Los "Cuchulinos team", así se llaman, podrían definirse como un grupo de corredores bien inclusivo, un adjetivo políticamente correcto, pero que en este caso es auténticamente exacto. Son 40 varones y mujeres, desde 19 a 70 años que los lunes, a las 20, se juntan en las escaleras del Parque de España y los martes y jueves, a la misma hora, se dan cita en parque Urquiza (parten desde la esquina noreste de Montevideo y Cochabamba). Entre ellos hay siete no videntes y también un trío que corre como vive: en patas. El grupo no representa a ningún sponsor ni gimnasio y no pagan cuota, aunque algunos gratifican económicamente a quien fundó el grupo y coordina desde hace diez años: Gustavo Ramos, un hombre de 51 años, ahora empleado de una ferretería, quien comenzó a correr cuando era diariero. A los Cuchulinos (nombre cariñoso que surgió del hijo de Ramos y por el cual se los encuentra en FB) sólo los une la pasión por correr.
Ovación los encontró una tarde de entrenamiento. Llegaron a cuentagotas después de trabajar. En el grupo hay estudiantes, comerciantes, metalúrgicos y profesionales. Algunos visten la remera naranja con vivos negros que se confeccionaron con el nombre del grupo, otros se ponen lo que tienen a mano, no hay "muestrario" de marcas ni zapatillas sofisticadas, es más, José María Michia, Flavia Ricardi y Nicolás Arenz ni siquiera las llevan puestas. A diferencia de lo que creen algunos, estos tres no sufren lesiones, no tienen problemas con hongos entre los dedos ni con sus uñas ni feo olor. Eso sí, pisan todo: lo lindo y lo feo ("Nada que no se pueda lavar con un trapo con lavandina", se defendieron).
"Somos consecuentes con la aerodinamia natural que empieza a problematizarse a partir del uso del calzado. Todo es un tema de adaptación y de respetar temperaturas: imposible correr debajo de 10 grados o por arriba de los 60 de temperatura", explicó Michia, uno del trío que realiza sus actividades laborales también sin calzado, como filosofía de vida. Algo que no comprenden muchos, incluso corredores. Contaron que les llegaron a decir que eran "un peligro" porque pueden lastimarse y dejar sangre sobre la pista. "Ridículo", contestó a coro el trío que sostiene que en los natatorios se asiste descalzo sin trabas y también en las artes marciales.
Los primeros pasos de los Cuchulinos fue en la plaza López. "Nunca me interesó sobresalir sino ayudar, soy cristiano, y cuando menos me di cuenta estaba enseñándole a otros a trotar", dijo Ramos, quien llegó a competir en ultramaratones y participó en carreras de todo tipo de distancias.
El grupo corre desde 8 o 42 kilómetros. No hay límites. Y la mayoría participará del maratón nocturno número XV de Sonder el próximo 23 de febrero, en el Monumento, en la que habrá dos distancias: 10 kilómetros y 4 (integrativa).
"Tampoco hay requisitos para ser parte del grupo. Somos muy inclusivos", remarcó Jorge Quiroga, guía de la corredora no vidente Marcela Escobar. Un grupo que corre como quiere, compite pero no pierde la solidaridad.