Ricardo Albertengo, uno de los delincuentes más renombrados en la historia del hampa local, fue condenado a prisión perpetua como autor del homicidio del policía Mauro Mansilla en marzo de 2016 en el microcentro de la ciudad, y por dos robos calificados que concretó un mes antes. La semana pasada Albertengo no se presentó por razones de salud a la audiencia de inicio del juicio oral y público en el cual debía ser juzgado por esos hechos. Por eso se pasó a un cuarto intermedio hasta ayer, cuando se anunció que Fiscalía y defensa acordaron cerrar el caso en un trámite abreviado homologado por quienes dictaron la sentencia.
El 11 de marzo de 2016, tres días después del crimen del policía Mansilla y de ser reconocido por testigos y filmaciones, Albertengo se presentó en la Fiscalía de Homicidios de Rosario sabiendo que su destino, una vez más, lo dejaría tras las rejas.
Es que este hombre de 52 años no es como otros reos. Está casado, tiene estudios terciarios completos y es preparador físico diplomado. Pero escribió un prontuario penal a fuerza de violentos hechos de sangre.
El 2 de abril de 1994, cuando tenía 28 años, robó una verdulería de 3 de Febrero al 900 junto a un cómplice. Luego ingresó a un bar de 9 de Julio y Sarmiento para escapar de la policía. Acorralado, tomó de rehén a una moza y mató de un disparo al estudiante rafaelino Alejandro Debortoni, de 25 años.
Fue condenado a 20 años de cárcel por ese homicidio y algunos robos. Luego accedió a salidas transitorias pero volvió a caer el 21 de octubre de 2009 cuando, fingiendo ser paciente, tomó rehenes y asaltó con una pistola calibre 9 milímetros la clínica A&E, de Oroño 721. Fue su séptimo robo en un mes y medio a diferentes consultorios y clínicas.
En julio de 2010 lo condenaron a 37 años de cárcel en un acuerdo abreviado al que llegaron la defensora oficial Estrella Galán y el ex fiscal Eduardo Valdés Tietjen. Recibió 17 años de cárcel por esos golpes, y se unificó esa condena con los 20 años que arrastraba.
El 11 de mayo de 2015 la jueza de Ejecución Penal Luciana Prunotto le otorgó salidas transitorias bajo la compañía de tres efectivos del Servicio Penitenciario. Y luego extendió ese beneficio para salir con un tutor responsable, su pareja. Pero el 8 de julio Albertengo no regresó a la cárcel, se lo consideró prófugo y se dictó la orden de detención.
Matar otra vez
El 8 de marzo de ese año los dueños de un instituto de música de Buenos Aires al 900 que Albertengo había robado se lo cruzaron ocasionalmente en Mitre y Rioja. Desde allí empezaron a seguirlo. En Corrientes al 400 el policía Mauro Mansilla cubría un servicio adicional en la Asociación Empleados de Comercio. Entonces le dieron cuenta de la situación.
El suboficial siguió a Albertengo mientras pedía apoyo al 911. Al verse acorralado, el sospechoso ingresó al Centro de Estudios Sociales (CES), en una planta alta de Corrientes al 300. El policía entró detrás de él para detenerlo y se cruzó con una empleada que bajaba la escalera.
En ese momento se escucharon tres disparos. Dos proyectiles dieron en la cabeza del agente, que murió en el acto. El delincuente le robó el arma reglamentaria y huyó. Tres días más tarde Albertengo llegó caminando a la cárcel de Riccheri y Zeballos, donde se entregó.
En noviembre de 2017 el fiscal Ademar Bianchini solicitó la pena de prisión perpetua y reclusión por tiempo indeterminado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego doblemente calificado críminis causa y porque Mansilla era miembro de las fuerzas de seguridad.
La acusación se hizo en conjunto con la fiscal de Investigación y Juicio, Juliana González, que también formalizó el pedido de pena por los dos robos por los cuales solicitó una pena de 9 años de prisión.
Además, solicitaron que la sanción sea unificada con la impuesta en 2010 a 37 años de cárcel, por lo que requirieron una pena única de 46 años, lo que daba como resultado la pena de prisión perpetua con declaración de multirreincidente.
En esas condiciones llegaba Albertengo a la audiencia de la semana pasada ante los jueces Isabel Más Varela, Patricia Bilotta e Ismael Manfrín. Pero exámenes médicos realizados minutos antes dijeron que no estaba apto para el debate.
El mal estado de salud del imputado venía precedido de otros antecedentes. El 28 de marzo le envió una carta manuscrita a un periodista radial donde denunció que le habían ofrecido ser parte de un complot para asesinar a un policía implicado en una causa narco (ver aparte).
Y el viernes 5 de abril Albertengo debió ser trasladado de urgencia desde la cárcel de Piñero hasta el hospital José María Cullen de Santa Fe por haber ingerido barbitúricos y ansiolíticos. Lo cierto es que la defensora oficial Maricel Palais explicó que el examen médico que le hicieron a Albertengo previo al inicio del debate no tenía que ver con una descompensación sino con cumplir el artículo 109 del Código Procesal que prevé que ante una pena en expectativa mayor a ocho años "el detenido debe ser sometido a un examen psicológico y psiquiátrico".Entonces los jueces decidieron pasar a un cuarto intermedio, y suspender el juicio para que el detenido cumplimentara los estudios.
Etapa final
El juicio debía reanudarse el lunes pasado. Y así ocurrió, con el acusado en condiciones físicas y en el banquillo. Durante el trámite Fiscalía y Defensa anunciaron que habían arribado a un acuerdo para cerrar el caso en un trámite abreviado.
Según fuentes cercanas a la pesquisa, hacía varios días que Albertengo se había inclinado por aceptar esa alternativa ante su complicada situación procesal. El acuerdo se presentó ante los jueces que hasta el jueves controlaron la legalidad y evaluaron los términos que tenían el consentimiento del imputado.
Ayer finalmente se anunció que el Tribunal daba por admitido y homologado el procedimiento y dictó la sentencia en un trámite que se realizó en el Centro de Justicia Penal.
Por el crimen de Mansilla, el peligroso hampón fue condenado a prisión perpetua por homicidio agravado por el uso de arma de fuego y doblemente calificado, por críminis causa y por ser la víctima un miembro de las fuerzas de seguridad pública, portación de arma de fuego (dos hechos), en concurso real.
Además, lo condenaron como autor de robo calificado por uso de arma de fuego no habida en concurso real con el delito de privación ilegítima de la libertad, y robo calificado por uso de arma de fuego cuya aptitud para el disparo no puede tenerse por acreditada y privación ilegítima de la libertad, en concurso real y en carácter de autor.
ante la justicia. Albertengo está detenido en Piñero y su fisonomía ha cambiado mucho en los últimos años.
Ofrecimiento
La concubina de Ricardo Albertengo denunció en la Fiscalía de Violencia Institucional lo que dijo el ahora condenado durante el juicio. Entonces alertó que "un subalcaide" de la cárcel de Piñero le había ofrecido mejorar su condición de detención a cambio de que matara al ex sargento Edgardo Baigoría, procesado y vinculado con el empresario rosarino Luis Paz como miembro de una banda narco.