El fútbol moderno pone periódicamente a prueba a los entrenadores de manera sistemática. Deben realizar a diario una exploración en las actividades de sus profesionales en busca de la aplicación del sistema táctico. Y Miguel Russo viene demostrando que se las ingenia para reinventarse cuando el proyecto que tiene en mente no es ejecutado como quiere o directamente sus actores no están en sintonía deportiva. Lo demostró el último sábado en La Plata que no morirá con el doble cinco, que tampoco es su marca registrada pese a que lo viene utilizando desde hace mucho tiempo. Porque plantó un Central ofensivo como pocas veces mostró. Quizá obligado por la paliza que le pegó River en su momento. O porque consideró que la mayoría de los volantes que habían besado la lona en Núñez tocaron fondo. O simplemente porque ahora cuenta con mayores jugadores de vocación en ataque. Claro, la apuesta le salió redonda desde lo numéricoporque Central ganó en La Plata. Pero también continúa siendo notorio que el equilibrio en el mediocampo todavía es una asignatura pendiente.