La irracionalidad le ganó a la mesura. La previa del clásico del domingo escribió ayer la primera página. Pero no deportiva. Sino policial. Un grupo de fundamentalistas de Newell’s exteriorizó su malestar por las escasas entradas que le proporcionará Central (3.500 populares y 400 plateas). Apeló a la violencia radical para manifestar su descontento. Un pelotón de 400 leprosos activó su fuerza bruta para hacer trizas el ingreso a la sede auriazul de calle Mitre al 800. Pero ese acto vandálico tuvo su efecto demoledor en varios locales ajenos a la entidad canalla. De hecho, muchos negocios terminaron exhibiendo sobre sus locales los restos de vidrios provocados por la apedreada rojinegra. La gresca prosiguió por toda calle Córdoba hasta llegar a Oroño. ¿La policía? Detuvo a 36 individuos. "No hubo prevención. Nadie hizo nada. Había sólo cinco uniformados a la hora que comenzó todo", fue la queja de muchos comerciantes cuando la obra de terror estaba consumada.