A los 30 años, Mariano Junco hizo un recorrido enorme en su carrera como entrenador. Primero tomó la decisión más difícil: dedicarse a vivir por y para el básquet, a riesgo de que a veces el dinero no alcance. Tras el trabajo a nivel local, su primera gran oportunidad fue con el femenino de Lanús, en el que logró éxito y reconocimiento a punto tal que llegó al staff de los seleccionados, pero luego eligió el retorno a su tierra.
En Rosario, Atalaya lo recibió con un plan de trabajo ambicioso en el femenino y en poco tiempo se amplió también al masculino. Los éxitos llegaron rápido en ambas ramas y hoy el azul vive el mejor momento de su historia.
"El reconocimiento de los colegas es muy lindo. Sólo los que comparten este trabajo y pasión saben lo que cuesta llevar adelante un proyecto deportivo en la ciudad y que encima tenga éxito. Lo planificamos pero nos llegó antes de tiempo. Me da mucha satisfacción que me hayan votado", contó Junco, quien detalló el momento en el que se encuentra el proyecto de Atalaya: "Estamos en un punto intermedio. El éxito del plan de trabajo, más allá de los títulos, nos obliga a seguir creciendo. Pudimos cambiar la cabeza y el estilo de entrenamiento, además de jerarquizar la figura de la preparación física. Esto demanda mejorar en lo organizativo y los dirigentes están abocados a eso con las ganas de siempre".
El otro gran ganador fue Maxi Yanson, jugador más valioso: "Me pone muy contento y me da mucho orgullo que los entrenadores me hayan elegido. Fue el mejor año desde que juego, por los campeonatos, por estar jugando el Federal, por esta elección. Se dio todo y en mi casa. Es un sueño hecho realidad".
"Creo que me votaron gracias al equipo, al grupo y al funcionamiento. Todos son importantes, cualquiera pueda aparecer, es mérito de ellos también porque confían en mí y me apoyan", cerró Maximiliano, la figura del bicampeón rosarino.