El arquero uruguayo de Rosario Central, Sebastián Sosa, se erigió en la figura de un clásico discreto y jugado más con vehemencia que con fútbol.
El arquero uruguayo de Rosario Central, Sebastián Sosa, se erigió en la figura de un clásico discreto y jugado más con vehemencia que con fútbol.
El arquero mostró seguridad no sólo para ordenar a su defensa sino además en cada pelota aérea que rondó su área. A los 39 neutralizó un bombazo de Boyé abajo, en lo que fue una muy clara para el rojinegro.
Pero fundamentalmente porque arriesgó siempre abajo y porque a los 32' del segundo tiempo tapó lo que era el seguro gol de Newell's, cuando Maxi Rodríguez -uno de los puntos más altos que tuvo el rojinegro- sacó un violento remate tras enganchar ante Salazar y el arquero montevideano voló y manoteó al córner.
Un escalón más abajo se ubicó Franco Cervi, quien siempre pidió la pelota, fue el motor de lo poco que generó Central futbolísticamente y quien no tuvo el acompañamiento necesario como para que su juego trascendiera.