Universitario firmó días atrás un acta acuerdo con el Club de Rugby Tarragona para llevar acciones conjuntas y lograr una integración solidaria en beneficio de ambas partes. El presidente de Rugby Tarragona se llama Matías Segura, nació en Rosario, es camada 88 y asumió en el cargo máximo en el pasado mes de enero con un objetivo claro: “queremos hacer que todo el club suba de nivel y aumente la competitividad”, como él mismo aclaró.
Este rosarino llegó a Tarragona en 2008 y en 2012 se vinculó al club donde tuvo varios roles: fue jugador, entrenador, coordinador de la escuela y adjunto a la dirección deportiva hasta que llegó a la presidencia.
Su pasión por el rugby nació con los académicos, donde jugó en todo el período de rugby infantil, ya que cuando llegó a edad de juveniles partió rumbo a Europa. “En Uni hice toda la escuelita”, se ufana el presidente de Rugby Tarragona quien inmediatamente contó cómo siguió la historia. “Cuando entraba en la adolescencia mi mamá tuvo cáncer y como su hermana se había venido a España decidió vender todo en Argentina y venirse. Yo tenía 14 años”, recordó.
Segura se crió en Uni, al punto tal que a sus entrenadores (entre los que se encuentran Germán Santa Cruz, Guillermo Viotti y Alex Corolenco entre otros) él mismo los señala son como “segundos padres”. Su infancia no fue fácil ya que sus padres se separaron cuando él era muy chico y antes de irse a España falleció su papá. “El club y los entrenadores a veces te dan esa familia que te falta y es por eso que a Universitario yo lo siento como mi casa”, remarcó Segura mostrando desde la primera frase su sentido de pertenencia con el club que lo vio crecer.
“Desde que llegué a España siempre estuve vinculado a algún club de rugby. Primero en Tenerife, después en Las Palmas y finalmente en Tarragona, pero sinceramente lo que más extrañaba eran los sábados en Uni, extrañaba esa vida social que tiene el club, que acá, obviamente, no existía”, destacó el dirigente.
“Hoy tengo un hijo de 10 años (Santino) y tuve la suerte de caer en un club como Tarragona, que no es pequeño y está en una etapa de pleno crecimiento. En él pude involucrar a mi familia y se vive algo similar a lo que se vive en los clubes en Argentina. Estamos en ese camino, en el de ser como club una familia activa, algo que por la pandemia se frenó un poco”, reconoció.
“La ciudad ya reconoce al Club Rugby Tarragona, no es algo desconocido. Tenemos una escuela amplia de chicos y equipos en todas las categorías. El siguiente paso, es mejorar la formación de los chicos, la competencia del primer equipo y aumentar la masa de asociados porque por la pandemia se han reducido las actividades sociales en todos los clubes y nosotros no fuimos la excepción”.
La historia de los Buitres
Tarragona es club novel, fundado en 1986 tiene apenas 35 años de historia. En su escudo, dentro de una pelota de rugby hay un buitre (Voltors, como se los conoce en catalán) con uniforme morado, que una de sus alas sostiene una pelota y en la otra una jarra de cerveza.
“La historia comenzó con un grupo de amigos aficionados al rugby, como muchos de los clubes que funcionan aquí en España. Para llegar a quince invitaban a cualquiera hasta que se dieron cuenta de que tenían que empezar a enseñarle a los más chicos para que con los años se sumen al primer equipo. Eso fue involucrando cada vez a más gente . Se dieron cuenta de que tenían que tener una escuela sólida para que el club se mantenga. Luego entró en una crisis económica y le quitaron el campo de juego cosa que hizo que el compromiso se haga más grande, gracias al enorme amor por el club. Así fueron sacando la cosa adelante y hoy por hoy es el único equipo de rugby de la ciudad. Finalmente, a raíz de toda esta lucha, Rugby Tarragona consiguió que el ayuntamiento le cediera un predio. Ahora el club tiene mucha más visibilidad”, contó brevemente Segura.
Según contó Segura, para los XVIII Juegos Mediterráneos que tuvieron lugar en Tarragona entre junio y julio de 2018, el estado hizo una inversión en un complejo deportivo amplio donde el legado de la infraestructura deportiva quedaría para beneficio de la ciudad. “Fueron muchas la peleas con el ayuntamiento para conseguir un lugar solamente para el rugby, hasta que finalmente lo consiguieron. Este año le van a poner césped artificial y el año que viene harán las gradas. Las partidas ya fueron aprobadas”, contó el dirigente.
En cuanto a la competencia, el Club de Rugby Tarragona está en la división de honor catalana. El objetivo es subir a la División de Honor B, lo que acá sería una Segunda División, y seguir creciendo.
Por su ubicación, la influencia del rugby del rugby francés es notoria. “En todos los clubes hay franceses, en algunos clubes más y en otros menos, y también hay muchos argentinos. Los franceses que llegan acá lo hacen por el clima o porque le gusta la ciudad, pero el francés que le gusta el rugby y le gusta competir se queda en Francia, porque si bien estamos a doscientos kilómetros, las ligas son más competitivas”, concluyó.