No se trata de subestimarlo. Pero la derrota de Islandia ante Noruega no sorprendió. Tampoco debió moverle el amperímetro al casildense Sampaoli y compañía porque este equipo dista lejos de poner realmente en aprietos al conjunto que capitanea Leo Messi. El pequeño país del noroeste de Europa fue una prolongación natural del fútbol que pregona. Ayer se presentó ante su gente en el estadio Laugardalsvollur, donde 15 mil almas siguieron bajo el intenso frío las acciones amistosas contra Noruega. El resultado fue desfavorable para los isleños árticos por 3 a 2. Fue tan desfavorable como los errores básicos que cometieron en varios pasajes del encuentro, que tuvo como único saldo esperanzador la vuelta de Gylfi Sigurdsson. La estrella local marcó un gol y ratificó su fina calidad. Sin embargo, esta selección no tiene el peso suficiente como para inquietar a los criollos cuando sea turno de debutar en el Mundial de Rusia, el próximo 16 en Moscú.
Su presencia en la cita más importante del planeta genera simpatía por decantación. Islandia fue la Cenicienta de la pasada Eurocopa, donde llegó a los cuartos de finales. También dio la nota cuando sacó pasaje directo a Rusia por primera vez en la historia, por delante de Croacia. Sí, el otro rival del grupo argentino que entró por repechaje. Una nación que vive rodeada de agua sigue escribiendo páginas dentro del fútbol.
Claro que no todo es color de rosa para este combinado. Porque, más allá de que está entre los mejores 32 del mundo, la realidad es que la materia primera que tiene no es de primera calidad como sucede en otras naciones. Cuenta con un plantel prácticamente amateur.
Muy pocos militan en el exterior. Los casos salientes son el enganche Gylfi Sigurdsson (Everton inglés), quien no jugaba desde principios de marzo por una lesión en la rodilla, Birkir Bjarnason (Aston Villa) y el capitán Aron Gunnarsson (Cardiff City).
Ayer mostró lo que realmente es. Una selección aguerrida por momentos, pero muy tibia por otros. Noruega, que mirará el Mundial por televisión y está probando jugadores, lo expuso en varios flashes sin piedad. Los vikingos no fueron esos guerreros que el pueblo, que se olvidó por unas horas del handball y el alpinismo (los dos deportes más populares) para disfrutar con la número cinco bajo la suela, esperaba.
Y así le fue. Mal. Perdió 3 a 2. Muy poco dejó para analizar de manera meticulosa. Solo se vio que varía el esquema acorde a los actores. Arrancó con un 4-4-2, donde la última línea intentó moverse de manera sincronizada, pero a la vez comete errores infantiles y deja huecos cuando lo aprietan un poco.
Luego pasó al 4-4-1-1 cuando ingresó el pibe 10 local: Gylfi Sigurdsson. El enganche que regresó tras una lesión mostró calidad y clavó un golazo. Luego fue una máquina desarticulada. El entrenador Heimar Hallgrimsson, quien a su vez se dedica a la odontología, deberá seguir trabajando arduamente para llegar lo más aceitado posible al Mundial en pos de seguir generando sorpresa y ganando simpatía popular.
En realidad, lo que hizo ayer Islandia no es nada para preocuparse realmente de cara a lo que vendrá cuando sea momento de enfrentarlo en Moscú, el próximo 16. Porque en el mano a mano, al menos en la previa, está a la vista que los vikingos no son ningunos cucos para Argentina.