Inolvidable. Un triunfo para toda la vida. Claro, si River alzó la Copa Libertadores frente a Boca. Con una victoria por 3 a 1 en el superclásico. En la primera final de la historia de una competencia internacional. La única mancha fue por culpa de unos pocos que privaron a la gran mayoría de poder festejarla en el estadio Monumental, donde debió jugarse este derby que se trasladó a Madrid, desde donde llegó la consagración del equipo dirigido por Marcelo Gallardo, ese gran campeón que los millonarios tienen allá arriba, en el gran pedestal de los técnicos campeones.
El mítico Santiago Bernabéu fue el escenario en donde se consagró el equipo de la banda roja. Lejos de su estadio Monumental pero el triunfo terminó con el calificativo de monumental porque lo logró tras remontar el 0-1 con el que se cerró el primera etapa y en un cierre del tiempo suplementario ideal, con un 2-1 convertido en golazo por el colombiano Juan Fernando Quintero y porque en la última pelota el que hizo delirar a todos fue el Pity Martínez, el número 10, un gran referente, como si fuera el Gallardo de sus tiempos de pantalones cortos.
River conquistó la cuarta Copa Libertadores de su rica historia, la segunda del Muñeco como DT, la que había logrado en 2015, cuando todos los millonarios pegaron el mismo grito de campeón que en aquella primera vez en 1986 de la mano del Bambino Veira y que en la de 1996 con Ramón Díaz.
Y ahora se vendrá el Mundial de Clubes de Emiratos Arabes, donde debutará el próximo martes 18.
Para llegar a levantar el máximo trofeo sudamericano, el conjunto millonario debió remontar dos veces una caída parcial en la primera final jugada en La Bombonera, también en el partido de ayer. Y esto le da mayores méritos, como el hecho de conseguirlo fuera de su estadio, como marcaba la lógica que en la Conmebol no existe. Por culpa de los violentos, por impericia dirigencial y política.
Por eso, la definición con el mítico Bernabéu de fondo, grandes personalidades del fútbol mundial en sus palcos y una organización con tono de Champions League, pero matizada por la sana pasión de los argentinos que llegaron a la casa de Real Madrid también fue seguida por TV desde argentina, desde Núñez y todo el país.
A River le costó de entrada. En un juego de pocas emociones en un primer tiempo desbordante de tensión. Igual, los de Gallardo intentaron hacer el juego como si fueran locales. Pero esa etapa finalizó con un golazo de contraataque de Darío Benedetto, como para ponerle más adrenalina a la conquista. Pero River no desesperó. Y en una gran jugada del segundo tiempo Lucas Pratto igualó a los 67' definiendo una gran maniobra de Nacho Fernández. Pero no se veía fácil desequilibrar el empate. Los 90' terminaron 1 a 1 y había alargue. Treinta minutos para definir sin llegar a los penales.
Un tiempo en el que no se podía fallar. Y Boca lo hizo. El colombiano Barrios vio la roja enseguida por una falta (segunda amarilla) y Barros Schelotto no acertó en el diagnóstico buscando variantes.
Ya había acertado Gallardo desde el palco avisándole a Matías Biscay (el DT en la cancha) que pusiera a Quintero, quien fue el que le entró con su botín a esa pelota que clavó en el arco de Andrada desde afuera del área a los 3' del último tiempo suplementario. Boca se vio obligado a salir con todo y no sólo no encontró los espacios sino que dejó el último para que Martínez metiera una contra letal para con el 3-1 hacer delirar a todo River en Madrid y en Argentina.