La suspensión del partido por octavos de final de la Copa Libertadores entre Boca y River, que no pudo jugarse el complemento después de que la hinchada local agrediera con gas pimienta a los futbolistas millonarios, recuerda a otro episodio de la Conmebol: cuando Tigre decidió no salir a disputar el segundo tiempo por una agresión del personal de seguridad privada del estadio brasileño y se le dio por perdido el partido al conjunto de Victoria.
Luego de la ida en La Bombonera de Buenos Aires sin goles, el 5 de diciembre de 2013, Tigre viajó a San Pablo una semana después a jugar su primera y única final de un torneo internacional oficial.
Con un clima violento desde la llegada del plantel tigrense al estadio, la situación estalló al final de la primera parte, cuando San Pablo ganaba con goles de Osvaldo y Lucas. Los jugadores de Tigre fueron agredidos por personal de seguridad privada en la entrada de los vestuarios.
Con varios futbolistas heridos por golpes de armas de fuegos, palos y golpes de puño, el plantel y el cuerpo técnico conducido en ese momento por Néstor Gorosito decidió no salir a la cancha para jugar el segundo tiempo.
Mientras todo era caos en el vestuario del equipo argentino, las autoridades de la Conmebol decretaron el "abandono" de Tigre y la entrega de la Copa y la medalla de campeón a los futbolistas de San Pablo.
Para ambas instituciones solamente hubo sanciones económicas (a San Pablo, además, lo hicieron jugar sin público), la final se dio por terminada y los dos pudieron seguir compitiendo con normalidad en el plano internacional, en el último bochorno del fútbol sudamericano, hasta el de hoy en La Bombonera.
Leonardo Ponzio, uno de los futbolsitas de River más afectados por un supuesto gas irritante, lamentó que el superclásico asemejara a “una guerra” y no a una competencia deportiva. “Parece más que una guerra que un partido de fútbol, esto lo generamos todo”, lamentó Ponzio tras el partido.
El futbolista dijo que sintió “quemazón todo el tiempo. Hay que ver ahora cómo es la reacción del cuerpo”.
El entrenador visitante, Marcelo Gallardo, calificó como “lamentable” la situación vivida por el plantel millonario.
“Es lamentable todo esto. Lamentablemente nos toca vivir en un espectáculo como este una situación así, es lamentable”, dijo el director técnico millonario, quien seguía en el campo de juego incluso pasada la medianoche.
El entrenador de 39 años manifestó que “todos vieron como están los jugadores”, en relación a la condición física que presentaron varios futbolistas tras la agresión. “Es lamentable lo que pasó. Una hora y pico esperando que se tome una decisión, es increíble todo lo que pasó”, subrayó.
Cuando el árbitro anunció la suspensión del superclásico, los futbolistas de Boca Juniors permanecían en el campo de juego de La Bombonera como para jugar. Sin embargo, los hinchas locales empezaron a desconcentrarse y dejar el estadio. Pasada la medianoche, ambos planteles continuaban parados en el césped, en torno al círculo central.