Dan vueltas por la ciudad en busca de conocer, concientizar y favorecer la ventilación en espacios cerrados y es así como los voluntarios que forman parte de Ciencia Rosarina Contra el Coronavirus ayudan a mejorar la circulación de aire en locales, bares, restaurantes, gimnasios y bibliotecas, entre otros rubros. Ya relevaron casi 80 espacios en la ciudad, de la mano de 25 estudiantes voluntarios y profesionales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), de distintas carreras, y del Conicet. De los análisis realizados, si bien los casos son puntuales, las salas de espera de consultorios médicos y los locales pequeños que reciben mucha gente son los que reprueban la medición, aunque hay formas de mejorar la ventilación con lo que hay a mano y sin invertir en obras o modificaciones estructurales.
Ciencia Rosarina Contra el Coronavirus es un colectivo interdisciplinario de docentes e investigadores de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y el Conicet que se empezó a reunir y a contactar por la cantidad de información sin fuentes confiables que circulaba sobre la transmisión del Covid. En el staff hay profesionales formados en medicina, bioquímica, psicología y arquitectura, entre otros rubros. Y de este colectivo surgió la campaña “Cambiá el aire”, conformada por profesionales y estudiantes, a través de la cual se busca concientizar sobre la importancia de tener una ventilación permanente de espacios para renovar el aire y disminuir la transmisión del coronavirus.
La campaña es plenamente voluntaria, tanto de quienes la realizan como de quienes deciden inscribirse para ser visitados. Hay un formulario que los responsables de los locales pueden completar para que un equipo visite las instalaciones y mida la calidad del aire. En base a ese análisis, ahí mismo se dan distintas pautas para mejorar la ventilación con elementos que están a mano, sin necesidad de hacer modificaciones o reformas que insuman una inversión de dinero.
“Es para lugares cerrados pero no están incluidas las casas de familia. Acordamos un día y horario, lo vamos a visitar con un grupo de voluntarios y hacemos las mediciones. Relevamos el espacio, tomamos las medidas, nos fijamos las condiciones de ventilación y medimos la calidad del aire con un medidor de dióxido de carbono”, explicó Daniela Cattaneo, que es arquitecta y forma parte del grupo. Ya relevaron locales, bares, restaurantes, gimnasios y bibliotecas.
Las mediciones las realizan con equipos prestados por la iniciativa Ventilemos, de la que forman parte tres rosarinos que desarrollan esta herramienta para medir la calidad del aire en los ambientes. Además, capacitan a los voluntarios.
El medidor de dióxido de carbono permite conocer cuán respirable es el aire que está en un ambiente: “Eso nos da la pauta de si hay suficiente renovación de aire en ese ambiente y poder visibilizar rápidamente, con las estrategias que hay a mano, cómo lograr una mejor calidad de aire con movimientos mínimos”.
Por el momento relevaron entre 70 y 80 comercios e instituciones de la ciudad y tienen en carpeta visitar diez más en los próximos días. Arrancaron las mediciones en el Mercado del Patio y en los comercios adyacentes a la plaza Montenegro, con buenos resultados y recepción por parte de los comerciantes, luego de ofrecerse y explicar por qué miden la calidad del aire.
Esta semana tocaron los locales del Paseo Echesortu y Cattaneo afirma que tuvieron “una recepción enorme, casi todos accedieron”, y agregó: “Cuando explicás por qué y para qué hacés esto, y que no es sancionatorio sino que la idea es informar, son muy receptivos”.
Salas de espera, reprobadas
Cattaneo afirma que la mayoría de los locales relevados cuenta con buena calidad de aire, según los valores que arrojan los medidores. Y si bien los que dan resultados negativos son puntuales, entre estos se encuentran los comercios pequeños a los que ingresa mucha gente y las salas de espera de los consultorios.
“Nos está dando muy alto en algunos locales pequeños, que no tiene que ver con las condiciones del local sino que entra más gente de la que debería. Y también en las salas de espera de consultorios: casi ninguna tiene ventilación y, justamente, es donde va gente potencialmente enferma. Aunque los casos que no dan bien son puntuales”, expresa la arquitecta.
A ello sumó: “Se pueden tomar muchas medidas (para mejorar la ventilación) con lo que hay disponible: hay ventiluces que pueden abrirse, modos de abrir los espacios de servicio o los baños, abrir rejillas de ventilación, sacar burletes de puertas”.
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Después de realizar las mediciones, los voluntarios dejan folletos con un código QR para acceder a más información y pegan una calcomanía de la campaña en el frente del local que dice “Aquí se renueva el aire”. “Como cliente o consumidor, da tranquilidad saber eso”, dice Cattaneo.
“Queremos instalar conductas: entender la lógica de transmisión del virus para saber cómo actuar y poder replicarlo en otros lugares”, concluyó.