Los deportistas rosarinos, cumplieron en los Juegos Olímpicos de Londres. Y la frase no está armada porque sí. Ni conlleva compromiso de quien escribe. A pesar de que sólo dos deportistas de la ciudad lograron meterse en una definición y colgarse una medalla, el resto acompañó con dignas actuaciones. Para algún lector, muchas veces impregnado de la cultura exitista (que incluso erróneamente se promulga), la aseveración podría parecerle una excusa conformista. Pero lejos está de serlo. Es que no todos los atletas que viajan a unos Juegos Olímpicos lo hacen con el objetivo (ni la obligación) de subirse a un podio. Para algunos, estar en la competencia ya es un logro. Los once rosarinos que participaron de Londres cumplieron. Y encima los resultados son alentadores para lo que viene: Río 2016.
Las mellizas Etel y Sofía Sánchez del nado sincronizado le contaron a Ovación que su meta era quedar entre las 20 mejores, o en su defecto superar a Hungría, un dueto con el que mantienen una rivalidad muy notoria a partir de algunos hechos particulares que vivenciaron en las últimas competencias internacionales. Pero las hermanas no pudieron superar ninguna de esas dos metas: fueron 22ª en las generales de los duetos técnico y libre y por debajo de Hungría. ¿Y por qué cumplieron? Porque antes que Etel y Sofía ningún dueto argentino había participado de unos Juegos Olímpicos. El dato: las mellis ya tomaron la experiencia en esta cita que las encontraría en Río de Janeiro con 26 años, edad de madurez en la pileta.
Los remeros tenían proyectos ambiciosos que concretar en Londres si se tiene en cuenta que los argentinos no son potencia al lado de los europeos, principales ganadores en las pruebas de remo. Pero alentados por la posibilidad de tener rodaje internacional en el último tiempo (especialmente en el último año) y los buenos desempeños en las Copas del Mundo apostaron en grande, especialmente María Gabriela Best, quien compitió en dos remos largos sin timonel con la tigrense María Laura Abalo. "Queremos entrar a la final A", le dijo Gaby a Ovación en la previa y con la plena confianza de haber obtenido su plaza en el Preolímpico europeo, compitiendo cabeza a cabeza con los botes más fuertes. Pero un par de días en los que se levantaron con el pie izquierdo las imposibilitó para repetir o mejorar sus marcas y terminaron novenas, a un puesto del diploma olímpico (del 4º al 8º).
A pesar de su dolor lógico, Best y Abalo, pueden volver a aspirar en grande en Río. Salvo que primero deberán decidir si competirán juntas otra vez o si apuestan a otra embarcación. Best ya había estado en los Juegos de Beijing 2008 y mejoró en Londres su actuación, aunque fue con botes diferentes.
Mario Cejas (con Miguel Mayol) y María Clara Rohner (con Milka Kraljev) sabían de antemano que no estaban en dos embarcaciones fuertes respecto de sus rivales. Las posibilidades de meterse en una final B (del 8º al 13º), como aspiraban para el doble par ligero eran difíciles, pero soñaron igual. No lo alcanzaron, fueron 17º entre 20 botes y 15º entre 17, respectivamente. Cejas y Rohner hicieron su primera participación olímpica.
Cecilia Carranza Saroli, que hizo su segunda participación olímpica, pudo haberse metido en la Medal Race (regata por las medallas a la que acceden los 10 mejores de la general), por condiciones y por haber sido sexta en el Mundial de vela en clase Laser Radial. Pero en una atmósfera en la que los vientos fueron demasiados intensos para su contextura física complicaron su actuación. Carranza, con 26 años, ya tuvo dos Juegos y quizás siga siendo una de las veleristas argentinas de mayor proyección.
Para Sebastián Solé y Pablo Crer, voleibolistas, un oro olímpico hubiese sido meterse en una de las semifinales. Sin embargo, quedaron quintos. Pero su actuación, como la de toda la selección entusiasma. Todos los integrantes del equipo debutaron en los Juegos, devolvieron a su disciplina a esta cita tras la ausencia de Beijing 2008 y se notó que tienen potencial. Fueron terceros en su zona, cayeron en cuartos con Brasil pero supieron jugarle de igual a igual a las potencias, como Bulgaria, semifinalista, a quien le ganaron en la fase de grupos. El vóley, hoy con un promedio de 23 años, amenaza con hacer mucho ruido en Río 2016.
El que se volvió con un sabor agridulce seguramente fue Manuel Brunet, del seleccionado de hockey. Al igual que el vóley, su disciplina volvió a los Juegos tras la ausencia en China. Pero el equipo nunca pudo hacer pie en un grupo tremendamente exigente y pagó carísima la inexperiencia (fueron 10º). En partidos de los que se pudo ir con algo, se quedó vacío. Londres, fue el del debut olímpico para Manu y más de la mitad del plantel.
Distinto es el caso de Las Leonas Luciana Aymar y Laura Del Colle, partes de un plantel exitoso que carga siempre con la responsabilidad de subirse al podio. Esa fue la tendencia de este equipo en la última década y en Londres no fallaron. A pesar de que el oro estaba entre ceja y ceja se colgaron una medalla de plata que sumó al seleccionado la cuarta presea olímpica.
De manera que poco hay que reprocharles a los representantes argentinos que nacieron por estos pagos. En mayor o menor medida, todos cumplieron. Y eso es una buena señal para lo que viene, ya que a excepción de Luciana Aymar, los demás podrían repetir su participación en Brasil. El proceso es largo. Son cuatro años en los que en el medio puede pasar cualquier cosa. Pero este presente, auspicioso, puede incluso ser mejor.