Un robo nocturno en el depósito de un supermercado chino de la zona sur le valió a un muchacho de 23 años una pena a 7 años de cárcel, dado que a la condena que recibió por ese delito se le sumó una pena previa que le habían aplicado en 2011 y que ahora deberá terminar de cumplir. El hecho consistió en entrar con otros tres hombres a los fondos del local para llevarse seis paquetes de gaseosas, dos de leche, un jean y algunas medias, pero fueron descubiertos por el dueño del comercio y registrados por cuatro cámaras que filmaron la escena.
El fallo dispuso una pena de un año y seis meses para Martín Carlos Ballesteros respecto de ese hecho, considerado un hurto agravado por escalamiento. Pero a esa pena se le anexó una pendiente que le habían impuesto al imputado en octubre de 2011 en el juzgado de Sentencia Nº 5 y que no había terminado de cumplir. El juez Ismael Manfrín, que condujo el juicio escrito en su contra, finalmente unificó ambas penas en 7 años de prisión. Además lo declaró reincidente.
Un local golpeado. La causa se inició con el llamado que, a las 2.30 de la madrugada del 3 de septiembre pasado, realizó al 911 un ciudadano oriental dueño del súper de Marco Polo 385. Un local donde la complejidad social del barrio de zona sur ya había quedado de manifiesto con los saqueos de diciembre de 2012: el negocio entonces fue vaciado y sus dueños golpeados, pero a la vez un grupo de vecinos se asoció para ayudar a los propietarios (ver aparte).
La noche del hurto el comerciante denunció que escuchó fuertes ruidos en el depósito del supermercado y, al prender la luz, vio que saltaban cuatro personas hacia las afueras de la casa. El dueño refirió que toda la escena había quedado registrada en las cuatro cámaras de seguridad del negocio y entonces los mismos agentes de la policía pudieron observar la actuación de los asaltantes. La imagen registró el momento en que, al encenderse la luz, arrojaron al piso varios envases de leche y salieron corriendo por las escaleras hacia el techo.
Acto seguido los policías recorrieron la zona y a un par de cuadras de allí, en Caupolicán y Ayacucho, observaron a uno de los jóvenes filmados. Según el reporte policial, al verlos comenzó a correr. Tal como en la filmación, según reseña el fallo, estaba vestido con una campera negra con hombreras, zapatillas blancas y pantalón oscuro.
Reconocido. El joven imputado es un ayudante de albañil con educación primaria incompleta y dijo que lo apresaron cuando tomaba una cerveza a la vuelta de su casa y lo subieron a un patrullero. Sin embargo, en una rueda judicial fue señalado por el comerciante como uno de los ladrones filmados.
De la denuncia del supermercadista surge que del local se llevaron cuatro packs de botellas de gaseosas Pritty, dos de Coca Cola, dos packs con cajas de leche, ropa, dos jeans y cinco zoquetes marca Nike.
De acuerdo con el fallo, los sujetos entraron trepando a una ventana de una casa vecina para acceder al techo y bajar por una escalera que comunica al patio de la propiedad, donde se guardaba la mercadería. El hecho de escalar para acceder al lugar agravó la imputación del delito. Como no se utilizaron armas ni se ejerció violencia sobre las personas, fue considerado un hurto. Sobre la base del relato y el reconocimiento realizado por al propia víctima, el juez consideró que estaban reunidas las pruebas y le aplicó a Ballesteros la pena solicitada por la fiscalía.
En la valoración para condenar no sólo tuvo en cuenta la actuación nocturna con otras personas no identificadas, y por consiguiente el riesgo para los dueños de casa, sino también la edad y la baja instrucción del detenido. Si bien se trata de una pena de carácter condicional, en este caso será efectiva por los antecedentes de condena que registraba el joven.