¿Precaución o convencimiento? Dos palabras que se prestan para el juego previo, con todos los márgenes de aciertos y desaciertos, en la antesala de un nuevo partido para Central en el camino hacia el objetivo ya conocido: la clasificación a la Copa Sudamericana. Y más en medio de la necesidad de recomponer la imagen tras la derrota a manos de Godoy Cruz. Leonardo Fernández imaginó un partido que, si se da tal cual lo ideó, le dará la derecha. Y lo hizo a sabiendas de lo que elegía, pero ese convencimiento, el de los nombres, no es en este caso el más importante. Sí el que tiene que ver con la disposición táctica que mostrará el canalla esta tarde (a las 19.15) frente a Vélez. Atendiendo, como siempre, a que cualquier acción de juego puede alterar hasta el plan más y mejor pensado, Central va con una idea al Fortín de Liniers.
Es insoslayable la baja de Marco Ruben. Es que fue a partir de esa obligación de cambiar que el entrenador tuvo que idear otra cosa. Porque por más que haya sido bajo el rendimiento del 9 en el último partido, si hubiera estado en condiciones era número puesto para esta tarde. Salvado ese detalle, el juego de especulaciones se abre libremente. ¿Qué hubiese sido lo más lógico para el DT? Hacer un típico cambio de figuritas: la inclusión de Germán Herrera, quien, dicho sea de paso, fue quien en los pocos minutos que tuvo en cancha convirtió el gol del descuento frente al Tomba.
La negación casi absoluta de esa posibilidad (el término "negación" tiene que ver con que esa variante no fue ni siquiera ensayada durante la semana) es lo que se presta a las conjeturas.
No hay nada en el fútbol que garantice que atacar con dos o más delanteros hará al equipo más ofensivo. Lo mismo que superpoblar la zona de volantes le dé a ese mismo equipo matices de cauteloso. Más importantes que los números es la predisposición y la capacidad de los jugadores de ocupar los lugares de la mejor manera y en los momentos precisos.
Esta misma idea es que el técnico quiso plasmar en el partido contra Godoy Cruz, pero no lo pudo hacer porque Maximiliano Lovera se mancó en el ensayo futbolístico. Esa vez Ortigoza iba a ser una especie de manija (finalmente no pudo ni siquiera arrancar el encuentro), junto a López Pissano. Lioi por derecha y Lovera por izquierda debían ser los encargados de ensanchar la cancha cuando el equipo tomaba posesión del balón.
Ahora hay puntos de similitudes. No está Ortigoza pero está Gil. Y no está Ruben, pero todos los otros nombres se mantienen (en realidad el cambio es Gil por Ruben). ¿Entonces? Caído el capitán y referente, el técnico vuelve sobre sus pasos y estrecha lazos afectivos con aquella idea futbolística a la que intentó potenciar y, por la lesión de Lovera, no pudo darle pista.
Encima está el dato de que hasta aquí el equipo había mostrado mucha más profundidad con un solo referente de área (generalmente Zampedri) que cuando el entrerriano tuvo que compartir el frente de ataque con un jugador de similares características. Extrañamente el DT no comulgó con la lógica en medio del partido contra el Tomba tras la expulsión de Tobio, ya que por mantener a los dos puntas optó por desarticular la mitad de cancha.
Leo Fernández sin dudas estudió el partido y debe estar convencido por dónde será conveniente moverse. Como tantas otras veces cree que las bandas le entregarán algunas licencias y por eso la superpoblación en el mediocampo para, cuando la situación lo amerite, aflojarles las riendas a Lioi y a Carrizo.
Con una línea de cinco volantes y con los más ofensivos cumpliendo su función en el retroceso, el equipo será un poco más precavido. No obstante, esta apuesta (sin Ruben, se insiste) tiene muchos puntos en común con aquella idea previa a Godoy Cruz. Eso seguramente tiene mucho de convencimiento.