"A las chicas de la selección se las llama Panteritas, pero nosotros a este equipo campeón les decimos Palmeritas: sentimos que sembramos para que crezcan alto". Sin disimular orgullo, la frase salió ayer de boca del director técnico del seleccionado argentino de vóley Sub 16, Roberto "Lolo" Woelflin. El entrenador y las dos únicas jugadoras de Rosario que integraron el equipo, Aylén Ayub y Julia De Paul, ambas de 15 años, fueron a la red con Ovación.
Contaron detalles de la cuarta edición del Campeonato Sudamericano de vóley femenino Sub 16, que se jugó desde el 11 al 15 de octubre en Asunción (Paraguay), organizado por la Federación Paraguaya de Voleibol (FPV). Una victoria (le ganaron la final 3 a 1 a Perú) con sello rosarino: el comienzo de un equipo que promete buena altura.
"Este es el segundo Sudamericano logrado en la historia del vóley femenino, el anterior había sido en 1996, con el Sub 18", dijo Woelflin.
Si no fuera porque Ayub mide 1,81 metro y es castaña y De Paul llega a 1,67 metro y es rubia podría decirse que tienen más puntos en común que diferencias. Ambas comparten equipo en la selección pero también juegan desde varios años en Gimnasia y Esgrima (GER), donde De Paul es capitana. Ambas llegaron al vóley tras probar otros deportes, buscando una propuesta en equipo. Y ambas cuando se paran en la cancha con la camiseta albiceleste lo hacen en el mismo puesto: son armadoras, si bien Ayub _quien jugó más partidos de las dos durante el torneo de 9 cotejos_ aclara que en el club incursiona también como opuesta y central.
Fueron las únicas de la ciudad y dos de las cinco santafesinas del equipo (hay una jugadora de Santa Fe capital y dos de San Guillermo) y se despiden de la categoría con un primer puesto. Nada menos. Y forman parte de un plantel bien federal: hay jugadoras de Tucumán, Buenos Aires, Córdoba, La Pampa y Chaco. Una paleta diversa que se formó como resultado de un trabajo de observación de un año, tanto de Woelflin como de su equipo técnico.
"Durante 2016 nos dedicamos a viajar y mirar torneos en todo el país. Observamos a 250 chicas, de 14 y 15 años, y a partir de enero comenzamos a practicar diez días por mes. Ojalá podamos continuar el proceso cuatro años, sería lo ideal. El resultado es importante pero para este equipo técnico lo más importante es formar un potencial importante para aportar al mayor. Estamos sembrando", dijo Woelflin, un hombre de 49 años que se formó como jugador en la Asociación Cristiana de Jóvenes (ACJ) y como entrenador en GER y en Europa. Una carrera con la que retornó a Argentina. En 2014 comenzó a colaborar con la selección mayor y dos años después empezó su tarea de labranza con el Sub 16.
Por ese trabajo, tanto Ayub como De Paul viajaron este año por todo el país para entrenar, con los apuntes y tareas del secundario a cuestas. Ayub es alumna del Dante Alighieri y De Paul del Lasalle. También en este costado de la vida tienen un punto en común: nunca se llevaron una materia.
"Cuando no jugamos, entrenamos", dice De Paul, haciendo referencia a las cuatro prácticas semanales del club y las de la selección.
Por ahora aseguran que esa exigencia no las agobia. "Hoy el vóley es la vida", dicen ambas. ¿El futuro? Lo sueñan jugando en la selección mayor, con un nivel como el del Yael Castiglione o Luciano De Cecco, dos armadores que admiran.
"¿Qué les queda por mejorar?", les preguntó este diario. Allí también coincidieron. "Precisión y carácter", dijeron. Ambas aseguran que una armadora debe ser líder del equipo. Y están dispuestas a lograrlo.