Cristian Alejandro Luna fue asesinado de tres balazos el domingo 28 de septiembre pasado en un pasillo de Amenábar entre Corrientes y Paraguay, a metros de la casa de su suegra y de la vivienda del principal sospechoso del crimen haberlo matado: “El Cabezón Duhalde”. El crimen no levantó polvareda hasta que el viernes pasado efectivos de Inteligencia de la Policía de Investigaciones (PDI) detuvieron en una vivienda de barrio La Guardia a un joven de 20 años que, según la acusación, responde al llamativo apodo.
Se trata de Leandro Omar A., conocido entre los suyos como “El Cabezón Duhalde” y con prontuario abierto, a quien el sábado pasado el fiscal de Homicidios Miguel Moreno le imputó el crimen de Luna y también dos hechos de robo calificado y uno de amenazas calificadas. El juez Carlos Leiva, tal como había requerido el fiscal, le dictó prisión preventiva por 60 días y rechazó la petición del defensor Mariano Scaglia de que siguiera el proceso en libertad.
Por su parte, el acusado dijo que sólo lo apodan “Leo”. Otro condimento que se ventiló en la audiencia imputativa del sábado, en boca de la defensa de Leandro A., es que Luna estaba mencionado en escuchas del expediente que investiga a la banda de Los Monos.
Altercado. El fiscal sostuvo que el crimen de Luna se precipitó a partir de un altercado entre un amigo de éste y “El Cabezón Duhalde” en la villa La Lata a las 6 de la mañana del 28 de septiembre de 2014. “Vos me mandaste en cana, así que dame la campera y las zapatillas”, le dijo el imputado a un pibe apodado “El Colo” antes de balearlo en la pierna izquierda.
“La víctima no quiso acusar a nadie por temor”, dijo el fiscal sobre ese hecho, y leyó el relato de testigos que ubicaban a Leandro A. en la escena. Minutos después llegó Luna en su auto. Preguntó qué había pasado y dijo: “Quedate tranquilo, yo te recupero las cosas”.
Luna fue en su auto hacia el pasillo donde viven su suegra y “El cabezón”. Testigos indicaron que oyeron que llegó un auto con la música a todo volumen. Y que luego hubo una discusión y disparos.
“Duhalde pará, Duhalde pará”, escuchó una vecina que le decían al tirador. Y otra dijo: “Cuando me asomé (por la persiana) vi al Cabezón que se paseaba con un arma en la mano y decía «lo maté bien porque era un gil»”. Desde entonces Leandro Omar A., que vivía con su concubina en La Lata, se mudó.
Amenaza. Dos meses después un muchacho apodado “Pela”, que trabaja en un servicio de catering y vive en inmediaciones de la escena del crimen, denunció que El Cabezón lo había amenazado con un arma de fuego. “Pela te voy a matar”, leyó el fiscal que le dijo el Cabezón Duhalde a su víctima. Y dio cuenta de que Pela soportó un simulacro de fusilamiento en el que Leandro A. le gatilló cinco veces por la espalda sin que salieran los proyectiles.
Acto seguido, cuando El Cabezón se iba de Amenábar al 1500, se topó con un hombre que trabaja en una panadería y a punta de pistola le robó el celular y algo de dinero. “A la víctima no la tenemos identificada, pero hay testigos que acreditan el hecho”, dijo Moreno. Y dejó constancia de que muchos testigos manifestaron su decisión de irse del barrio por temor al sospechoso.
El fiscal expuso que se llevó adelante un trabajo de inteligencia con intervenciones telefónicas. Y que para lograr la detención de A. efectivos de la PDI siguieron a su concubina desde el trabajo hasta su nueva residencia en el barrio La Guardia.
De terceros. Por su parte, el abogado edificó su estrategia a partir de que “muchos de los testimonios acusatorios son de oído o de dichos de terceros”. E indicó que al no haber un arma secuestrada no se podía inferir que su cliente la había empuñado.
“No hay datos objetivos que vinculen a mi defendido con la acusación. No es serio”, dijo el abogado. Y pidió “ir a juicio de inmediato” si a su cliente le daban prisión preventiva sin plazos. “Mi asistido no responde al apodo de El Cabezón Duhalde”, enfatizó Scaglia.
Al clausurar la audiencia del sábado, el juez Leiva se inclinó hacia los fundamentos del fiscal y dictó la prisión preventiva. Así A. quedó imputado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego por el caso Luna, robo calificado doblemente agravado, amenazas calificadas y robo agravado por el uso de arma no acreditada para el disparo.