Graciela tiene 34 años, cuatro hijos y junto a Gabriel Eduardo A., su pareja de 31, vive sumergida en la pobreza extrema de villa La Lagunita, en el sudoeste de Rosario. La mujer cursaba el sexto mes de embarazo cuando al filo de la medianoche del 18 de abril una nueva discusión con su pareja pasó del clásico cachetazo a una puñalada en el vientre. El puntazo no sólo puso en riesgo la vida de Graciela sino también la del bebé que gestaba. La trasladaron al hospital Eva Perón de Granadero Baigorria donde le hicieron una cesárea y dio a luz una criatura que pesó 750 gramos y murió el martes, diez días después del ataque. Por ello, Gabriel fue imputado por tentativa de femicidio en perjuicio de su pareja y la semana que viene, en otra audiencia, será acusado del homicidio agravado por el vínculo del bebé, lo que podría derivar en una condena a cadena perpetua.
Dicen que Gabriel no se inmutó tras la agresión a Graciela. Mientras ella era trasladada desde su casa de Centeno y Perú al hospital de Granadero Baigorria, él se quedó junto a los cuatro hijos de la pareja, la mayor de 9 años. Ahí lo detuvo la policía. Horas más tarde el fiscal Adrián Spelta lo imputó en una audiencia oral en la cual citó como jurisprudencia el caso de Carolina Píparo, ocurrido en La Plata el 29 de julio de 2010 (ver aparte). En ese marco, el juez Juan Carlos Vienna le dictó la prisión preventiva sin plazos.
Triste pobreza. La garúa y el barro hacían que la pauperizada villa La Lagunita se viera más desapacible que de costumbre ayer a la mañana. El lugar es uno de los vecindarios más postergados de Rosario, donde las conductas violentas parecen ser lo cotidiano. Allí se erige la casa de madera y chapas en la que hasta hace diez días vivieron Graciela, Gabriel y sus cuatro hijos. Dos perros flacos y hambrientos custodian el lugar.
"Eran vecinos normales. Si alguna vez tuvieron algún problema lo resolvieron adentro de su casa. Pero no eran de andar a los gritos o peleándose en público. Mire como será que nosotros nos enteramos dos días después de lo que pasó. A mi me sorprendió mucho porque los hijos de ellos venían a jugar a mi casa con mis nietos", explicó uno de los vecinos de la pareja.
"Hace tres años que viven en esa casa. Antes vivían por acá atrás, en uno de los pasajes. El muchacho trabajaba cuidando autos a una cuadra de Tribunales y era muy solidario. Por ahí le regalaban un bolsón de pan y él venía y lo repartía. También cuando le daban carne", indicó el hombre mientras reparaba una vieja bobina. "Mucho no te puedo decir de ella porque era muy parca. No se daba con nadie y tampoco andaba saludando. Vio como es, cada casa es un mundo y no hay que meterse en la vida de los vecinos", indicó cautelosa una doña.
El director del hospital Eva Perón, Eduardo Codino, contó a La Capital que tras la cesárea a la que fue sometida Graciela, el bebé pasó al área de neonatología. "Presentaba una contusión en un pie porque el puntazo ingresó por el útero de la mamá. No se pudo hacer nada. Pesaba unos 700 gramos. Era muy chiquito. Estuvo en incubadora desde el viernes hasta el lunes. Las cirugías en ese nivel de pesos son extremadamente complejas y delicadas. Pese a eso, hay un buen equipo de neonatólogos en el hospital pero alguna infección o problema de circulación, no sólo la prematurez que revestía el paciente, hizo que no sobreviva", agregó.
La muerte del bebé motivó que el fiscal Spelta modifique la imputación sobre Gabriel A. "A raíz del fallecimiento de la criatura debemos cambiar la imputación. De femicidio en grado de tentativa y homicidio calificado en grado de tentativa, ahora tenemos tentativa de femicidio en concurso real de homicidio calificado por el vínculo", señaló el fiscal. "Vamos a pedir la audiencia para la semana que viene, una vez que tengamos los resultados de la autopsia. Hay una discusión doctrinaria respecto a si lo que se provoca en estos casos es un aborto o una tentativa de homicidio y en ese sentido hay que tener en cuenta el dolo eventual. Una persona que apuñala a una embarazada en el abdomen tiene que representarse que también puede herir al feto. Y aún así este hombre continuó con esa acción", dijo Spelta.
El caso de Carolina Píparo, un antecedente tenido en cuenta
El ataque a Carolina Píparo ocurrió el 29 de julio de 2012 cuando la mujer, embarazada de 9 meses, fue junto a su madre a una sucursal bancaria en La Plata. Tras retirar dinero, las mujeres fueron hacia su casa y allí fueron asaltadas por dos ladrones que no sólo golpearon a Píparo sino que le efectuaron un disparo que le ingresó por la mandíbula y le perforó un pulmón. Los asaltantes huyeron y la joven fue llevada a un hospital donde fue sometida a una cesárea de urgencia y nació su hijo Isidro. El bebé falleció una semana después a raíz del traumático parto. Cinco de los siete acusados fueron condenados a prisión perpetua pero después la Cámara de Casación cambió el encuadre legal y aplicaron penas temporarias, aunque confirmaron que la muerte del bebé fue un homicidio. Los camaristas dieron por acreditado que el niño tuvo vida extrauterina y murió como consecuencia del disparo que recibió su madre. Ese elemento fue decisivo para establecer las duras condenas por homicidio y no por aborto, tal lo planteado por las defensas.