de uno de los delincuentes, en tanto, se incautaron alrededor de 9 mil pesos en efectivo, cifra similar a la que la familia indicó que le robaron segundos antes de la llegada de la policía. También había un bolso con dos notebooks y alhajas que habían preparado para engrosar el botín.
Al final, dos de los integrantes de la familia fueron a parar a centros asistenciales. "La mujer estaba muy golpeada", explicó una fuente. Y su hijo "tenía fracturada una clavícula por un disparo". Los cuerpos de los ladrones, en tanto, fueron derivados al Instituto Médico Legal para que le practicaran la autopsia. Y los dos policías salieron de servicio preventivamente.
En el barrio, mientras tanto, quedó un halo de miedo y paranoia. "Yo no puedo hablar con un periodista porque es todo un problema. Yo escuché todo, pero los ladrones tienen familia y seguramente sus muertes no les van a caer nada bien. Y se la van a agarrar con todos los que vivimos acá. Porque ésto funciona así. Se la van a venir a cobrar con nosotros", relató un vecino sin abrir siquiera el postigo de la puerta.
Hace 12 años en lo de otro médico
Un trágico episodio con ribetes similares al de ayer en Fisherton Norte sucedió la madrugada del 1º de noviembre de 2003 en una vivienda de dos plantas de Colón al 1900. Allí vivían por entonces un reconocido cirujano plástico rosarino junto a su esposa y sus dos hijos. A las 2.30 de la madrugada, cuando la familia dormía en la planta alta, tres ladrones ingresaron a la propiedad y los sacaron de las camas. Al matrimonio y a uno de los hijos los maniataron y juntaron en una de las habitaciones, pero el otro hijo del médico se hizo de una pistola calibre 9 milímetros y enfrentó a los ladrones matando a uno de ellos e hiriendo a otro que escapó.