Rodrigo Martínez es kinesiólogo. Hace unos días regresó de Estados Unidos y fue testigo del sueño cumplido por Nadia Podoroska al ingresar al cuadro principal del abierto de EEUU. La había acompañado en junio a un torneo en Hungría, donde la rosarina ganó en dobles y fue semifinalista en singles. Y hace un año estuvo junto al boxeador Matías Vidondo cuando combatió en Nueva York ante el cubano Luis Ortiz, en el Madison Square Garden. La profesión le permitió incursionar en el mundo deportivo de élite y narra su experiencia sustentado en anécdotas. Su vinculación al deporte empezó en 2006 cuando lo invitaron a trabajar en el fútbol de salón de Central y progresó hasta el fútbol de reserva y primera, actividad que dejó el año pasado. La diversidad de roles constituye un capital que excede lo específico de su trabajo. Y lo cuenta. "Este viaje al abierto de Estados Unidos fue fantástico. Hace muchos años que trabajo junto al equipo de Nadia. Y hoy te podría decir que un día Podoroska desplazó a John McEnroe", dice en broma Rodrigo.
—En el predio hay gimnasios con boxes para que cada tenista trabaje con su kinesiólogo. Te anotás para que te den un turno de 45 minutos. Trabajas y salís para que enseguida entre otro jugador y kinesiólogo. Los horarios son estrictos. Cuando casi era nuestro horario le indico a Nadia que haga un poco de regenerativo en la bici y en ese momento en el box se meten dos tipos. Voy y les digo que lo teníamos asignado y el kinesiólogo, que estaba con un jugador canoso y veterano, me dice "sólo un ratito". Pasaron los minutos voy y golpeo la puerta. Nada. Entonces golpeo más fuerte y entro. Les pido por favor y ahí cuando se van vemos que el canoso era McEnroe, el dueño de casa, amo y señor, pero nosotros lo desalojamos", relata entre risas y admiración por el jugador emblemático de EEUU.
"El US Open es increíble. Al entrar como equipo de un tenista accedés a todos los lugares. Un día estábamos en la sala de jugadores, un lugar impecable de descanso, y Nadia me señala que venía Djokovic. Y ante semejante jugador uno se pone cholulo. Pero ni una foto podés sacarte porque no está permitido en ese espacio. Si le pedís una foto y el jugador accede pero te ve alguien de la organización te echan del torneo de por vida. O si el jugador después se queja, también. Así que cholulos, abstenerse. Y también sentís orgullo como integrante del equipo cuando tu deportista recibe el reconocimiento de notables. El día que Nadia gana el tercer partido de la qualy, Del Potro vino a felicitarla y luego en el gimnasio también Mónaco, y todo eso en un contexto magnífico, porque en una cinta estaba Djokovic, en otra estaba Serena Williams y en un lateral Nadal. Una experiencia única", relata con entusiasmo.
—¿Cómo fue lo de Vidondo?
—También magnífico. Matías me invita a ir y empiezo a conocer de cerca al boxeo. Ahora voy seguido a los combates acá. El Madison, el gimnasio que le dieron para entrenar y también el entorno te hacen vivir como si estuvieras en una película de "Rocky". Con música bien de ahí como hip-hop o rap, luces de todo tipo. Pero ahí no tuve que trabajar tanto como con Nadia porque esto fue distinto, fueron cinco días y la rutina estuvo más a cargo del entrenador y del preparador físico. Yo tuve dos sesiones para aflojar músculos de brazos, manos, hombros, cuello y espalda. Ahí iba a ir al ring-side, pero viajó el hermano de Matías y él me preguntó si no me enojaba si le daba ese lugar al hermano. Le dije que jamás me enojaría, entonces me dan un ticket para un lugar también muy cerca, a cuatro filas. Cuando salimos del vestuario para ir al ring, yo doblé a la derecha y el acomodador me llevó a mi lugar, pero no me cortó el ticket. Pasó le pelea de Matías y me quedé porque faltaban las de fondo (el nicaragüense Chocolatito González con el hawaiano Viloria y Golovkin con Lemieux por la unificación del título mediano). Mientras esperaba las peleas jugaba con la entrada en la mano. Al lado se sentaron un moreno y su esposa y enseguida miraron la entrada y me preguntaron si sabía cuánto valía ese ticket. Les respondí que no. Y dijeron: 5 mil dólares. Es decir que si salía podía venderla porque había una enorme demanda en las puertas. Pero no, no había precio para pagar ese momento.
—¿Cómo es trabajar con deportistas tan diferentes?
—Todos los deportistas son distintos. El futbolista consagrado es quizás más exigente, te prueba todo el tiempo para comprobar si sabés o no. En mi caso siempre tuve buenas experiencias. El boxeador es más sufrido, se banca todo lo que le indicás, tiene una resistencia admirable. Y en el caso del tenis, yo con Nadia estoy desde que ella era chiquita y su confianza y la del entrenador es un orgullo para mí. Pero todos debemos saber que el deporte de alto rendimiento siempre lastima en el tiempo. Por eso se dice que la vida del deportista tiene un tiempo acotado, por la exigencia física y mental. Con los diferentes deportes cambian los lugares de las lesiones, por eso es fundamental conocer muy bien al deportista. La tensión muscular es un factor a tener muy en cuenta. Un tenista a medida que crece la actividad resigna tiempo de descanso por la agenda de viajes y partidos y si bien en los grandes torneos disponen de kinesiólogos, los de élite cuentan con el propio por el conocimiento mutuo.
—La kinesiología se fue vinculando cada vez más con el deporte. ¿Por qué?
—Por su gravitación en los procesos de recuperación de las lesiones pero también en la prevención de las mismas. Al principio se focalizaba en las lesiones más recurrentes, fracturas o rotura de ligamentos, pero ahora es mucho más abarcativa, porque se trabaja mucho en la prevención mediante varios recursos, como las terapias manuales, fisiatría. En la prevención es clave corregir aspectos posturales y optimizar movimientos que tienen que ver con el deporte. Evaluar si existe algún desbalance o desequilibrio. Por ejemplo a Nadia, cuando era más chica, le molestaba un poco el codo, entonces en una labor junto a su entrenador evaluamos la situación y después encontramos que había algunos factores, como el hecho de que había cambiado la raqueta, que era más pesada y con otra empuñadura, y ahí se hicieron trabajos específicos para fortalecer el músculo. Y desapareció la molestia.