
Miércoles 06 de Octubre de 2010
Villa Constitución. — Obreros rudos, hombres grandes de rasgos curtidos y sonrisa difícil
se abrazaban entre sí con los rostros surcados de lágrimas. El día final había llegado. Luego de 34
días de bloquear la autopista a Buenos Aires, el acuerdo firmado anteanoche revivió las esperanzas
de que Paraná Metal vuelva a abrir sus puertas. Y “con los 900 adentro”, como pedían,
pero también con la incertidumbre de saber de antemano que 600 de ellos quedarán en el camino de
aquí a un año.
Por eso fue una mañana de sentimientos encontrados. Embargados por la
emoción fueron levantando de la ruta todas las cosas que los cobijaron durante más de un mes de
protesta. Después, en una caravana sin muchas bocinas pero con sentimientos desbordantes llegaron a
la ciudad. Hicieron un alto en la sede de la UOM y desembarcaron en la carpa montada en el ingreso
de la planta fabril.
Allí se repitieron los abrazos y las lágrimas, y la inexplicable
sensación de que el conflicto había llegado a su fin. Pero también se renovó la convicción de que
“la lucha no termina aquí, porque ahora vendrá lo más difícil, que es seguir manteniendo esta
fuente de trabajo”, advirtieron.
“No logramos todo lo que pretendíamos, pero al final conseguimos
que la fábrica se reabra, y eso ya es un alivio. Para mí, esto recién comienza ahora, y también la
incertidumbre de saber quién va a quedar y quién no”, señaló Cristian, uno de los operarios
que casi no se movió un día del piquete.
Abrazado a su pequeña hija, Germán, acaso uno de los más activos del
corte que finalizó ayer, casi no podía hablar de la emoción y la congoja. “Siento muchas
cosas en este momento. No sé si lo que logramos es bueno o es malo, pero al menos se abrirá la
fábrica, que cuando empezamos todo esto estaba en quiebra”, dijo.
“Cuando la fábrica reabra, dentro de 15 o 20 días, recién allí va
a comenzar la verdadera lucha, porque el modo de trabajar será totalmente distinto al que hacíamos
hasta ahora”, añadió quebrado por las lágrimas “por este gran vacío en el alma que no
puedo digerir, y que un empresario no entendería nunca”.
La lenta caravana ya estaba en marcha, pero algunos aún se resistían a
abandonar el lugar que los tuvo como protagonista de una lucha que, con sus claros y oscuros, será
parte de la historia de todos los villenses.
“No es una derrota, pero tampoco una victoria. Es sólo un acuerdo,
para que en el futuro esto mejore y haya estabilidad para la familia de Paraná Metal”, se
esperanzó otro de los obreros.
Ovidio Pierachini tiene 36 años en las contratistas de Paraná Metal.
Durante los 34 días anteriores fue el cocinero oficial del piquete. Y ayer fue otro de los que se
quebraron al abandonar “este puente, donde estuvimos tirados durante 33 días pero con la
frente alta por la dignidad que significó esta lucha, que hoy nos deja una sensación que todavía no
sabemos si es buena o es mala”.
Tatú y Tucán —así los conocen todos— habían tenido fuertes
cruces durante el fragor de la lucha, pero ayer se fundieron en un brazo interminable y
coincidieron en destacar que “hoy es un día feliz”, y advirtieron que “no tenemos
que bajar los brazos y debemos estar atentos porque la lucha recién empieza”.
Para Carlos Sosa, flamante secretario general de la CTA villense, el
acuerdo suscripto “no es lo mejor pero tampoco lo peor”. Y sostuvo: “Ahora se
pasa a otra instancia de lucha, porque hay que ver cómo comenzó este conflicto, con la empresa al
borde de la quiebra y con maniobras por parte de estos empresarios que son delincuentes”.
Un par de redoblantes porfiaban en ganarle a la sensación de alivio y
serena alegría que campeaba en el lugar, no tanto por lo conseguido sino por este final de tamaño
sacrificio que, vale decirlo, sólo un puñado de obreros —no más de cien— cargó sobre
sus espaldas por más de un mes.
“Tenemos para celebrar que todo el mundo tendrá salida laboral, y
que se reabra esta planta que estaba prácticamente quebrada. Ahora tendremos un año para trabajar
en los aspectos negativos del acuerdo. Comenzamos otra etapa, y esperamos que sea con Paraná Metal
creciendo y empleando a más compañeros metalúrgicos”, reflexionó Carlos Vázquez, tesorero de
la UOM. l