La ansiedad del hincha no entiende de etapas de desarrollo. La necesidad de un título no analiza los tiempos de crecimiento. Y la intolerancia no es la mejor consejera. Razón por la cual los directivos de Central deberán buscar la manera de cumplir su promesa de campeonato. Para ello tendrán que actuar para en pos del salto de calidad futbolístico. Porque desde el retorno a la máxima divisional hubo un aprendizaje y también urgencias. Los aprendizajes estuvieron dados por la promoción de muchos juveniles pese a la falta de competencia en tres años de la B Nacional. Aquí la habilidad de Miguel Russo para descifrar como pocos el ADN canalla fue determinante para resolver parte de las necesidades con recursos propios. Que alcanzaron para mantenerse. Pero que también necesitan consolidarse. Y así encontrar el equilibrio que se necesita para transitar con otro semblante y perspectiva en el torneo local.
No en vano entrenadores de elite, formadores y docentes de diversas escuelas sostienen que un futbolista recién se gradúa en el profesionalismo cuando alcanza la línea de las 50 presentaciones en la máxima categoría. Y los auriazules, en este aspecto, van camino a eso. Basta pegarle un repaso a su plantel para dejar sentado que los grandes son menos que los chicos. Que fueron creciendo junto con el equipo. Y que pronto llegarán a la regularidad pretendida.
La realidad deportiva tiene lazos directos en algunos indicadores estadísticos que para el común denominador no es un tema esencial. A eso hay que sumarle que cuando el índice de jerarquía ronda en una escala intermedia termina atentando también contra el deseado salto de calidad. Porque la historia indica que con el piberío no se marca realmente la diferencia hasta que no alcancen la maduración. Y en el mientras tanto se necesita inversión si la ambición es la que exigen los canallas y prometieron los actuales dirigentes.
Central está en una etapa de transición que pronto debe concluir. Y si bien no puede despegarse de la intermitencia, lo más duró pasó, que fue despedirse del mundo del ascenso y afirmarse en primera.
Lo hizo en base a una mixtura de experiencia y juventud en escena. Y esta fórmula fue la que lo catapultó nuevamente al plano internacional. Que no es poco. Que también lo lleva a protagonizar la Copa Argentina. Que no es menor. Pero que para el futuro mediato no es suficiente ya que la vara es la búsqueda cierta de mayor protagonismo con título incluido.
No obstante, con Russo tratando de afianzar a varios proyectos y consolidar a otros en medio del baile, la dirigencia tendrá que aportar lo suyo también en breve para archivar la ya trillada palabra irregularidad. Deberán actuar con solidez y contundencia en breve. Y agregarle a este plantel nombres de peso y calidad para mejorar un producto que hoy en día se basa prácticamente en el trabajo y en lo artesanal. Que es el cimiento. La base.
Pero si quieren ir por más, deberán enriquecer el plantel. De no ser así, el salto de calidad no llegará y la intermitencia terminará por devaluar todo lo bueno que se edificó.