El miércoles pasado Andrés Soza Bernard, dueño de una personalidad criminal de singular complejidad, fue condenado por segunda vez en su vida. El Tribunal Federal Oral 3 (TOF3) de Rosario sentenció a seis años de prisión por comercio de drogas a este licenciado en comercio exterior de 34 años, que en 2010 había recibido 13 años por asesinar a su novia adolescente en plena calle. Ahora deberá cumplir 17 años de pena por la unificación de ambas condenas.
Las apariciones de Soza Bernard en la escena pública estuvieron signadas por la conmoción. La primera fue el 5 de agosto de 2008, cuando esperó a su novia Gabriela Núñez, de 16 años, a la salida del instituto de inglés donde estudiaba la chica en Mendoza al 4800, y la mató de un tiro en la cabeza en San Juan y Sucre. Por ese delito fue juzgado en 2010. Pese a la condena impuesta obtuvo de manera legal salidas transitorias porque estaba estudiando y tenía conducta excelente dentro de la cárcel de Piñero, lo que le permitió ese beneficio (ver aparte).
Pero cuando estaba en uso de la libertad condicional quedó involucrado en un nuevo hecho por el cual en diciembre pasado le pidieron prisión perpetua. Se trata del asesinato de Fabricio Zulatto, de 21 años, un jugador de futsal de Newell’s visto por última vez el 9 de agosto de 2016, que apareció muerto de tres disparos en la cabeza una semana más tarde. Al allanar la casa de Soza Bernard en la investigación de este homicidio, un departamento de Santa Fe y Vera Mujica, le incautaron celulares, 604 gramos de marihuana, una bolsita de cocaína y unos 100 mil pesos, además de elementos para fraccionar drogas.
Por estos elementos secuestrados fue juzgado el martes en una jornada única por comercialización de drogas. El TOF 3, integrado por los jueces Osvaldo Facciano, Eugenio Martínez y José Escobar Cello, lo condenó el martes a seis años de prisión. El fiscal federal Federico Reynares Solari había pedido una pena de 8 años.
Droga y asesinato
La revelación de que Soza Bernard estaba implicado en comercio de drogas surgió en el marco de la investigación del homicidio de Zulatto, un caso que impulsó marchas contra la inseguridad. Fabricio había terminado el secundario en la escuela Brigadier López y trabajaba con su padre en venta de indumentaria. La tarde del martes 9 de agosto de 2016 salió de su casa de zona sur en su VW Trend tras avisarle a su madre que iba a comprar un cargador para el celular y a almorzar con dos amigos. A las 15 le envió un mensaje por WhatsApp a su novia, que estaba en el exterior. Desde entonces se le perdió el rastro.
Su familia denunció la desaparición al día siguiente. Los amigos de Fabricio salieron a buscar el auto, un vehículo fácil de ubicar por ser negro con vidrios polarizados y llantas negras. Esa tarde lo encontraron en Suipacha al 700. Le faltaba la patente delantera y habían adulterado la de atrás. Fue la llave para dar con Fabricio. Sus amigos recorrieron la cuadra en busca de cámaras y dieron con un video donde se veía bajar por el lado del acompañante al sujeto que se deshizo del auto. Lo reconocieron como “Andrés”, un dealer al que solían comprarle drogas en la zona del Patio de la Madera. En ocasiones, contaron, el propio Fabricio acercaba a Andrés en su auto hasta el búnker de Génova al 2100 donde terminaría encontrando la muerte. En el lugar se advertían escombros recién volcados sobre una letrina. A un metro de profundidad estaba el cuerpo de Fabricio, vestido con una camiseta de Newell’s y con tres balazos en la cabeza. Lo habían asesinado a las 17 del martes 9 de agosto.
Luego se estableció que “Andrés” era Soza Bernard. Lo apresaron una semana después.
Mentiras
En los dos juicios a los que hasta ahora fue sometido Soza Bernard a su entorno lo amonestaron por las mentiras con las que intentaron desviar su culpa. La primera vez fue cuando un testigo quiso desvincular a Soza del crimen de su novia señalando que el disparo que mató a la chica había provenido desde una moto con dos personas había pasado por el lugar con fines de robo. Se estableció que ese testimonio lo brindó el amigo de un matrimonio de la cuadra, a cuya casa la madre de Soza acudió en varias ocasiones como médica pediatra de una empresa de emergencias médicas. Se lo consideró una mentira.
El martes pasado la madre de Soza Bernard fue al juicio a declarar como testigo. En el estrado señaló que los precintos que encontraron en su casa al ser allanada, y que los tomaron como elementos comprometedores para su hijo, ella los usaba para hacer artesanías. El fiscal Reynares Solari exigió que se le formara a la mujer una causa por falso testimonio.
El juicio pendiente
El 17 de diciembre del año pasado se realizó la audiencia en la que la fiscal Georgina Pairola pidió prisión perpetua a Soza Bernard por el asesinato de Zulatto. El juicio se celebrará antes de agosto dado que en ese momento se vence la prisión preventiva del acusado, una cuestión técnica, dado que con las penas unificadas, y al ser ahora reincidente, ya no podrá recibir ningún beneficio de salida. Este juicio se espera que sea extenso. Se espera la presencia de 160 testigos.