Una pareja y un vecino de ellos de la zona sur comenzaron a ser juzgados ayer por el crimen de Daniel Casas, un hombre de 28 años baleado el año pasado en su rancho del barrio La Paloma, en Batlle y Ordóñez y Hungría. Su muerte ocurrió luego de una discusión en una fiesta de cumpleaños que continuó en su casa cuando, según la acusación, los tres acusados irrumpieron con palos y un arma y se produjo la pelea fatal. Aunque adjudicó el disparo a uno de ellos, la fiscalía pidió penas de 15 a 20 años para los tres imputados como coautores, a quienes les atribuyó un “plan conjunto”.
El juicio comenzó ayer a la mañana ante el tribunal conformado por Alejandro Negroni, Carlos Leiva y Héctor Núñez Cartelle. Mariano Enrique, un tatuador profesional; su pareja Maira Ojeda, ama de casa y diseñadora de dibujos, y su vecino Germán Ponce llegaron acusados de homicidio agravado por el uso de arma de fuego en concurso real con lesiones. Si bien la fiscalía considera a Ponce como el autor del disparo, lo cierto es que los tres fueron acusados como coautores del ataque.
Daniel Casas recibió un disparo por la espalda la noche del 7 de julio de 2014. El fiscal de Homicidios Adrián Spelta, acompañado por su par Ademar Bianchini, pidió una pena de 20 años para Ponce, 18 para Enrique y 15 para Ojeda, a quienes les atribuyó haber concretado el crimen en el marco de un plan conjunto. Los montos diferenciados obedecen a los elementos usados por cada uno de ellos en la agresión: un arma de fuego, los puños y un palo, respectivamente.
Discusión. El crimen ocurrió en una villa del límite sur de la ciudad, en Batlle y Ordóñez y Hungría, y fue el desenlace de una discusión que se había iniciado más temprano. Ese día la víctima acompañó a su amigo Javier Enrique —hermano de uno de los acusados— a la fiesta de cumpleaños del padre de éste, en Villa Gobernador Gálvez. Mariano había ido a la reunión con su esposa y los dos hijos de la pareja, de 3 y 8 años.
Quienes asistieron a la fiesta y también la pareja imputada contaron que el nene más chiquito cometió una travesura y quemó con un palo la campera del invitado, lo que provocó una indignada reacción de los dos amigos que estaban “borrachos”. Los hermanos Enrique, que ya arrastraban problemas de relación, tuvieron una fuerte discusión que terminó cuando Javier y su amigo se retiraron de la casa.
En cambio Maira y Mariano se quedaron en la reunión hasta las 23. Antes de volver a su casa dejaron a sus hijos con una abuela porque temían volver con ellos al barrio, donde sabían que se encontrarían con Javier. Todos vivían a escasos metros, en casillas vecinas. En el camino Enrique se encontró con su vecino Germán y le pidió que lo acompañara en el trayecto de regreso.
Según la acusación, al llegar al barrio los tres entraron a la casilla donde dormía Casas “con la intención de darle muerte. Lo golpearon y después le dispararon un arma de fuego, los tres en conjunto”. La víctima recibió un disparo a muy corta distancia que ingresó a la altura de la cuarta vértebra y salió por la pelvis. Según pudo apreciarse en el video exhibido en a audiencia, quedó tendido en la tierra en un patio trasero, con una tabla de madera sostenida en la mano derecha, sin zapatillas y vestido con un jean y un buzo.
En ese momento, al escuchar los ruidos y los gritos de su amigo pidiendo ayuda, Javier salió en su defensa. El joven le contó a la policía que al entrar a la casilla se topó con el cuerpo de Casas en el piso y alrededor encontró a Maira, Mariano y Germán, éste con un arma en la mano y ella con un palo. Dijo que este último le pegó un culatazo que le causó una herida sangrante en la cabeza.
Inocentes. “Por una confusión están acusando a dos personas de trabajo e inocentes”, dijo en un alto del juicio el defensor Rodrigo Mazzuchini, quien representa a Enrique y a Maira. El está detenido en una comisaría y con salidas laborales para trabajar como tatuador y ella bajo arresto domiciliario para cuidar a los chicos. Para el abogado, la confesión de haber estado en el lugar no los convierte en partícipes de un homicidio.
Enrique declaró ayer en el juicio que al regresar desde la casa de su padre a su casa le pidió ayuda a Germán porque tenía miedo de que los agresores regresaran. Pero dijo que no vio el momento en que Casas fue herido. En cambio Ponce dijo que “lo invitaron a pelear” y le adjudicó a Mariano haber disparado. Su abogado, Pablo Tojo, convocó a declarar a nuevos testigos.
Los primeros en desfilar ayer desde el mediodía fueron empleados policiales que acudieron al lugar, vallaron y tomaron las primeras medidas de rutina. El juicio se extenderá hasta la semana próxima, cuando se escuchen los alegatos finales y el veredicto.